27/05/2019, 14:31
El reloj era tan simple y sencillo como cualquier otro elemento del entorno, fabricado también en bambú. Estaban por dar la siete y media, pero el Yotsuki seguía comiendo. No le gustaba que le metieran prisas en la comida, ya que él era de los que se deleitaba con el sabor. "Para hacer las cosas bien debo sentirme bien, así que haré las cosas a mi ritmo." Ahí donde le mirabas se le veía despreocupado, como si no estuviese a punto de ser el cebo de saber ni quién.
Ambos estaban calmados, pero de una manera distinta. Uno estaba centrado, controlando sus emociones. El otro, se llenaba de confianza y la certeza de que iba a lograr su cometido. Dos formas de encarar el dilema, tan similares y distintas a la vez.
Cuando el Yotsuki terminó su plato, optó por algo de agua pura, que él no tenía la tolerancia al alcohol que tenía Akame. Notó que el Uchiha estaba ansioso, pero no le dio mayor importancia. Iba a tomarse el tiempo necesario, así que cuando finalmente estuvo libre, sonrió.
—Upa. Que paciencia— Dijo socarrón. La verdad es que podría parecerte un chico descuidado, pero hay quién dice que esperar el momento justo tiene sus recompensas. —Pues bien, ahora te explico, pero échale primero un ojo a esto— le extendió un papel con un croquis improvisado de Murasame. —¿Recuerdas la casa abandonada? Pues bien, hay muchas más, son las que marqué con rojo— Señaló el sitio que Akame podría identificar como el linde del pueblo, aunque la mayoría de casas marcadas se encontraban desperdigadas fuera de la ciudad actual. —Mencionaste que había falta de niños, ¿no? Pues parece que la población ha ido reduciéndose de tamaño con el paso del tiempo... Por qué no sé, pero lo que importa es que he hecho creer a la gente que Ōkawa podría estar escondiéndose en alguna de ellas. No dije un lugar exacto para no levantar sospechas. Sólo dime cuál de estas te parecería ideal para tender la emboscada y ahí ejecutaremos el plan a la espera de que me encuentren— Se arregló el fleco, confiado, para luego cruzarse de brazos.
Ambos estaban calmados, pero de una manera distinta. Uno estaba centrado, controlando sus emociones. El otro, se llenaba de confianza y la certeza de que iba a lograr su cometido. Dos formas de encarar el dilema, tan similares y distintas a la vez.
Cuando el Yotsuki terminó su plato, optó por algo de agua pura, que él no tenía la tolerancia al alcohol que tenía Akame. Notó que el Uchiha estaba ansioso, pero no le dio mayor importancia. Iba a tomarse el tiempo necesario, así que cuando finalmente estuvo libre, sonrió.
—Upa. Que paciencia— Dijo socarrón. La verdad es que podría parecerte un chico descuidado, pero hay quién dice que esperar el momento justo tiene sus recompensas. —Pues bien, ahora te explico, pero échale primero un ojo a esto— le extendió un papel con un croquis improvisado de Murasame. —¿Recuerdas la casa abandonada? Pues bien, hay muchas más, son las que marqué con rojo— Señaló el sitio que Akame podría identificar como el linde del pueblo, aunque la mayoría de casas marcadas se encontraban desperdigadas fuera de la ciudad actual. —Mencionaste que había falta de niños, ¿no? Pues parece que la población ha ido reduciéndose de tamaño con el paso del tiempo... Por qué no sé, pero lo que importa es que he hecho creer a la gente que Ōkawa podría estar escondiéndose en alguna de ellas. No dije un lugar exacto para no levantar sospechas. Sólo dime cuál de estas te parecería ideal para tender la emboscada y ahí ejecutaremos el plan a la espera de que me encuentren— Se arregló el fleco, confiado, para luego cruzarse de brazos.