19/05/2019, 22:01
El llamado Suzaku escuchó con atención aquel relato sobre las itako de la montaña, los monjes y los poderes que decían tener. Él mismo había experimentado de primera mano aquel don para leer el corazón de las personas, de modo que no le costó creer esa parte. «Así que la leyenda es cierta, e imagino que Okawa estaba destinada a ser el recambio», se dijo Akame. Paciente, esperó a que la vieja tendera terminase mientras buscaba su paquete de tabaco; cuando ésta lo encontró, una sonrisa se dibujó brevemente en el rostro del Uchiha. «Vaya, por fin un golpe de suerte.»
—Me llevaré el tabaco, y el par de figuritas. También necesito provisiones, a no mucho tardar continuaré mi viaje y no sé cuándo volveré a parar en alguna población —se justificó, lo cual no era enteramente mentira—. Deme algo que aguante bien para el viaje y sea saciante.
Una vez tuviera todo lo que necesitaba, el Uchiha pagaría aquello —por suerte llevaba dinero encima, el poco que tenía— y luego se encaminó hacia el bosque de bambú, de vuelta al escondite de Okawa y Kiyoshi. En todo momento, pese a que los acontecimientos se estaban sucediendo sin incidentes, Akame estaba pendiente de sus alrededores; especialmente después de dejar Murasame e internarse en el bosque. No podía permitir que nadie le siquiera hasta la gruta del niño mendigo.
—Me llevaré el tabaco, y el par de figuritas. También necesito provisiones, a no mucho tardar continuaré mi viaje y no sé cuándo volveré a parar en alguna población —se justificó, lo cual no era enteramente mentira—. Deme algo que aguante bien para el viaje y sea saciante.
Una vez tuviera todo lo que necesitaba, el Uchiha pagaría aquello —por suerte llevaba dinero encima, el poco que tenía— y luego se encaminó hacia el bosque de bambú, de vuelta al escondite de Okawa y Kiyoshi. En todo momento, pese a que los acontecimientos se estaban sucediendo sin incidentes, Akame estaba pendiente de sus alrededores; especialmente después de dejar Murasame e internarse en el bosque. No podía permitir que nadie le siquiera hasta la gruta del niño mendigo.