6/05/2019, 19:03
—Y yo te dije que era mejor que valiese la pena— Ignoró el intento del Uchiha por hacerse el interesante con su enigmática sonrisa. —No vaya ser que me aburra y me levante de la mesa olvidándome de pagar la cuenta~ Dio saltitos mientras seguía riendo entredientes. Intenta tontear al Yotsuki, y este seguramente se las arreglará para darte la vuelta a la tortilla.
Se sintió muy aliviado cuando regresaron al pueblo y finalmente pudieron adentrarse en el mentado hostal. "Demonios, nos pasamos mucho de la hora del almuerzo." Se trataba de un hostal con taberna, con un estilo de casita tradicional japonesa. Tanto mesas como sillas estaban elaboradas en bambú, incluso las barras de las ventanas eran de bambú. Un ambiente que imitaba la sensación de paz del bosque que le rodeaba, aunque ya casi no quedaban comensales en la sala principal. En su lugar, un anciano conserje se dedicaba a trapear el suelo del humilde local.
—¡Hey!— Corrió hasta donde estaba el viejo. —¿Aún están sirviendo? Aunque esté frío, es sólo que me muero de hambre.
—¿Eh?— Era un hombre de piel blancuzca, ojos rasgados muy pequeños y postura encorvada. Sus ropas eran un kimono azul desteñido y hakama blanco. Sus canas estaban muy marcadas, al igual que la pronunciada calva sobre su cabeza, dejando únicamente cabellos en la nuca y los costados de la cabeza.—Pueden sentarse y ver el menú, yo avisaré a la muchacha en la cocina— se dio la vuelta con extrema parsimonia, aunque a su edad exigirle más velocidad era casi inhumano.
El genin negó con la cabeza y se fue a sentar a una de las tantas mesas que estaban junto a las ventanas, deseando que al aire del exterior le refrescara mientras tomaba la carta e iba posando sus ojos por sobre esta, alzando más a y más las cejas conforme avanzaba entre los platillos.
—¿Es que esta gente vive en dieta permanente?— le arrojaría el cartón al Uchiha a donde él estuviese.
Fideos de arroz, sashimi, pechuga de pavo al vapor, sopa de miso. Ni siquiera usaban pan con gluten, sino que tortillas de harina de maíz. Todo muy saludable y bueno para el cuerpo. "Pero joder, que necesito calorías". Esperaba que al menos les dieran aderezo para sazonar.
—¿EEEEEEIIIIN?— Y de pronto sus mejillas de blanca nieve se tiñeron con el escarlata de las pascuas, que aún en su momento más vergonzoso no dejaba de ser un avatar de la belleza. —Ay, ¿cuando? No te vi venir, quiero decir, ay...— No lo decía literalmente, pero era cierto que en su distracción ni siquiera se percató de la presencia del vendado al estar concentrada en escuchar la canción de kiyoshi. —¿Kiyoshi? ¡KIYOSHI!— se volteó rápidamente cuando.
¡PLOC!
El sonido de un cuerpo, cayendo rígido de espaldas contra el suelo. El muchacho se terminó desmayando de la impresión. No le gustaba que le oyeran hablar, y darse cuenta de que Akame le escuchó cantar era más de lo que sus nervios podían soportar.
—¡Ay!— La muchacha se cubrió la cara con ambas manos.
Se sintió muy aliviado cuando regresaron al pueblo y finalmente pudieron adentrarse en el mentado hostal. "Demonios, nos pasamos mucho de la hora del almuerzo." Se trataba de un hostal con taberna, con un estilo de casita tradicional japonesa. Tanto mesas como sillas estaban elaboradas en bambú, incluso las barras de las ventanas eran de bambú. Un ambiente que imitaba la sensación de paz del bosque que le rodeaba, aunque ya casi no quedaban comensales en la sala principal. En su lugar, un anciano conserje se dedicaba a trapear el suelo del humilde local.
—¡Hey!— Corrió hasta donde estaba el viejo. —¿Aún están sirviendo? Aunque esté frío, es sólo que me muero de hambre.
—¿Eh?— Era un hombre de piel blancuzca, ojos rasgados muy pequeños y postura encorvada. Sus ropas eran un kimono azul desteñido y hakama blanco. Sus canas estaban muy marcadas, al igual que la pronunciada calva sobre su cabeza, dejando únicamente cabellos en la nuca y los costados de la cabeza.—Pueden sentarse y ver el menú, yo avisaré a la muchacha en la cocina— se dio la vuelta con extrema parsimonia, aunque a su edad exigirle más velocidad era casi inhumano.
El genin negó con la cabeza y se fue a sentar a una de las tantas mesas que estaban junto a las ventanas, deseando que al aire del exterior le refrescara mientras tomaba la carta e iba posando sus ojos por sobre esta, alzando más a y más las cejas conforme avanzaba entre los platillos.
—¿Es que esta gente vive en dieta permanente?— le arrojaría el cartón al Uchiha a donde él estuviese.
Fideos de arroz, sashimi, pechuga de pavo al vapor, sopa de miso. Ni siquiera usaban pan con gluten, sino que tortillas de harina de maíz. Todo muy saludable y bueno para el cuerpo. "Pero joder, que necesito calorías". Esperaba que al menos les dieran aderezo para sazonar.
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—¿EEEEEEIIIIN?— Y de pronto sus mejillas de blanca nieve se tiñeron con el escarlata de las pascuas, que aún en su momento más vergonzoso no dejaba de ser un avatar de la belleza. —Ay, ¿cuando? No te vi venir, quiero decir, ay...— No lo decía literalmente, pero era cierto que en su distracción ni siquiera se percató de la presencia del vendado al estar concentrada en escuchar la canción de kiyoshi. —¿Kiyoshi? ¡KIYOSHI!— se volteó rápidamente cuando.
¡PLOC!
El sonido de un cuerpo, cayendo rígido de espaldas contra el suelo. El muchacho se terminó desmayando de la impresión. No le gustaba que le oyeran hablar, y darse cuenta de que Akame le escuchó cantar era más de lo que sus nervios podían soportar.
—¡Ay!— La muchacha se cubrió la cara con ambas manos.