4/05/2019, 23:56
Daruu observó por el rabillo del ojo el trabajo de su genin. Retiró la espada a tiempo del brutal golpe de Roga. «¡Nintaijutsu!». El guardia gimió y chocó contra el suelo con la fuerza de un yunque cayendo de un quinto piso. Quedó inconsciente al instante. Daruu esperó unos segundos prudenciales, sin quitarle el ojo de encima, y enfundó la katana, volviéndola a guardar en el mitón.
—¡Buen trabajo! —felicitó, sacudiéndose las manos—. Ahora, si me ayudas a dar la vuelta al bruto este, tal vez podamos averiguar qué coño está pasando aquí. —Daruu se agachó junto al hombre y esperó la ayuda de Roga para darle la vuelta. Una vez colocado, se acuclilló frente a él y cerró los ojos, concentrándose—. Déjame un momento en silencio y verás.
Perro, Serpiente, Buey, Pájaro, Tigre. «Jigyaku no Jutsu.»
El bruto tuvo un breve espasmo en los dedos de las manos. Sus párpados se entreabrieron, y abrió y cerró la boca un par de veces.
—Bien. Dinos qué está pasando dentro de ese mausoleo.
—Jigei-sama y Mara-sama. Están llevando a cabo el ritual.
Daruu chasqueó la lengua.
—Sí, sí... algo nos intuíamos. ¿Qué ritual? ¿En qué consiste? ¿Qué planean conseguir?
—El Ritual del Susurro de los Muertos. Convocan la energía vital residual de las tumbas. El Shinigami vendrá. —El hombretón esbozó un leve rastro de sonrisa que resultaba macabra.
—¿El... Shinigami?
—Invocamos un Shinigami. Lo atamos a un cuerpo. El Dios de la Muerte vendrá, vendrá. Un Susurro Blanco para la Blanca Muerte de todos. —El guardia se agitó levemente, como bailando en su lugar.
—...¿sois algún tipo de secta?
—El Dios de la Muerte vendrá, vendrá —repitió—. Un Susurro Blanco para la Blanca Muerte de todos. Purifica este mundo llevándote a los Indignos, a los Indignos.
El hombre puso los ojos en blanco. Daruu deshizo la técnica de inmediato, y el guardia cerró los ojos. El shinobi echó mano del portaobjetos y sacó unas esposas. De nuevo, pidió a Roga ayuda para darle la vuelta al sujeto, y aprisionó sus muñecas con la herramienta.
Se levantó, en silencio.
Y miró hacia el mausoleo.
—¡Buen trabajo! —felicitó, sacudiéndose las manos—. Ahora, si me ayudas a dar la vuelta al bruto este, tal vez podamos averiguar qué coño está pasando aquí. —Daruu se agachó junto al hombre y esperó la ayuda de Roga para darle la vuelta. Una vez colocado, se acuclilló frente a él y cerró los ojos, concentrándose—. Déjame un momento en silencio y verás.
Perro, Serpiente, Buey, Pájaro, Tigre. «Jigyaku no Jutsu.»
El bruto tuvo un breve espasmo en los dedos de las manos. Sus párpados se entreabrieron, y abrió y cerró la boca un par de veces.
—Bien. Dinos qué está pasando dentro de ese mausoleo.
—Jigei-sama y Mara-sama. Están llevando a cabo el ritual.
Daruu chasqueó la lengua.
—Sí, sí... algo nos intuíamos. ¿Qué ritual? ¿En qué consiste? ¿Qué planean conseguir?
—El Ritual del Susurro de los Muertos. Convocan la energía vital residual de las tumbas. El Shinigami vendrá. —El hombretón esbozó un leve rastro de sonrisa que resultaba macabra.
—¿El... Shinigami?
—Invocamos un Shinigami. Lo atamos a un cuerpo. El Dios de la Muerte vendrá, vendrá. Un Susurro Blanco para la Blanca Muerte de todos. —El guardia se agitó levemente, como bailando en su lugar.
—...¿sois algún tipo de secta?
—El Dios de la Muerte vendrá, vendrá —repitió—. Un Susurro Blanco para la Blanca Muerte de todos. Purifica este mundo llevándote a los Indignos, a los Indignos.
El hombre puso los ojos en blanco. Daruu deshizo la técnica de inmediato, y el guardia cerró los ojos. El shinobi echó mano del portaobjetos y sacó unas esposas. De nuevo, pidió a Roga ayuda para darle la vuelta al sujeto, y aprisionó sus muñecas con la herramienta.
Se levantó, en silencio.
Y miró hacia el mausoleo.