27/04/2019, 21:22
—¿Cómo? ¡No le he hecho nada! —susurró Daruu, protestando—. Ha sido un golpe seco mientras estaba distraído, a saber qué ha podido pasar. —¿Era Asuko un enemigo? No lo parecía, aunque era una opción a considerar—. De todas formas tienes razón, adelante.
Roga se transformó en un hombre escuchimizado de pelo castaño. Daruu observó rápidamente que era un buen disfraz y el muchacho inició los planes con diligencia.
Nada más uno de los guardias lo vio aparecer, avisó a su compañero y le señaló directamente. De cerca, Roga pudo verles mejor: dos montañas haciéndose pasar por hombres, ambos con el pelo negro, ambos con cara de bobalicón peligroso, de esos que solían hacer de matón para gente importante. Pero vestidos con aquella túnica blanca resultaban hasta ridículo.
El de la derecha agitó el farolillo, haciéndolo tintinear y desprender un par de llamitas de color verde, que cayeron al suelo. Así es: era el fuego el que era verde, no los farolillos.
—Eh, tú. No deberías estar aquí.
El segundo miró al primero.
—Yamatsu, Yamatsu, nos dijeron que acabásemos con cualquier intruso.
—Yo preferiría no mancharme las manos de sangre —protestó el compañero, y se dirigió a Roga—: Vete a tomar por culo y prometo no arrancarte la cabeza.
Entre tanto, Daruu en su escondite trataba de moverse sigilosamente de lápida a lápida, acercándose...
Roga se transformó en un hombre escuchimizado de pelo castaño. Daruu observó rápidamente que era un buen disfraz y el muchacho inició los planes con diligencia.
Nada más uno de los guardias lo vio aparecer, avisó a su compañero y le señaló directamente. De cerca, Roga pudo verles mejor: dos montañas haciéndose pasar por hombres, ambos con el pelo negro, ambos con cara de bobalicón peligroso, de esos que solían hacer de matón para gente importante. Pero vestidos con aquella túnica blanca resultaban hasta ridículo.
El de la derecha agitó el farolillo, haciéndolo tintinear y desprender un par de llamitas de color verde, que cayeron al suelo. Así es: era el fuego el que era verde, no los farolillos.
—Eh, tú. No deberías estar aquí.
El segundo miró al primero.
—Yamatsu, Yamatsu, nos dijeron que acabásemos con cualquier intruso.
—Yo preferiría no mancharme las manos de sangre —protestó el compañero, y se dirigió a Roga—: Vete a tomar por culo y prometo no arrancarte la cabeza.
Entre tanto, Daruu en su escondite trataba de moverse sigilosamente de lápida a lápida, acercándose...