Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Si antes se había dicho a sí misma que la situación no podía ser más surreal, se había equivocado enormemente.
El ente amarillo le acababa de pegar un picotazo en el ojo derecho y una patada en la boca para luego sin saber como, terminase entre sus pechos y ella con el culo en el suelo, sobándose con la mano derecha el ojo y con la mano izquierda la espalda. Pero eso no era todo, no señor, acababa de dar su primer beso sin saber por qué y no había ocurrido nada bonito a parte de una hostia por parte del pollo.
''¡Quién me mandará salir de casa a andar por la maldita playa para encontrarme con una maldita gallina y un puto pollo.'' No sabía a quién maldecía o a quién dejaba de hacerlo. Entonces su ojo izquierdo reparó en que frente a ella, sentado sobre la fina arena, se encontraba el Uchiha, y su corazón volvió a dar un vuelco, mientras que las imágenes de la escena anterior se arremolinaban en su cabeza como una vieja película en blanco y negro, y entonces deseó ser un avestruz para esconder su cabeza en la arena.
Se levantó rápidamente y dio la espalda al rubio, sacando al pollito de dónde se encontraba, sin embargo este, tan rebelde como había demostrado ser, se metió en el escote cuadrado de la túnica de la kunoichi del remolino y se acomodó allí, dejando de piar y quedándose completamente dormido. Eri entrecerró los ojos y le dedicó una mirada llena de odio al animal, soltó un bufido y desistió, al final su vida se convertiría en un zoo. Negó con la cabeza, cansada y volvió a sentarse en el suelo, flexionando sus rodillas para que sus piernas chocasen con su pecho, sin mucha fuerza ya que no quería aplastar al pollo - no sin falta de ganas, ya que no quería llenarse de tripas de pollo la ropa - y enterró la cabeza en ellas.
'' Qué tonta soy... ''
- Lo siento, Nabi-kun... - Susurró con una voz amortiguada, no tenía ánimos ni de volver a mirarle a la cara, ¿qué pasaría entre ellos ahora? ¿Harían como si nada hubiese pasado? Hizo una mueca entre sus piernas, no, la respuesta era clara, el Uchiha volvería a poner su rostro impasible y diría que no pasaba nada, entonces volverían a lo de siempre.
Decidió esperar a ver si se cumplían sus pensamientos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El chico rubio se quedó sentado mirando a la peliazul, aunque esta no tardó en darle la espalda al pobre shinobi que estaba más perdido que él mismo cuando sale de la villa. ¿A que estaba jugando Eri? Le ignora durante todo un mes y ahora de repente le besaba y ahora le volvia a dar la espalda. Era obvio que creia que se habia equivocado así que lo más probable era que se hubiera dejado llevar por un impulso y ahora volviera a odiarle. Para Nabi, la sensación que le transmitia la kunoichi era que no queria estar allí con él.
Al ver como la peliazul repudiaba su presencia y le daba la espalda, el muchacho se tumbó. Tenia sueño, y hambre, y se sentia sucio teniendo arena en todas partes ya, suspiró. ¿Que demonios se suponia que debia hacer? Ya le costaba entender a sus compañeros de equipo que entre los dos sumaban tres neuronas y media, como para entender a una mujer. En comparación, era como si Eri tuviera que despertar el sharingan ahora mismo. El nivel de dificultad era el mismo, imposible. ¿Por que le habia besado? ¿Por que le daba la espalda? ¿Donde estaba la camara oculta?
Pudo escuchar a Eri murmurar algo para si misma, mirando en la dirección contraria a él y con un tono de voz más que bajo, apenas pudo notar si decia algo o se lo acababa de imaginar. Pero algo eclipsó este hecho para el rubio. De repente, ambos pudieron escuchar unos ladridos en la lejania, Nabi se sentaria mirando a todos lados, pero no veia al animal por ninguna parte. Hasta que finalmente, miró al único sitio desde donde era totalmente imposible que vinieran los ladridos. El mar. Y así era.
Un can nadaba al estilo perro, mar afuera mientras soltaba ladridos alegres periodicamente. Lo que Eri tendria que haber hecho era huir, sin embargo, algo retendria a la muchacha. Habia reconocido los ladridos, aunque habia crecido un poco, tal vez un bastante, ese chucho pulgoso que venia de mar adentro, era Mike. Y así, entre pitos y flautas, alcanzó tierra. Marchó directo y a toda velocidad hacia Eri.
Nabi reaccionó rapido, no porque la peliazul estuviera en peligro, pero haber, habia peligro. Agarró al perro en carrera y lo sujetó contra el suelo.
¡VETE, ERI! ¡AHORA!
Los ojos de Mike estaban totalmente inyectados en sangre, como si algo en su interior se hubiera despertado buscando venganza, con un sentimiento inmenso de colera. De hecho, si se fijaba bien. El perro estaba lleno de plumas, en su pelo, entre las garras, entre los dientes, algunas ensangrentadas. El animal ya no parecia reconocer a ninguno de los dos, luchaba desesperadamente por liberarse mientras el rubio intentaba retenerle sin causarle daño. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué iba a hacer Eri? ¿Haria caso a Nabi? ¿Sudaria de él como siempre? Todo eso y mucho más en el siguiente episodio.
