21/05/2019, 22:38
En el hostal las luces estaban encendidas, pero había casi nula gente. Únicamente una pareja de ancianitos de la propia Murasame, quienes seguramente iban ahí buscando los servicios en calidad de restaurante y no de hospedaje. El Uchiha y el Yotsuki eran los únicos viajeros que estaban alojados en aquel sitio.
Aún así, el joven King planeaba cumplir su promesa y hacer hablar a Suzaku. "Que le voy a decir así para que no se sienta mal." Se las arregló para sobornar a la jodida niña, y conseguir que le friera algo más.
Rōga se hallaría vestido distinto a cómo le conoció. Estando ya bajo la protección de la noche y sin el atroz calor propio del País de la Hierba, se dio el lujo de vestir sus habituales prendas de servicio. Atrás quedó la yukata de bandido de los caminos, para pasar a un pandillero de ciudad. La únicas diferencias, es que el portaobjetos en lugar de estar en su pierna estaba en la parte trasera de su espalda, escondido levemente bajo su chaqueta negra. La bandana no estaba en su cuello, pero sus gafas oscuras sí que lo estaban sobre sus ojos.
—Hombre viniste a tiempo, la niña esta Kyōko ya debe traer la comida. Mira que tuve que pasarle billete de más para que accediera a traer comida cómo mandan los dioses. Espero que valga la jodida pena— Se cruzó de brazos, esperando a que el vendado tomase su lugar.
Aún así, el joven King planeaba cumplir su promesa y hacer hablar a Suzaku. "Que le voy a decir así para que no se sienta mal." Se las arregló para sobornar a la jodida niña, y conseguir que le friera algo más.
Rōga se hallaría vestido distinto a cómo le conoció. Estando ya bajo la protección de la noche y sin el atroz calor propio del País de la Hierba, se dio el lujo de vestir sus habituales prendas de servicio. Atrás quedó la yukata de bandido de los caminos, para pasar a un pandillero de ciudad. La únicas diferencias, es que el portaobjetos en lugar de estar en su pierna estaba en la parte trasera de su espalda, escondido levemente bajo su chaqueta negra. La bandana no estaba en su cuello, pero sus gafas oscuras sí que lo estaban sobre sus ojos.
—Hombre viniste a tiempo, la niña esta Kyōko ya debe traer la comida. Mira que tuve que pasarle billete de más para que accediera a traer comida cómo mandan los dioses. Espero que valga la jodida pena— Se cruzó de brazos, esperando a que el vendado tomase su lugar.