3/11/2015, 18:39
Datsue se había preparado a conciencia para su viaje. Había llenado su mochila de mudas, latas con comida, una manta por si tenía que dormir a la intemperie y una cantimplora. También portaba su bandana en uno de los bolsillos de la mochila, pues no quería llevarla a la vista.
Tenía también el dinero, el collar de su padre colgando del cuello y un mapa con las rutas marcadas para llegar a Shinogi-to, al cual contemplaba hasta hacía un momento. Hasta hacía un momento, porque nada de eso importaba ya.
Frente a él, una mujer, un ángel caído del cielo, caminaba hechizando con su mirada esmeralda a todo hombre que posase sus ojos en ella. Y Datsue, que pensaba hasta aquel momento que era inmune hacia aquel tipo de embrujo, notó la presión en el pecho y el rubor de las mejillas al verla acercándose hacia él.
“Debería… ¿Debería decirle algo...? ¿Pero el qué? Si no la conozco de nada. Vamos, piensa algo, ¡joder! Cualquier excusa... ¡Pero no te quedes con cara de tonto o perderás la oportunidad…!”
Pero eso fue exactamente lo que hizo. Quedarse con cara de tonto, hipnotizado y sin atreverse a decir ni pío.
Tenía también el dinero, el collar de su padre colgando del cuello y un mapa con las rutas marcadas para llegar a Shinogi-to, al cual contemplaba hasta hacía un momento. Hasta hacía un momento, porque nada de eso importaba ya.
Frente a él, una mujer, un ángel caído del cielo, caminaba hechizando con su mirada esmeralda a todo hombre que posase sus ojos en ella. Y Datsue, que pensaba hasta aquel momento que era inmune hacia aquel tipo de embrujo, notó la presión en el pecho y el rubor de las mejillas al verla acercándose hacia él.
“Debería… ¿Debería decirle algo...? ¿Pero el qué? Si no la conozco de nada. Vamos, piensa algo, ¡joder! Cualquier excusa... ¡Pero no te quedes con cara de tonto o perderás la oportunidad…!”
Pero eso fue exactamente lo que hizo. Quedarse con cara de tonto, hipnotizado y sin atreverse a decir ni pío.