27/05/2019, 23:48
(Última modificación: 28/05/2019, 02:49 por King Roga. Editado 3 veces en total.)
Una vez emprendida la marcha, el de cabellos tricolor recibió el escrito y empezó a echarle un ojo mientras ignoraba las típicas puyas que la otra Yotsuki solía tirarte.
—Para ti será una visita, para mí es un regreso— Canturreó alegre.
En su corta experiencia de genin, conocía mucho mundo. Su espíritu aventurero le llevó a muchos lugares del planeta, al punto que podía alegar haber pisado cada país del continente. Aquel anhelo de libertad difícilmente ibas a arrebatárselo.
—He visto Unraikyo antes. ¡Incluso medí fuerzas contra una kunoichi en mitad del valle!— se adelantó en el andar a la pelirrosada para verla mientras hablaba. —Era alta, ¡y debiste ver las piernas que tenía!— No pensó en que se pudiesen malinterpretar sus palabras. —Se hacía llamar La Princesa Conejo y luchamos entre las rocas y el agua. Aunque empatamos, debo decir que no me gustaria recibir una patada de su parte. Me duele solo de imaginármelo.
Pese a que pareciese un relato romantizado por sus recuerdos, para él aquel encuentro estaba grabado con cariño en su memoria. Aunque omitía las partes vergonzosas.
Ya más centrado en la misión, se percató que era una operación científica y la peligrosidad seguramente recaería en lo dificultoso que es el acceso al terreno.
—Oeh. ¿Estás caminando dormido? Que no te he escuchado decir ni pio— Dirigió su hablar al de cabellos azules.
Era curioso, pues su propio padre era una clase de científico aunque con distinto enfoque. Esperaba ver que clase de investigación les deparaba, pero antes tendría que escucharlo de boca del cliente cuando llegasen a la otrora Yugakure.
—Para ti será una visita, para mí es un regreso— Canturreó alegre.
En su corta experiencia de genin, conocía mucho mundo. Su espíritu aventurero le llevó a muchos lugares del planeta, al punto que podía alegar haber pisado cada país del continente. Aquel anhelo de libertad difícilmente ibas a arrebatárselo.
—He visto Unraikyo antes. ¡Incluso medí fuerzas contra una kunoichi en mitad del valle!— se adelantó en el andar a la pelirrosada para verla mientras hablaba. —Era alta, ¡y debiste ver las piernas que tenía!— No pensó en que se pudiesen malinterpretar sus palabras. —Se hacía llamar La Princesa Conejo y luchamos entre las rocas y el agua. Aunque empatamos, debo decir que no me gustaria recibir una patada de su parte. Me duele solo de imaginármelo.
Pese a que pareciese un relato romantizado por sus recuerdos, para él aquel encuentro estaba grabado con cariño en su memoria. Aunque omitía las partes vergonzosas.
Ya más centrado en la misión, se percató que era una operación científica y la peligrosidad seguramente recaería en lo dificultoso que es el acceso al terreno.
—Oeh. ¿Estás caminando dormido? Que no te he escuchado decir ni pio— Dirigió su hablar al de cabellos azules.
Era curioso, pues su propio padre era una clase de científico aunque con distinto enfoque. Esperaba ver que clase de investigación les deparaba, pero antes tendría que escucharlo de boca del cliente cuando llegasen a la otrora Yugakure.