27/05/2019, 10:13
Shirōkami no era rápida ni ágil como para esquivar los envites de la marioneta de Galen, y la joven Kaguya iba a darse cuenta de eso muy pronto. Concretamente cuando, tras intentar saltar hacia atrás para evitar aquellas filosas cuchillas, recibió el corte de una de ellas en la rodilla izquierda. Su rostro se contrajo en una mueca de dolor, pero aun así tuvo tiempo de bloquear los dos siguientes ataques —dirigidos a su cadera y rodilla respectivamente— con aquellas estacas de hueso que habían emergido de las palmas de sus manos. Pese a ser indudablemente óseas, lucían extremadamente resistentes; lo suficiente como para bloquear las hojas de acero de Siberu.
—Tengo que acercarme... —masculló la kunoichi, impotente.
Sin embargo, la maniobra preventiva de Galen fue un movimiento inteligente. Cuando Shirōkami se preparaba para saltar hacia un lado de la marioneta, para evadirla, e iniciar su carrera hacia el dueño... Siberu empezó a girar sobre sí misma, sin aparente control ninguno. Contra un oponente prevenido y en guardia, aquel movimiento no hubiese sido muy efectivo; bastaba apenas un par de pasos para alejarse del alcance de las cuchillas. Pero contra la Kaguya, que tenía en mente tan sólo alcanzar a su rival, tuvo éxito. Una de las cuchillas de Siberu la rajó antes de que la muchacha pudiera reaccionar, apartándose con un torpe salto.
—¿Esas tenemos, eh, Galen-kun? Muy bien, pues si no puedo acercarme... —la kunoichi retrajo la estaca ósea de su mano diestra, y luego usó ésta para empuñar un kunai—. ¡Allá que va esa!
Con un movimiento repentino y fuerte de su brazo derecho, como un latigazo, Shirōkami lanzó un kunai directo al pecho de Galen.
—Tengo que acercarme... —masculló la kunoichi, impotente.
Sin embargo, la maniobra preventiva de Galen fue un movimiento inteligente. Cuando Shirōkami se preparaba para saltar hacia un lado de la marioneta, para evadirla, e iniciar su carrera hacia el dueño... Siberu empezó a girar sobre sí misma, sin aparente control ninguno. Contra un oponente prevenido y en guardia, aquel movimiento no hubiese sido muy efectivo; bastaba apenas un par de pasos para alejarse del alcance de las cuchillas. Pero contra la Kaguya, que tenía en mente tan sólo alcanzar a su rival, tuvo éxito. Una de las cuchillas de Siberu la rajó antes de que la muchacha pudiera reaccionar, apartándose con un torpe salto.
—¿Esas tenemos, eh, Galen-kun? Muy bien, pues si no puedo acercarme... —la kunoichi retrajo la estaca ósea de su mano diestra, y luego usó ésta para empuñar un kunai—. ¡Allá que va esa!
Con un movimiento repentino y fuerte de su brazo derecho, como un latigazo, Shirōkami lanzó un kunai directo al pecho de Galen.