27/04/2019, 05:57
La muchacha pudo reconocer el miedo de Kiyoshi, pues aunque ella misma dijo que su poder no le podía permitir identificar a las personas, estaba muy acostumbrada al sentimiento de angustia constante con el cúal solía vivir aquel muchacho. Durante unos instantes se sintió confundida, pues de la nada cinco se volvieron cuatro en cuanto el clon se disolvió. No tenía el reflejo de mostrar ciertas expresiones, pero abrió un poco la boca, escuchando las indicaciones de Akame aunque sin evitar fruncir el ceño dada la rudeza y poco tacto con la que estaba tratando a su maltrecho amigo.
—Por favor, Kiyoshi, has lo que dice. Luego yo te explicaré— agachó la cabeza, suplicante.
Por su lado, el muchacho no quería confiar en Akame luego de la violenta manera en la cuál le sometió. Quería refunfuñar y decirle a ella que no podían fiarse, pero también recordó que sólo ella podía ver las intenciones de los demás. Si ella depositaba sus esperanzas en el vendado, es porque esa era la opción correcta. Se limitó a asentir, dejando de llorar aunque manteniendo humedad en los ojos, echando a andar y moviendo la mano para que le siguiesen en un sinuoso trayecto entre la parte empinada de la montaña.
Por su lado, Rōga bufó ante las palabras del Uchiha, notando cómo este se detenía en él con la mirada al final. Se percató de que el trato hacia él cambió, pues no quiso decirle que información logró recolectar cuando recién atrapó a Kiyoshi ni tampoco ahora, argumentando que iba a explicar luego la situación. ¿A qué venía esa desconfianza? Creía saber porqué, pues la única variable distinta es que se había revelado su identidad en condición de shinobi. Pero lejos de alarmarse y sospechar del exiliado, se sentía ofendido. "Es que no lo disimula el patán." Creer que era un jovenzuelo sin raciocinio era un error. No sólo por ser un ninja, sino porque el Yotsuki tenía una mente mucho más abierta y preparada que el promedio de genin.
—Hum— se quedó esperando que Akame le contara la historia, mientras él inflaba el cachete en puchero cómo el niño malcriado que era.
—Por favor, Kiyoshi, has lo que dice. Luego yo te explicaré— agachó la cabeza, suplicante.
Por su lado, el muchacho no quería confiar en Akame luego de la violenta manera en la cuál le sometió. Quería refunfuñar y decirle a ella que no podían fiarse, pero también recordó que sólo ella podía ver las intenciones de los demás. Si ella depositaba sus esperanzas en el vendado, es porque esa era la opción correcta. Se limitó a asentir, dejando de llorar aunque manteniendo humedad en los ojos, echando a andar y moviendo la mano para que le siguiesen en un sinuoso trayecto entre la parte empinada de la montaña.
Por su lado, Rōga bufó ante las palabras del Uchiha, notando cómo este se detenía en él con la mirada al final. Se percató de que el trato hacia él cambió, pues no quiso decirle que información logró recolectar cuando recién atrapó a Kiyoshi ni tampoco ahora, argumentando que iba a explicar luego la situación. ¿A qué venía esa desconfianza? Creía saber porqué, pues la única variable distinta es que se había revelado su identidad en condición de shinobi. Pero lejos de alarmarse y sospechar del exiliado, se sentía ofendido. "Es que no lo disimula el patán." Creer que era un jovenzuelo sin raciocinio era un error. No sólo por ser un ninja, sino porque el Yotsuki tenía una mente mucho más abierta y preparada que el promedio de genin.
—Hum— se quedó esperando que Akame le contara la historia, mientras él inflaba el cachete en puchero cómo el niño malcriado que era.