12/05/2019, 13:10
—Oh... Seguramente tendrás mucha presión sobre tus hombros
La verdad es que realmente nunca me había parado a pensarlo mucho. En la academia la presión no venia por la fama de mi padre, y ahora, en la forja, la presión se debía mas al estándar de calidad que admitía mi padre que al propio hecho de ser su hijo.
—Bueno, supongo que a veces podría ser, aunque la verdad es que no lo llevo nada mal
—. La heladería no está muy lejos, será mejor que no bajemos el paso
Volvió a acerca hacía mi para cubrirme con la sombrilla. Aquello seguia haciendome sentir muy incomodo. Ya me daba vergüenza la cercanía con ciertas personas conocidas...
El resto del trayecto transcurrió en completo silencio hasta que finalmente alcanzamos la heladería. Para mi fue un alivio.
El edificio tenía un cartel grande con el nimbre Heladería 007 impreso en él. Tras unas puertas de cristal había una enorme sala con siete u ocho mesas para un par de personas cada una. Parecía un local idóneo para parejas, pero esperaba que mi acompañante no creyera que aquello fuera a ser una cita. Por que ni lo era, no yo quería que lo fuera.
No habia mucha mas gente en el local y el mostrador estaba cerca de la entrada. En el propio mostrador se podría ver una enorme lista de sabores y otras cosas típicas que ofrecían en una heladería.
—¿Como ha estado Rin-san?
Parecía que mi acompañante ya había estado allí y conocía a la mujer que atendía el mostrador.
—Ah... Eres tú, pensé que no volverías después de lo que ocurrió la última vez
—¿La última vez? Jejeje. Ya me disculpé por ello, sabe que no era mi intención, incluso no fue mi culpa, bueno no todo fue mi culpa.
¿Con qué clase de loca me había juntado el destino? ¿Seguían los dioses intentando joderme ma vía? ¿Me juzgarían mal solo por acompañarla?
—¿Qué vas a querer esta vez?
La forma en la que la mujer le hablaba confirmaba mis sospechas de que aquella chica no debía ser muy buena compañía. Parecía que quería que se marchara cuanto antes.
—Para mi una barquilla con una bola de mantecado y la otra de torta suiza ¿Y tú?
—Yo solo un granizado de mandarina.
Aunque era tentador, no quería estropear mi entrenamiento con el pacaminoso chocolate. Tendría que conformarme con algo refrescante a la vez que saludable.
La verdad es que realmente nunca me había parado a pensarlo mucho. En la academia la presión no venia por la fama de mi padre, y ahora, en la forja, la presión se debía mas al estándar de calidad que admitía mi padre que al propio hecho de ser su hijo.
—Bueno, supongo que a veces podría ser, aunque la verdad es que no lo llevo nada mal
—. La heladería no está muy lejos, será mejor que no bajemos el paso
Volvió a acerca hacía mi para cubrirme con la sombrilla. Aquello seguia haciendome sentir muy incomodo. Ya me daba vergüenza la cercanía con ciertas personas conocidas...
El resto del trayecto transcurrió en completo silencio hasta que finalmente alcanzamos la heladería. Para mi fue un alivio.
El edificio tenía un cartel grande con el nimbre Heladería 007 impreso en él. Tras unas puertas de cristal había una enorme sala con siete u ocho mesas para un par de personas cada una. Parecía un local idóneo para parejas, pero esperaba que mi acompañante no creyera que aquello fuera a ser una cita. Por que ni lo era, no yo quería que lo fuera.
No habia mucha mas gente en el local y el mostrador estaba cerca de la entrada. En el propio mostrador se podría ver una enorme lista de sabores y otras cosas típicas que ofrecían en una heladería.
—¿Como ha estado Rin-san?
Parecía que mi acompañante ya había estado allí y conocía a la mujer que atendía el mostrador.
—Ah... Eres tú, pensé que no volverías después de lo que ocurrió la última vez
—¿La última vez? Jejeje. Ya me disculpé por ello, sabe que no era mi intención, incluso no fue mi culpa, bueno no todo fue mi culpa.
¿Con qué clase de loca me había juntado el destino? ¿Seguían los dioses intentando joderme ma vía? ¿Me juzgarían mal solo por acompañarla?
—¿Qué vas a querer esta vez?
La forma en la que la mujer le hablaba confirmaba mis sospechas de que aquella chica no debía ser muy buena compañía. Parecía que quería que se marchara cuanto antes.
—Para mi una barquilla con una bola de mantecado y la otra de torta suiza ¿Y tú?
—Yo solo un granizado de mandarina.
Aunque era tentador, no quería estropear mi entrenamiento con el pacaminoso chocolate. Tendría que conformarme con algo refrescante a la vez que saludable.