5/05/2019, 16:25
—Ajá...— Asintió lentamente sin darle demasiada importancia al regaño en sí, tratando de comprender la situación que ahí estaba ocurriendo.
Vaya escena la que se había montado. El ninja, el leal. Ergo, el que tenía que poner el ejemplo de la disciplina y el orden era el que rebosaba de juvenil rebeldía. Entonces el extraño, el exiliado. Aplicando una lección moral sobre responsabilidad por sobre el el genin como un terrible juez. "¿En qué momento el mundo se puso de cabeza?" Una situación irrisoria y cargada de una ironía que sólo la vida podía armar, bajo extrañas circunstancias que el capricho de la suerte armó. "Este tipo es más recto que una regla." Aquello se le antojaba curioso, porque distaba totalmente de la mayoría de estereotipos que podrían tenerse de lo que era un "criminal". Si bien, mantenía algunos aspectos también propios de quién se mueve bajo la ley, ese sujeto era mucho más de lo quería dar a entender.
—Seeee— Negó con la cabeza y suspiró, risueño. —Va a salir bien— Aquello no era una suposición, era una afirmación. No sabía como, pero iban a lograrlo.
Observó al clon irse, tratando de adivinar las intenciones de Akame.
—¿No confiarías ni en tu reflejo en el espejo, verdad?— se llevó las manos a la cintura.
Más pronto que tarde llegaron de nuevo a la zona del incendio, donde ahora sólo quedaba una gran zona despejada, mientras unos cuantos de los aldeanos que regresaron con refuerzos intentaban sofocar el último foco, el cual se limitaba a pilas negruzcas y humeantes de cañas apiladas. Fue entonces el Yotsuki el primero en saltar para interpelar a los hombres.
—¡Genial! Sabía que funcionaría— caminó rodeando la zona.
—Pero tuvimos que talar parte del bosque sagrado...— dijo un hombre con un cubo de agua en mano.
—¿Entonces preferías que se quemara todo?— Giró su cabeza.
El hombre sólo agachó la mirada, echó el cubetazo de agua entre las carbonizadas cañas y se dio la vuelta, recogiendo su machete.
—Ustedes— Se acercó un sujeto vestido con una yukata de festival muy fina. —¿Son forasteros? Muchas gracias por echarnos una mano aquí— Hizo una profunda reverencia. Era un hombre que rondaba los veintisiete años, peinado formal y actitud formal. —¿Kiyoshi huyó?— Preguntó alzando la vista de inmediato.
Vaya escena la que se había montado. El ninja, el leal. Ergo, el que tenía que poner el ejemplo de la disciplina y el orden era el que rebosaba de juvenil rebeldía. Entonces el extraño, el exiliado. Aplicando una lección moral sobre responsabilidad por sobre el el genin como un terrible juez. "¿En qué momento el mundo se puso de cabeza?" Una situación irrisoria y cargada de una ironía que sólo la vida podía armar, bajo extrañas circunstancias que el capricho de la suerte armó. "Este tipo es más recto que una regla." Aquello se le antojaba curioso, porque distaba totalmente de la mayoría de estereotipos que podrían tenerse de lo que era un "criminal". Si bien, mantenía algunos aspectos también propios de quién se mueve bajo la ley, ese sujeto era mucho más de lo quería dar a entender.
—Seeee— Negó con la cabeza y suspiró, risueño. —Va a salir bien— Aquello no era una suposición, era una afirmación. No sabía como, pero iban a lograrlo.
Observó al clon irse, tratando de adivinar las intenciones de Akame.
—¿No confiarías ni en tu reflejo en el espejo, verdad?— se llevó las manos a la cintura.
Más pronto que tarde llegaron de nuevo a la zona del incendio, donde ahora sólo quedaba una gran zona despejada, mientras unos cuantos de los aldeanos que regresaron con refuerzos intentaban sofocar el último foco, el cual se limitaba a pilas negruzcas y humeantes de cañas apiladas. Fue entonces el Yotsuki el primero en saltar para interpelar a los hombres.
—¡Genial! Sabía que funcionaría— caminó rodeando la zona.
—Pero tuvimos que talar parte del bosque sagrado...— dijo un hombre con un cubo de agua en mano.
—¿Entonces preferías que se quemara todo?— Giró su cabeza.
El hombre sólo agachó la mirada, echó el cubetazo de agua entre las carbonizadas cañas y se dio la vuelta, recogiendo su machete.
—Ustedes— Se acercó un sujeto vestido con una yukata de festival muy fina. —¿Son forasteros? Muchas gracias por echarnos una mano aquí— Hizo una profunda reverencia. Era un hombre que rondaba los veintisiete años, peinado formal y actitud formal. —¿Kiyoshi huyó?— Preguntó alzando la vista de inmediato.