Después de que efectivamente, el rubio no entendiese a la pequeña kunoichi del remolino, se escucharon unos ladridos que pudo distinguir como conocidos, o al menos distorsionados de un recuerdo. Y, efectivamente, era el can de nombre Mike que había dejado con Nabi cuando ocurrió todo aquello, toda la disputa y su cabreo, su huida de la casa de éste. Sonrió amargamente cuando vio al perro ladrar feliz y no dudó en levantarse y apoyarse en sus rodillas para llamar así al pequeño animal, que de pequeño ya no tenía nada, puesto que en un mes ya estaba bastante crecido. Es más, si se ponía a dos patas podía alcanzar a Eri.
Bueno, puede que estemos exagerando un poco.
Cuando llegó a tierra, Nabi corrió hacia Mike y lo agarró pegándolo contra el suelo, comenzando a chillar a la pequeña huérfana que huyese de allí, pero... ¿Por qué? Incorporó su cuerpo de estar inclinado hacia delante y observó al can con los ojos bien abiertos: parecía como si un demonio lo hubiera poseído. Se llevó una mano a la boca, y sopesando rápidamente las palabras del mayor, salió corriendo en la otra dirección, acatando la orden de Nabi como si su vida dependiese de ello.
''Pero ese era Mike... Era el cachorro de la otra vez... ¿Por qué...?'' Volvían a arremolinarse en su cabeza preguntas sin respuesta, mientras seguía corriendo, intentando perder de vista al perro y a su... Su... A Nabi, y ya.
Pero la suerte, o mejor dicho, el pollo no estaba de su parte, y una de las tantas veces que se giró para mirar hacia atrás, el pequeño pollito aprovechó a saltar en un giro de su tronco y cayó a espaldas de la kunoichi. La joven no dudó en cogerle de nuevo, vaya a ser que el perro volviese a correr y se lo tomara como desayuno.
-Mío, ¡mío!
Saltaba de las manos de Eri como si estas tuviesen aceite, y la joven comenzó a llorar de la rabia, ¿qué cojones pasaba hoy? Una vez logró tomar al pollo y meterlo en su portaobjetos para asegurarse de que no saliese, comenzó a correr de nuevo, hasta que logró subirse a un tejado, donde sabía que Mike no alcanzaría. Se sentó, derrotada, y enterró su cabeza en sus manos.
Una angustia se apoderó de su pecho.
¿Y Nabi?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eri no dijo nada y obedeciendo por primera vez en su vida al rubio se marchó tan rapido como pudo del lugar, sin pararse a mirar atras menos de cien veces, sin dudar en ninguno de sus acelerados pasos menos de dos mil veces, para no ver nada porque hacia rato que habia perdido de vista al shinobi y al chucho.
En cuanto se alejaron el animal se calmó y volvió a ser el mismo perro estupido y cariñoso de siempre, lo cual hizo entrar en panico a Nabi, ese puto chucho le queria lamer teniendo la boca llena de sangre de gallina. El shinobi empezó a rememorar porqué coño habia pasado eso mientras caminaba en dirección contraria a la que habia desaparecido Eri.
Desde que la peliazul le habia dejado a Satan peludo en su domicilio sin ningún tipo de consentimiento ni legal, ni verbal, ni social ni nah, habia tenido que encargarse de él. Lo hubiera matado, pero no podia deshacerse de un ser inocente que todo lo que ha hecho es seguir sus estupidos e ilogicos instintos. Era consciente de la mania insana del can por las aves más comunes entre los humanos, las gallinas, unica y exclusivamente gallinas o sus preevoluciones y generos. Ladraba a las palomas, como el resto de chuchos, pero no se les lanzaba al cuello.
La razón por la que el rubio era consciente de este trauma profundo del demonio cuadrupedo es porque pocos dias despues de su adopcion inesperada, intento cocinar pollo y el bicho le saltó a la sarten para llevarselo por delante, el pollo y todo lo que habia por en medio. No se puso a arder todo de puro milagro. La cuestión es que consiguió que le dejara comer pollo, ahora solo le ladraba constantemente hasta que confirmaba que el pollo habia sido totalmente eliminado.
Sin embargo, él no era ningún amo de casa, y cuando salia durante sus esporadicos viajes no podia dejarlo en casa encerrado y tampoco podia llevarselo. En primera instancia intentó llevarlo a una perrera, pero el puto chucho siempre que lo intentaba se le escapaba como oliendo lo que pasaba. Aún así, cada noche se iba a dormir a la puerta de su apartamento, así que habló con la Purimoto, que era su vecina de enfrente para que le pusiera un cuenco con agua y otro con cualquier tipo de restos que ella tuviera, excepto pollo.
Podia parecer que simplemente le gustaba la carne pollil, pero no era así, cuando cogia un trozo de pollo no se lo comia, lo destrozaba, pero no se lo comia.
Por eso no podia acercarse a Eri, sabia que Mike le iba a seguir consciente de que lo que habia intentado hacer no estaba bien, intentando que él le perdonara. Esperaba que la peliazul se diera cuenta de lo que habia pasado y tirara al pollo por ahi antes de venir a verle. Pero eso ya, seria otro dia.
Y se alejo de la playa con el Sol a su espalda, como una leyenda viva.