15/05/2019, 15:57
Ranko tuvo tres emociones diferentes casi de manera consecutiva: primero se sintió reconfortada de que a Mei le pareciera una buena idea lo de Owatatsumi. Segundo, un instante de pánico al verla sorprendida por su ensimismamiento. Tercero, una pena enorme por hacerla pasar vergüenza.
El conflicto interno de la chica incrementó exponencialmente, aunque no lo mostró mucho.
“¡Aaaagh! ¡Lo último que quiero es que pase vergüenza, como yo! ¿Qué hago, qué hago, qué hago?”
—¡N-n-n-no…! No qui… No quisiera hacerla se-sentir mal. E-es solo q-que… Mei-san me aconsejó y… m-me explicó… y me a-ayudó a elegir u-un lugar en… en el que yo… me sintiera cómoda. A muchas… a muchas personas no les habría… no les habría importado mi sentir.
La de la trenza dijo esto con la mirada baja, fija en los pies de su interlocutora. El tríptico de Owatatsumi había sido doblado varias veces de manera nerviosa, víctima de los dedos inquietos de Ranko.
—Gracias. Qui-quiero mostrar mi… mi agradecimiento a-a Mei-san. Con esto. ¿E… está bien?
Si la chica no aceptaba, no insistiría otra vez. El haberlo sugerido de nuevo era ya una hazama para Ranko. A pesar de no haber podido concentrarse lo suficiente como para hablar sin tartamudear, sentía que al menos se había comunicado de manera suficientemente clara. La gente pasaba por la calle, a su alrededor, fijándose brevemente en las dos chicas que charlaban entre la multitud. Algunos tal vez se preguntaban porqué no hablaban en un lugar menos concurrido.
“Además, si no acepta ¿cómo encontraré a Kuumi yo sola?”
El conflicto interno de la chica incrementó exponencialmente, aunque no lo mostró mucho.
“¡Aaaagh! ¡Lo último que quiero es que pase vergüenza, como yo! ¿Qué hago, qué hago, qué hago?”
—¡N-n-n-no…! No qui… No quisiera hacerla se-sentir mal. E-es solo q-que… Mei-san me aconsejó y… m-me explicó… y me a-ayudó a elegir u-un lugar en… en el que yo… me sintiera cómoda. A muchas… a muchas personas no les habría… no les habría importado mi sentir.
La de la trenza dijo esto con la mirada baja, fija en los pies de su interlocutora. El tríptico de Owatatsumi había sido doblado varias veces de manera nerviosa, víctima de los dedos inquietos de Ranko.
—Gracias. Qui-quiero mostrar mi… mi agradecimiento a-a Mei-san. Con esto. ¿E… está bien?
Si la chica no aceptaba, no insistiría otra vez. El haberlo sugerido de nuevo era ya una hazama para Ranko. A pesar de no haber podido concentrarse lo suficiente como para hablar sin tartamudear, sentía que al menos se había comunicado de manera suficientemente clara. La gente pasaba por la calle, a su alrededor, fijándose brevemente en las dos chicas que charlaban entre la multitud. Algunos tal vez se preguntaban porqué no hablaban en un lugar menos concurrido.
“Además, si no acepta ¿cómo encontraré a Kuumi yo sola?”
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