9/05/2019, 16:16
El Yotsuki no hizo sino reír ante la pequeña rabieta del Uchiha por verse privado de su preciado veneno a los pulmones. No es que le gustase divertirse con desgracia y dolor ajeno pero... Bueno, sí, si disfrutaba en parte molestar a la gente.
—¿Mi historia?— Ladeó la cabeza como un perro que intenta observar a su dueño. —Bah, no hay nada interesante que contar sobre mí— Sonrió relajado mientras estiraba brazos y piernas en su asiento. —No tengo un gran propósito predestinado, o una tragedia que me impulsara a tomar la decisión de ser ninja. Simplemente, provengo de uno de los tantos clanes que cayeron en la ruina tras la destrucción de las cinco grandes. De hecho, mi papá en su momento nunca se dedicó a ello y mi madre se retiró muy joven para formar una familia y tenerme a mí. Mi abuelo apenas puede caminar de tantas lesiones que sufrió a lo largo de su carrera, además de tener otros achaques. Si soy ninja, es porque sí. Porque bueno, alguien en la familia tenía que mantener vivo el orgullo del clan y mi abuelo hizo todo lo posible por instruirme de la mejor manera. Sin embargo, no tengo una meta como shinobi como tal. Simplemente es un medio para ganarme la fama que planeo alcanzar. ¡La gente te aclama cuando eres un héroe! La verdad es que me complica un poco ajustar mi agenda entre la música y la vida ninja pero oye, todos debemos vivir de algo ¿no? Y ahora mismo me es más fácil conseguir ryōs en misiones que cantando en bares de mala muerte. Ya te lo digo, no es sólo subirse al escenario y hacer que llueva el dinero— Terminó por carcajear.
Tal vez sonara como un inocente niño soñador... Pero en su pacífica vida en la aldea y el amor de su familia no existía nada más. Quizás si lo era. Aún con todas las experiencias malas o los conflictos que había afrontado a lo largo de su corta pero ajetreada experiencia, seguía siendo un inocente niño soñador, porque creía firmemente en que lo lograría algún día, sin importar cuanto se tardase.
—Lamento decepcionarte si esperabas algo más profundo— se encogió de hombros.
La chamana no pudo sino echarse a reír a carcajadas, Akame mordió el anzuelo tal y como lo esperaba. Solito él se sirvió en la bandeja de plata, para que ella pudiera darle un mordisco.
—El anciano murió porque el mercenario tampoco era lo suficientemente fuerte— Ella se levantó y caminó suavemente hasta quedar frente a Akame. —Pero yo sé que mi mercenario es mejor que eso, ¿verdad?— Y sonrío de forma cómplice frente a él. —Tú si puedes marcar una diferencia para que esta historia no termine igual—. Asintió con la cabeza.
—¿Mi historia?— Ladeó la cabeza como un perro que intenta observar a su dueño. —Bah, no hay nada interesante que contar sobre mí— Sonrió relajado mientras estiraba brazos y piernas en su asiento. —No tengo un gran propósito predestinado, o una tragedia que me impulsara a tomar la decisión de ser ninja. Simplemente, provengo de uno de los tantos clanes que cayeron en la ruina tras la destrucción de las cinco grandes. De hecho, mi papá en su momento nunca se dedicó a ello y mi madre se retiró muy joven para formar una familia y tenerme a mí. Mi abuelo apenas puede caminar de tantas lesiones que sufrió a lo largo de su carrera, además de tener otros achaques. Si soy ninja, es porque sí. Porque bueno, alguien en la familia tenía que mantener vivo el orgullo del clan y mi abuelo hizo todo lo posible por instruirme de la mejor manera. Sin embargo, no tengo una meta como shinobi como tal. Simplemente es un medio para ganarme la fama que planeo alcanzar. ¡La gente te aclama cuando eres un héroe! La verdad es que me complica un poco ajustar mi agenda entre la música y la vida ninja pero oye, todos debemos vivir de algo ¿no? Y ahora mismo me es más fácil conseguir ryōs en misiones que cantando en bares de mala muerte. Ya te lo digo, no es sólo subirse al escenario y hacer que llueva el dinero— Terminó por carcajear.
Tal vez sonara como un inocente niño soñador... Pero en su pacífica vida en la aldea y el amor de su familia no existía nada más. Quizás si lo era. Aún con todas las experiencias malas o los conflictos que había afrontado a lo largo de su corta pero ajetreada experiencia, seguía siendo un inocente niño soñador, porque creía firmemente en que lo lograría algún día, sin importar cuanto se tardase.
—Lamento decepcionarte si esperabas algo más profundo— se encogió de hombros.
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La chamana no pudo sino echarse a reír a carcajadas, Akame mordió el anzuelo tal y como lo esperaba. Solito él se sirvió en la bandeja de plata, para que ella pudiera darle un mordisco.
—El anciano murió porque el mercenario tampoco era lo suficientemente fuerte— Ella se levantó y caminó suavemente hasta quedar frente a Akame. —Pero yo sé que mi mercenario es mejor que eso, ¿verdad?— Y sonrío de forma cómplice frente a él. —Tú si puedes marcar una diferencia para que esta historia no termine igual—. Asintió con la cabeza.