20/05/2019, 12:42
En cuanto expuse mi teoría, la muchacha pareció entenderlo todo. Al menos eso es lo que decía su silencio. Momento que sería interrumpido a los pocos segundos. Fue entonces cuando la jinchuriki siguió con su cometido. Al parecer era más importante seguir regañandome y cuestionando mi actuación anterior que tratar de buscar una salida que no fuese morir allí abajo.
—Y, poniendo que lo que dices sea cierto y tengamos a un loco maniático aquí abajo esperándonos, no se te ha ocurrido algo mejor que tirarte a la boca del lobo gritando y con la katana por delante. El sigilo no entraba dentro de tus planes, ¿verdad?
Simplemente no respondí, resople desviando mi mirada hasta el suelo con pesadez. No pude evitar mostrarme de aquella manera. Lo cierto es que temía que la paciencia se me agotase.
—Sí... es lo mejor que podemos hacer...
Al parecer había entrado en razón. No me lo pensaría dos veces y avanzaría por aquel pasillo junto a Ayame. Tenía miedo. No solo por lo que fuera lo que nos quisiera allí abajo, sino por no conocerme, ni por puro asomo aquel lugar de mala muerte. Tampoco había que olvidar que Ayame podría sentirse igual o peor. Amenazada incluso. Y que esos sentimientos provocasen un nuevo descontrol del bijuu que custodiaba en su interior. Aquello sería un gran problema del cual yo no tendría la solución.
—Oye, y según tu elaborada deducción, ¿qué tipo de persona estaría aquí abajo, enterrada a varias decenas de metros debajo de tierra, en unas ruinas semiderruidas, a la espera de una pobre presa en la superficie?
— Pues...
No me vi capaz de terminar en cuanto oí aquel zumbido que hizo que me encogiera. ¿Qué diantres fue aquello? Empezaba a temerme lo peor.
—¿Oyes... eso...?
Joder, claro que lo oía. como para no oír el aviso de que íbamos a morir allí abajo sin que nada ni nadie pudiese remediarlo. Mis manos anudaron con más fuerza la bandana que lucía en la frente.
— Claro que lo oigo. — hice una breve pausa para coger fuerzas — Vale, muy bien, si quieres hostias las tendrás
¿De dónde diantres salían esas fuerzas? Ojalá lo supiese para devolverlas al pozo de donde habían venido. Pero de algún modo sentí que podía hacer frente a lo que fuese que hacia aquella y que ahora hacia vibrar las paredes. Avanzaba con cierta firmeza.
— ¿Qué mierdas vas a hacer...?
Incluso la araña veía que aquello era una estupidez de tamaño estratosférico.
—Y, poniendo que lo que dices sea cierto y tengamos a un loco maniático aquí abajo esperándonos, no se te ha ocurrido algo mejor que tirarte a la boca del lobo gritando y con la katana por delante. El sigilo no entraba dentro de tus planes, ¿verdad?
Simplemente no respondí, resople desviando mi mirada hasta el suelo con pesadez. No pude evitar mostrarme de aquella manera. Lo cierto es que temía que la paciencia se me agotase.
—Sí... es lo mejor que podemos hacer...
Al parecer había entrado en razón. No me lo pensaría dos veces y avanzaría por aquel pasillo junto a Ayame. Tenía miedo. No solo por lo que fuera lo que nos quisiera allí abajo, sino por no conocerme, ni por puro asomo aquel lugar de mala muerte. Tampoco había que olvidar que Ayame podría sentirse igual o peor. Amenazada incluso. Y que esos sentimientos provocasen un nuevo descontrol del bijuu que custodiaba en su interior. Aquello sería un gran problema del cual yo no tendría la solución.
—Oye, y según tu elaborada deducción, ¿qué tipo de persona estaría aquí abajo, enterrada a varias decenas de metros debajo de tierra, en unas ruinas semiderruidas, a la espera de una pobre presa en la superficie?
— Pues...
No me vi capaz de terminar en cuanto oí aquel zumbido que hizo que me encogiera. ¿Qué diantres fue aquello? Empezaba a temerme lo peor.
—¿Oyes... eso...?
Joder, claro que lo oía. como para no oír el aviso de que íbamos a morir allí abajo sin que nada ni nadie pudiese remediarlo. Mis manos anudaron con más fuerza la bandana que lucía en la frente.
— Claro que lo oigo. — hice una breve pausa para coger fuerzas — Vale, muy bien, si quieres hostias las tendrás
¿De dónde diantres salían esas fuerzas? Ojalá lo supiese para devolverlas al pozo de donde habían venido. Pero de algún modo sentí que podía hacer frente a lo que fuese que hacia aquella y que ahora hacia vibrar las paredes. Avanzaba con cierta firmeza.
— ¿Qué mierdas vas a hacer...?
Incluso la araña veía que aquello era una estupidez de tamaño estratosférico.
![[Imagen: K1lxG4r.png]](https://i.imgur.com/K1lxG4r.png)
![[Imagen: dlinHLO.png]](https://i.imgur.com/dlinHLO.png)
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa