6/05/2019, 16:38
Akame se carcajeó sin complejos cuando Rōga enredó a aquel aldeano para poner en su boca palabras que no había dicho y sonsacarle una invitación a cena y cama como si de una prostituta barata se tratase. «¡Coño! Este muchacho se llevaría bien con cierto Uchiha que yo conozco muy bien, casi parece su pupilo», se dijo el renegado con una mezcla de dolor y nostalgia. Mientras saboreaba aquel recuerdo agridulce, observaba a niño y hombre resolver el asunto. Cuando el segundo se hubo marchado ante la mirada triunfante de Rōga, Akame se acerco a éste y le agradeció el hecho.
—Veo que tienes buenas habilidades con la gente. Tendré que agradecerte por eso, pero no creas que he olvidado nuestro trato —puntualizó el Uchiha, con una sonrisa maliciosa—. Una comida por una historia. ¿No?
Entretanto, el Kage Bunshin había desandado sus pasos para volver hasta la grieta en la ladera que debía servir de escondite a los dos muchachos. Cuando los versos de aquella canción tan hermosa llegaron a sus oídos, el clon no pudo evitar reconocerla y extrañarse; ¿sería un indicativo de que quien quiera que estaba persiguiendo a Okawa andaba cerca? ¿O tal vez las monjas del templo les habían encontrado? Súbitamente preocupado, el Akame falso aceleró el paso para llegar hasta el lugar, donde encontró...
A ambos muchachos tranquilamente sentados afuera de la cueva, Kiyoshi cantando y Okawa escuchándole en silencio. De momento le entraron ganas de irrumpir en escena y molerlos a golpes a los dos por atreverse a desperdiciar con tanta facilidad todo el esfuerzo que Akame y Rōga habían hecho por ayudarles. Sin embargo, se contuvo. Aquella imagen le evocaba una nostalgia muy dolorosa, el recuerdo de una muchacha de ojos dispares y melena blanca. Quiso apartarlos de su cabeza, pero... «Este dolor es todo lo que me queda de ella», se dijo, mientras se pasaba la mano zurda por la singular pluma azul que adornaba su oreja izquierda.
Salió de entre la maleza unos momentos después —cuando el joven terminó su canción—, con los brazos en jarras y la mirada severa. Dedicó un vistazo a los dos muchachos.
—Vaya, esta me parece una manera muy romántica de juguetear con los esfuerzos que nosotros estamos haciendo para ayudarles.
—Veo que tienes buenas habilidades con la gente. Tendré que agradecerte por eso, pero no creas que he olvidado nuestro trato —puntualizó el Uchiha, con una sonrisa maliciosa—. Una comida por una historia. ¿No?
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Entretanto, el Kage Bunshin había desandado sus pasos para volver hasta la grieta en la ladera que debía servir de escondite a los dos muchachos. Cuando los versos de aquella canción tan hermosa llegaron a sus oídos, el clon no pudo evitar reconocerla y extrañarse; ¿sería un indicativo de que quien quiera que estaba persiguiendo a Okawa andaba cerca? ¿O tal vez las monjas del templo les habían encontrado? Súbitamente preocupado, el Akame falso aceleró el paso para llegar hasta el lugar, donde encontró...
A ambos muchachos tranquilamente sentados afuera de la cueva, Kiyoshi cantando y Okawa escuchándole en silencio. De momento le entraron ganas de irrumpir en escena y molerlos a golpes a los dos por atreverse a desperdiciar con tanta facilidad todo el esfuerzo que Akame y Rōga habían hecho por ayudarles. Sin embargo, se contuvo. Aquella imagen le evocaba una nostalgia muy dolorosa, el recuerdo de una muchacha de ojos dispares y melena blanca. Quiso apartarlos de su cabeza, pero... «Este dolor es todo lo que me queda de ella», se dijo, mientras se pasaba la mano zurda por la singular pluma azul que adornaba su oreja izquierda.
Salió de entre la maleza unos momentos después —cuando el joven terminó su canción—, con los brazos en jarras y la mirada severa. Dedicó un vistazo a los dos muchachos.
—Vaya, esta me parece una manera muy romántica de juguetear con los esfuerzos que nosotros estamos haciendo para ayudarles.