26/05/2019, 05:54
El Yotsuki se mostraba reacio a cambiar las letras de sus canciones. "Canto porque quiero transmitir emociones. Si antepongo la búsqueda del reconocimiento antes que el sentimiento, no tendría sentido. Si cambio las letras perderían su esencia." Para algunos quizás aquello sonase bastante melodramático, pero para él era su pasión y un estilo de vivir que pensaba llevar al pie de la letra. Era parte de su forma de ser.
—No te preocupes, entiendo— Le restó importancia a las excusas de Ken por su inexperiencia.
A decir verdad, Rōga era mucho más atento de lo que podría parecer. Escudriñaba en los pequeños detalles, por irrelevantes que pudiesen parecer. Era por ello que prestó atención a cada movimiento que ejecutaba el muchacho. "Es similar a cómo me enseñó mi mamá, pero distinto a la vez." De la mínima experiencia que tenía por cortesía de su madre, pudo darse cuenta primero que nada que aquellos ejercicios estaban diseñados para una espada más grande, aunque también entendía que siendo novato sería incapaz de manejar una. "Probablemente yo tampoco podría." Se planteó.
Analizó a conciencia cada pose, percatándose de las leves diferencias que tenían respecto al estilo shinobi de Kumogakure que su madre ejecutaba. Aunque fueran sencillas o simples, era perfectamente consciente que sin las bases el resto no tenía importancia, por lo que a pesar de todo era una muy buena lección. "Maldición, casi me dan ganas a mí de aprender." Observó hasta al final.
—No tienes porque sentirte mal, la verdad es que resulta interesante— Asintió varias veces con la cabeza.
Luego vino algo que lo descolocó, ¿aquel muchacho le estaba invitando a conocer a su sensei? Por muy amable que fuese, era una perfecta locura.
—¿Me estás diciendo que yo vaya a Uzushiogakure para conocerlo y presentármelo? ¿Pero tú estás loco?— Abrió ambos ojos, incrédulo. —Está bien que nuestras aldeas sean aliadas, pero aún así ningún shinobi tiene autorización de ingresar a la otra por mucho que tengas la intención de invitarme— Se levantó y se rascó la nuca.
»Mira que si por mí fuera, yo iría encantado. ¿Sabes? Mi mamá también es una espadachina, pero, realmente yo me he centrado más en el estilo de pelea heredado de mi abuelo.
Se acercó hasta sus cosas y guardó la guitarra en su funda.
—¿Cómo es que se llama tu maestro?— Ladeó la cabeza. —Ay, que ahora me dejaste con las ganas— Le emocionaba la idea de ver a un samurai en acción. —No te digo nada de juntarnos en otro lugar porque, bueno. Es difícil. Cómo ninja a veces tengo tiempo y a veces no. Una vez hice una promesa con alguien pero no pude cumplirla y no quisiera que me pasara lo mismo contigo.
—No te preocupes, entiendo— Le restó importancia a las excusas de Ken por su inexperiencia.
A decir verdad, Rōga era mucho más atento de lo que podría parecer. Escudriñaba en los pequeños detalles, por irrelevantes que pudiesen parecer. Era por ello que prestó atención a cada movimiento que ejecutaba el muchacho. "Es similar a cómo me enseñó mi mamá, pero distinto a la vez." De la mínima experiencia que tenía por cortesía de su madre, pudo darse cuenta primero que nada que aquellos ejercicios estaban diseñados para una espada más grande, aunque también entendía que siendo novato sería incapaz de manejar una. "Probablemente yo tampoco podría." Se planteó.
Analizó a conciencia cada pose, percatándose de las leves diferencias que tenían respecto al estilo shinobi de Kumogakure que su madre ejecutaba. Aunque fueran sencillas o simples, era perfectamente consciente que sin las bases el resto no tenía importancia, por lo que a pesar de todo era una muy buena lección. "Maldición, casi me dan ganas a mí de aprender." Observó hasta al final.
—No tienes porque sentirte mal, la verdad es que resulta interesante— Asintió varias veces con la cabeza.
Luego vino algo que lo descolocó, ¿aquel muchacho le estaba invitando a conocer a su sensei? Por muy amable que fuese, era una perfecta locura.
—¿Me estás diciendo que yo vaya a Uzushiogakure para conocerlo y presentármelo? ¿Pero tú estás loco?— Abrió ambos ojos, incrédulo. —Está bien que nuestras aldeas sean aliadas, pero aún así ningún shinobi tiene autorización de ingresar a la otra por mucho que tengas la intención de invitarme— Se levantó y se rascó la nuca.
»Mira que si por mí fuera, yo iría encantado. ¿Sabes? Mi mamá también es una espadachina, pero, realmente yo me he centrado más en el estilo de pelea heredado de mi abuelo.
Se acercó hasta sus cosas y guardó la guitarra en su funda.
—¿Cómo es que se llama tu maestro?— Ladeó la cabeza. —Ay, que ahora me dejaste con las ganas— Le emocionaba la idea de ver a un samurai en acción. —No te digo nada de juntarnos en otro lugar porque, bueno. Es difícil. Cómo ninja a veces tengo tiempo y a veces no. Una vez hice una promesa con alguien pero no pude cumplirla y no quisiera que me pasara lo mismo contigo.