27/05/2019, 10:49
Cuando Rōga tomó el control de la botella de ron y se echó un vaso —aunque no entero—, Akame no pudo evitar mirarle con los ojos muy abiertos, genuinamente sorprendido. «¿Acaso va a...?» En efecto, el joven King se bebió su vaso de licor de un tirón, aguantando la carraspera y el tipo. Aquello le sacó una sonrisa al Uchiha, una que le levantó el espíritu. «Verdaderamente eres un ninja curioso, Rōga-san...» El renegado no dijo nada, sin embargo, sino que cuando su compañero empezó por su parte el festín, él asintió en silencio. Mientras comía trataba de apartar los pensamientos que la historia le había evocado, ideas problemáticas, recuerdos agridulces y en general, toda esa clase de cosas que un verdadero Profesional no debía tener en la cabeza antes de enfrentarse a una complicada misión. Y aunque él ya no fuese El Profesional, ni aquello fuera una misión, quería estar despejado. Quería ayudar a Okawa.
Durante toda la cena, el Uchiha no dijo una palabra. Se limitó a comer y comer hasta que no quedó un sólo grano de arroz en su plato, ni un sólo filete en su parte de la bandeja. Luego lo bajó todo con medio vaso de ron, idéntico al que Rōga se había tomado al principio. El calor del licor le subió desde el estómago a la cabeza, pero a pesar de su aspecto flaco y su edad joven, Akame había construído una buena tolerancia al alcohol; por lo que dos vasos y medio del mismo no le afectaban tanto como podía esperarse.
Cuando terminaron, el renegado se recostó en la silla cruzado de brazos, mientras esperaba a que Rōga le pusiera al corriente de ese plan que decía haber armado para atrapar al perseguidor de Okawa. Con gesto impaciente, Akame miraba cualquier reloj que tuviera cerca; no quería que se les hicese demasiado tarde.
Durante toda la cena, el Uchiha no dijo una palabra. Se limitó a comer y comer hasta que no quedó un sólo grano de arroz en su plato, ni un sólo filete en su parte de la bandeja. Luego lo bajó todo con medio vaso de ron, idéntico al que Rōga se había tomado al principio. El calor del licor le subió desde el estómago a la cabeza, pero a pesar de su aspecto flaco y su edad joven, Akame había construído una buena tolerancia al alcohol; por lo que dos vasos y medio del mismo no le afectaban tanto como podía esperarse.
Cuando terminaron, el renegado se recostó en la silla cruzado de brazos, mientras esperaba a que Rōga le pusiera al corriente de ese plan que decía haber armado para atrapar al perseguidor de Okawa. Con gesto impaciente, Akame miraba cualquier reloj que tuviera cerca; no quería que se les hicese demasiado tarde.