7/05/2019, 03:33
—¡Oye cuidado con eso!— Apartó el humo de su cara, molesto. —No es correcto fumar en espacios públicos— Infló el cachete.
—Secundo lo dicho— Giró su mirar al vendado y habló con toda la autoridad que su tamaño y edad eran capaces de mostrar. —Dentro de los cuartos de huéspedes puede fumar todo lo que quiera, pero por lo demás he de pedirle que apague ese cigarro— Miró su libreta y luego al vendado. —Tenemos sake honjozu. Es un sake de sabor suave y cuyo destilado de alcohol lo hace muy aromático, aunque no servimos a menores de edad—. Aclaró.
—No, si yo no sé para que amigo imaginario pidió el otro vaso. Tú sólo dáselo, ¿sí?— Le restó importancia con la palma de la mano. Que no creyera el renegado que al Yotsuki podía pasarle detalles por encima de su nariz. —¿Y no tienes algo de chocolate o leche?— añadió.
La pequeña niña abrió la boca formando una "O" y levantó su dedo índice como si estuviera a punto de regañarles, y sin embargo, se contuvo y volvió a agarrar su libretita, guardándose lo que iba a decir.
—Los lácteos y el cacao tienen mucha grasa, engordan, así que no— se dio la vuelta, girándose sobre las talones y yéndose con un contoneo inocente.
—Esa malcriada no es alguien normal— Soltó cuando ya había desaparecido de su vista. —Y no estoy hablando de como se mira— No dio detalles, porque esperaba que Akame ya se hubiese dado cuenta de a qué se refería.
La de la larga cabellera negra negó con la cabeza.
—La doctrina de sólo el más fuerte sobrevive. ¿Tú realmente crees que ese dogma se aplica a nuestra especie?— No se giró en ningún momento, no lo necesitaba. —Ahora te plantearé algo en tus términos. Hay un leñador, y hay un oso pequeño. Cada uno camina al borde de un río, y los dos caen, sujetándose de una rama. Pasa un muchacho que no es pariente del leñador, y pasa un oso que no es la madre del osezno. El muchacho le tendió una soga al leñador, el oso se fue de largo porque no era su cría. ¿Quién de los dos era el animal más apto para sobrevivir?— Observaba la pared, cuando la vela pareció moverse sola aún cuando había poco aire dentro del recinto. —Ninguno. ¿Pero porqué el hombre vivió?— Ahora si giró sus ojos hasta Akame.
Sintió el duro temple en el interior de Akame y ella no iba a ser quién le hiciera cambiar de opinión. No. Porque ella sólo era una guía, ella sólo debía hacer las preguntas correctas. El Uchiha tenía que sacar sus propias respuestas.
—Si todo es tan negro cómo dices, ¿por qué te esfuerzas entonces en ser diferente?— soltaría aquella incógnita al aire, como si fuese una nimiedad. Ella tenía su verdad al respecto, ¿pero el Fénix?
»He escuchado un poco. Azufre por aquí, agua por allá. Aunque no sé que clase de empleo voy a poder conseguir. Poco y más de sustento tiene una itako, que sería irónico terminar ejerciendo sólo con un cambio de aires.
Echó a reír, pero cubriéndose la boca como toda señorita educada debe hacer para no sobresalir demasiado.
—Secundo lo dicho— Giró su mirar al vendado y habló con toda la autoridad que su tamaño y edad eran capaces de mostrar. —Dentro de los cuartos de huéspedes puede fumar todo lo que quiera, pero por lo demás he de pedirle que apague ese cigarro— Miró su libreta y luego al vendado. —Tenemos sake honjozu. Es un sake de sabor suave y cuyo destilado de alcohol lo hace muy aromático, aunque no servimos a menores de edad—. Aclaró.
—No, si yo no sé para que amigo imaginario pidió el otro vaso. Tú sólo dáselo, ¿sí?— Le restó importancia con la palma de la mano. Que no creyera el renegado que al Yotsuki podía pasarle detalles por encima de su nariz. —¿Y no tienes algo de chocolate o leche?— añadió.
La pequeña niña abrió la boca formando una "O" y levantó su dedo índice como si estuviera a punto de regañarles, y sin embargo, se contuvo y volvió a agarrar su libretita, guardándose lo que iba a decir.
—Los lácteos y el cacao tienen mucha grasa, engordan, así que no— se dio la vuelta, girándose sobre las talones y yéndose con un contoneo inocente.
—Esa malcriada no es alguien normal— Soltó cuando ya había desaparecido de su vista. —Y no estoy hablando de como se mira— No dio detalles, porque esperaba que Akame ya se hubiese dado cuenta de a qué se refería.
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La de la larga cabellera negra negó con la cabeza.
—La doctrina de sólo el más fuerte sobrevive. ¿Tú realmente crees que ese dogma se aplica a nuestra especie?— No se giró en ningún momento, no lo necesitaba. —Ahora te plantearé algo en tus términos. Hay un leñador, y hay un oso pequeño. Cada uno camina al borde de un río, y los dos caen, sujetándose de una rama. Pasa un muchacho que no es pariente del leñador, y pasa un oso que no es la madre del osezno. El muchacho le tendió una soga al leñador, el oso se fue de largo porque no era su cría. ¿Quién de los dos era el animal más apto para sobrevivir?— Observaba la pared, cuando la vela pareció moverse sola aún cuando había poco aire dentro del recinto. —Ninguno. ¿Pero porqué el hombre vivió?— Ahora si giró sus ojos hasta Akame.
Sintió el duro temple en el interior de Akame y ella no iba a ser quién le hiciera cambiar de opinión. No. Porque ella sólo era una guía, ella sólo debía hacer las preguntas correctas. El Uchiha tenía que sacar sus propias respuestas.
—Si todo es tan negro cómo dices, ¿por qué te esfuerzas entonces en ser diferente?— soltaría aquella incógnita al aire, como si fuese una nimiedad. Ella tenía su verdad al respecto, ¿pero el Fénix?
»He escuchado un poco. Azufre por aquí, agua por allá. Aunque no sé que clase de empleo voy a poder conseguir. Poco y más de sustento tiene una itako, que sería irónico terminar ejerciendo sólo con un cambio de aires.
Echó a reír, pero cubriéndose la boca como toda señorita educada debe hacer para no sobresalir demasiado.