21/05/2019, 20:47
(Última modificación: 21/05/2019, 20:52 por King Roga. Editado 1 vez en total.
Razón: Códigos trolls
)
Mientras tanto en el pueblo...
Rōga estaba tratando de cumplir con su trabajo, pero debía ser precavido. Sabía que si él mismo difundía los rumores, podía llegar a ser sospechoso y contraproducente. En su lugar, optó por una táctica mucho más segura y fiable: serían los propios aldeanos quienes crearan la expectativa. ¿Cómo lograrlo? "Lobo tiene sus recursos." Primero, se transformó en el hombre bien vestido, fingiendo ir a comprar a la tienda de la anciana y contando lo sucedido. Luego, tomó la figura del conserje del hostal, atendiendo a un par más de transeúntes sobre lo ocurrido. Incluso, tomó la figura del tipo del machete, fingiendo preguntar a los lugareños por pistas. Al final, se armaría una cadena en la que los involucrados serían únicamente los propios habitantes de Murasame. "Si preguntan, yo no fui." Pero, ¿para qué tomar esas precauciones? Simple, no iba a subestimar la inteligencia de sus oponentes. No era muy bueno empleando tácticas en pleno combate, pero se le daba bien planificar a largo plazo.
Y sin embargo, hubo un suceso, que cambiaría las cosas.
Luego de recoger el kimono para Ōkawa en la sastrería, regresó al hostal con una sonrisa, siendo increpado en el camino por cierta niña.
—¿De dónde vienes?
—¿Huh? Oye pequeña, ¿qué ahora vas a invadir la privacidad de tus clientes también?
—Me llamo Enma Kyōko, así que no me digas pequeña— por mucho que sonara seria, era imposible no reírse cuando debías agacharte para verla a los ojos. —Escuché, que tú y tu amigo ayudaron con el incendio, pero que el bandido de Kiyoshi huyó junto a la decimocuarta. ¿Qué clase de ninjas inútiles son ustedes?
—¿¡Y a ti que te importa!? Estamos de paso. En cuanto tenga los vestidos para mí mamá yo me largo. Él quizás se vaya por su lado, que a decir verdad solo nos juntamos de casualidad, no sé ni a dónde irá— Y entonces, miró aquellos ojos cristalinos. Y sintió que algo estaba jodidamente mal. —No es nuestro asunto arreglar sus problemas de gratis. A los shinobi nos pagan por cumplir misiones, no somos buen hechores— Trató de quitarse la pedrada, aún si eso implicaba hablar de forma contradictoria respecto a sus verdadera visión de ese asunto. Quiso entonces, hacer una pequeña prueba, sacando de su bolsa la bolita peluda. —¡No seas una amargada!— Sonrió mientras sacudía el juguete en la cara de la pequeña, la cuál le mostró la misma indiferencia que Akame.
—¡Eres un tonto!— frunció el ceño y se dio la vuelta.
El Yotsuki la vio largarse, mientras el mismo iba a prepararse para la noche. El rumor difundido decía que la aprendiz de itako quizás se había refugiado en una de las tantas casas abandonadas del bosque, en las periferias de Murasame. No escogió una en específico, porque también sería extraño dejar una pista tan certera y que los mismos aldeanos no hayan ido a por ella antes. La carnada debía ser lo más creíble posible, así que debía dejar que quienes fuesen sus perseguidores tuviesen que esforzarse.
..de vuelta a la guarida de Kiyoshi.
Luego de la comida, la muchacha decidió dormir. Había sido una jornada extremadamente ajetreada ese día y su cuerpo no estaba acostumbrado a tanto esfuerzo, más con su mala condición. Ella simplemente se recostó en la hamaca y se dejó llevar. Incluso dormida, no roncaba ni se movía más allá de su suave respiración, dando la imagen de una pura e inocente doncella.
Kiyoshi la cubrió con la sábana más limpia que tenía, mientras arreglaba los trastes y demás objetos. Obviamente no iba a dirigirle la palabra al renegado en el resto de la tarde.