3/05/2019, 13:10
—¡Hostias, Yota, Yota, es la jinchuriki!
Fue un acto reflejo, Ayame levantó la manó hacia el origen de la voz con el dedo índice y pulgar extendidos a modo de pistola y un violento estallido liberó una bala de agua que se dirigió a toda velocidad hacia su objetivo... y terminó impactando a apenas unos centímetros por debajo de su cuerpo, creando un bonito agujero en la piedra antigua.
En realidad, Ayame no había fallado. En el último segundo se había dado cuenta de a quien estaba apuntando y apenas había conseguido desviar la trayectoria del proyectil: una araña parlanchina que ya conocía muy bien.
—Ay, ¡lo siento! —exclamó, con las mejillas encendidas.
—Mierda, no chilles, gilipollas —Yota se estaba acercando a ella entre largas zancadas—. Te ruego que la perdones, Ayame-san. Simplemente no sabe usar el cerebro.
—Lo siento yo por el ataque... —murmuró ella—. Pero según como están las cosas últimamente no podéis ir gritando por ahí que soy la jinchuuriki, ¡creía que eráis uno de esos malditos Generales!
»Además... mi nombre es Ayame, no jinchuuriki —añadió, ligeramente irritada.
Fue un acto reflejo, Ayame levantó la manó hacia el origen de la voz con el dedo índice y pulgar extendidos a modo de pistola y un violento estallido liberó una bala de agua que se dirigió a toda velocidad hacia su objetivo... y terminó impactando a apenas unos centímetros por debajo de su cuerpo, creando un bonito agujero en la piedra antigua.
En realidad, Ayame no había fallado. En el último segundo se había dado cuenta de a quien estaba apuntando y apenas había conseguido desviar la trayectoria del proyectil: una araña parlanchina que ya conocía muy bien.
—Ay, ¡lo siento! —exclamó, con las mejillas encendidas.
—Mierda, no chilles, gilipollas —Yota se estaba acercando a ella entre largas zancadas—. Te ruego que la perdones, Ayame-san. Simplemente no sabe usar el cerebro.
—Lo siento yo por el ataque... —murmuró ella—. Pero según como están las cosas últimamente no podéis ir gritando por ahí que soy la jinchuuriki, ¡creía que eráis uno de esos malditos Generales!
»Además... mi nombre es Ayame, no jinchuuriki —añadió, ligeramente irritada.