5/11/2015, 05:32
- Sakamoto Noemi, ¿Y tú...?
—Uchiha Datsue —respondió, aliviado por una pregunta cuya respuesta no demandaba comerse los sesos para encontrar una lo suficientemente ingeniosa. Seguramente sería su único respiro.
- Vamos a buscar algún lugar con algo más de privacidad... - Le dijo al chico mientras con la mirada buscaba lo ya mencionado.
A Datsue le empezó a latir el corazón de manera tremendamente peligrosa. “¿Un lugar con más privacidad?” Ahora su corazón parecía estar bombeando fuego, en vez de sangre, un fuego que recorría sus venas y que amenazaba con derretirle por dentro “¿¡Un lugar con más privacidad!? Eso significa… ¡Eso significa…!” No se lo podía creer. Aquello era el sueño de todo crío preadolescente hecho realidad. Y lo estaba viviendo él, justo en aquel momento.
Se sentía pletórico, invencible, con la fuerza suficiente como para mover una montaña y la energía desbordante como para dar la vuelta al mundo entero sin cansarse.
“Joder, por lo que más quieras, no la pifies. Venga, ahora… ¿debería invitarla a mi casa? Hmm… En la novela de Genji nunca las invitaba a casa, al menos no en la primera cita. Sí, quizá sea demasiado precipitado, aunque después de lo que me acaba de decir… Uff… ¿Qué hago? Vale, bien. Mejor dejar que ella lleve las riendas. Sí, no vaya a ser que la cague”
—¡Claro! —exclamó Datsue, disimulando a duras penas su júbilo—. Podríamos ir al parque de aquí al lado —sugirió—, o quizá prefieras algún otro sitio…
—Uchiha Datsue —respondió, aliviado por una pregunta cuya respuesta no demandaba comerse los sesos para encontrar una lo suficientemente ingeniosa. Seguramente sería su único respiro.
- Vamos a buscar algún lugar con algo más de privacidad... - Le dijo al chico mientras con la mirada buscaba lo ya mencionado.
A Datsue le empezó a latir el corazón de manera tremendamente peligrosa. “¿Un lugar con más privacidad?” Ahora su corazón parecía estar bombeando fuego, en vez de sangre, un fuego que recorría sus venas y que amenazaba con derretirle por dentro “¿¡Un lugar con más privacidad!? Eso significa… ¡Eso significa…!” No se lo podía creer. Aquello era el sueño de todo crío preadolescente hecho realidad. Y lo estaba viviendo él, justo en aquel momento.
Se sentía pletórico, invencible, con la fuerza suficiente como para mover una montaña y la energía desbordante como para dar la vuelta al mundo entero sin cansarse.
“Joder, por lo que más quieras, no la pifies. Venga, ahora… ¿debería invitarla a mi casa? Hmm… En la novela de Genji nunca las invitaba a casa, al menos no en la primera cita. Sí, quizá sea demasiado precipitado, aunque después de lo que me acaba de decir… Uff… ¿Qué hago? Vale, bien. Mejor dejar que ella lleve las riendas. Sí, no vaya a ser que la cague”
—¡Claro! —exclamó Datsue, disimulando a duras penas su júbilo—. Podríamos ir al parque de aquí al lado —sugirió—, o quizá prefieras algún otro sitio…