27/04/2019, 11:50
Mientras caminaban siguiendo al vagabundo de los bosques —que había aceptado ocultar a Okawa durante un tiempo—, Akame observaba con una media sonrisa a su inesperado compañero de aventura. Rōga parecía profundamente ofendido por el hecho de que se le había dejado fuera de todo aquello de una forma poco sutil, y no había que ser un lince para darse cuenta. Sin embargo, el Uchiha no se sentía presionado por aquello; ya en su anterior vida se había ganado la fama de ser un tipo inflexible e impermeable, y aunque eso estaba cambiando, todavía no era lo suficientemente empático como para sentirse mal por andar jodiendo a un puto ninja de Ame.
Luego de un rato caminando, el renegado hizo señas a Rōga para que aflojaran el paso, resultando en que ambos ganarían algo de distancia respecto a Kiyoshi y la muchacha que leía los corazones. Esperaba Akame que eso les permitiese tener algo de privacidad en su conversación.
—La muchacha es Okawa, una paria de sangre noble de Tane-Shigai. Sus viejos la vendieron a las ancianas esas de los bastones, que dicen tener "poderes chamánicos" o algo así. A mí me huele a secta que echa para atrás —agregó—. Le han hecho pasar de todo a la pobre muchacha, pero eso sí... Tiene un don. Es capaz de leer el corazón de la gente y escuchar sus sentimientos, y no estoy de broma —puntualizó, severo—. La comitiva la llevaba monte arriba, para que entrase en "comunión" con su dios, y de fallar, la obligarían a matarse. Menuda panda de tarados.
Akame hablaba en voz baja, sin perder de vista a Kiyoshi ni a Okawa.
—Este chico es una especie de apestado en el pueblo, todos le desprecian por tener voz de chica. El espectáculo antes con los fueguitos artificiales no era para otra cosa que intentar que Okawa pudiera escapar a su destino de mierda.
Luego de un rato caminando, el renegado hizo señas a Rōga para que aflojaran el paso, resultando en que ambos ganarían algo de distancia respecto a Kiyoshi y la muchacha que leía los corazones. Esperaba Akame que eso les permitiese tener algo de privacidad en su conversación.
—La muchacha es Okawa, una paria de sangre noble de Tane-Shigai. Sus viejos la vendieron a las ancianas esas de los bastones, que dicen tener "poderes chamánicos" o algo así. A mí me huele a secta que echa para atrás —agregó—. Le han hecho pasar de todo a la pobre muchacha, pero eso sí... Tiene un don. Es capaz de leer el corazón de la gente y escuchar sus sentimientos, y no estoy de broma —puntualizó, severo—. La comitiva la llevaba monte arriba, para que entrase en "comunión" con su dios, y de fallar, la obligarían a matarse. Menuda panda de tarados.
Akame hablaba en voz baja, sin perder de vista a Kiyoshi ni a Okawa.
—Este chico es una especie de apestado en el pueblo, todos le desprecian por tener voz de chica. El espectáculo antes con los fueguitos artificiales no era para otra cosa que intentar que Okawa pudiera escapar a su destino de mierda.