28/05/2019, 21:19
El Yotsuki fingía estar dormido, pero con los ojos ligeramente entreabiertos se mantenía vigilando la estancia. "¿Cuando se supone que van a venir? Ya he pasado demasiado tiempo con esta transformación y se me está volviendo pesado." Ahí en la cama, estaba pendiente de la puerta. Para su suerte -aún era temprano para decir si buena o mala- pronto ambas mujeres entraron a la habitación, guiadas por las pequeñas pisadas que levantaron el polvo de la cabaña.
Ambas se separaron y la castaña empezó a utilizar señales con las manos para darle instrucciones a su compañera.
Akame, quién era entendido de esta táctica en labores de infiltración, podría fácilmente interpretarlas cómo: "Quédate en la puerta, yo intentaré capturarla. Si despierta se percatará de inmediato que estamos aquí."
"No hacen ruido, y como saben que ella está ciega entonces no podrá ver lo que ellas están planeando. Lo tienen medido hasta el más mínimo detalle." El genin no se movió de su sitio, se mantenía relajado y simplemente fingió seguir dormido y aguardó a la espera de que el Uchiha ejecutara su plan. "Quién sabe y yo también pueda entrar a la refriega." La mujer extendió su mano, dispuesta a remover suavemente la sábana que le cubría.
El vendado por su lado notaría que ambas tenían un chakra bastante estándar para los usuarios de ninjutsu promedio, ni muy bajo ni muy alto. Además de que las reservas de ambas estaban al mismo nivel, siendo que incluso en eso se parecían.
Lo que El Fénix no sabía, es que aquella habilidad únicamente funcionaba con objetivos conscientes. Oh. Ellas se habían percatado de él, pero no de los muchachos. No hasta que él tomó la decisión de despertarlos y ponerlos en estado de alerta, volviéndose mucho más rastreables. ¿Por qué si no iban a estar alterados? Ante aquellos sentimientos sospechosos, la mujer del báculo de acero aceleró el paso con todo lo que le permitía su estado. Era extraño, ¿quién era ese tercero involucrado?
—¿Suzaku? ¿Qué ocurre?— se despertó lo más rápido que pudo.
Kiyoshi por su lado se negó a limitar con la cabeza. ¿Cómo demonios iba a montar otra salida? ¿Escarbando hasta abrir un agujero a través de toda la montaña? Señaló a la puerta, indicando que era la única opción viable.
—Oh no...— De pronto Ōkawa se erizó. —Alguien viene hasta aquí con mucha determinación y enojo... Debe ser de quién te hablé, la Duodécima. Esperaba que ella enviara a alguien a buscarme pero no que viniese ella misma— Se levantó lo más rápido que pudo y buscó su vara. —Es la única Itako que queda además de mí que puede usar el don. Su rango es el doble del mío, debió darse cuenta de que estabas por aquí y ahora también se percató de que nosotros también estamos acá. Y si yo la siento es que está jodidamente cerca.
Ambas se separaron y la castaña empezó a utilizar señales con las manos para darle instrucciones a su compañera.
Akame, quién era entendido de esta táctica en labores de infiltración, podría fácilmente interpretarlas cómo: "Quédate en la puerta, yo intentaré capturarla. Si despierta se percatará de inmediato que estamos aquí."
"No hacen ruido, y como saben que ella está ciega entonces no podrá ver lo que ellas están planeando. Lo tienen medido hasta el más mínimo detalle." El genin no se movió de su sitio, se mantenía relajado y simplemente fingió seguir dormido y aguardó a la espera de que el Uchiha ejecutara su plan. "Quién sabe y yo también pueda entrar a la refriega." La mujer extendió su mano, dispuesta a remover suavemente la sábana que le cubría.
El vendado por su lado notaría que ambas tenían un chakra bastante estándar para los usuarios de ninjutsu promedio, ni muy bajo ni muy alto. Además de que las reservas de ambas estaban al mismo nivel, siendo que incluso en eso se parecían.
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Lo que El Fénix no sabía, es que aquella habilidad únicamente funcionaba con objetivos conscientes. Oh. Ellas se habían percatado de él, pero no de los muchachos. No hasta que él tomó la decisión de despertarlos y ponerlos en estado de alerta, volviéndose mucho más rastreables. ¿Por qué si no iban a estar alterados? Ante aquellos sentimientos sospechosos, la mujer del báculo de acero aceleró el paso con todo lo que le permitía su estado. Era extraño, ¿quién era ese tercero involucrado?
—¿Suzaku? ¿Qué ocurre?— se despertó lo más rápido que pudo.
Kiyoshi por su lado se negó a limitar con la cabeza. ¿Cómo demonios iba a montar otra salida? ¿Escarbando hasta abrir un agujero a través de toda la montaña? Señaló a la puerta, indicando que era la única opción viable.
—Oh no...— De pronto Ōkawa se erizó. —Alguien viene hasta aquí con mucha determinación y enojo... Debe ser de quién te hablé, la Duodécima. Esperaba que ella enviara a alguien a buscarme pero no que viniese ella misma— Se levantó lo más rápido que pudo y buscó su vara. —Es la única Itako que queda además de mí que puede usar el don. Su rango es el doble del mío, debió darse cuenta de que estabas por aquí y ahora también se percató de que nosotros también estamos acá. Y si yo la siento es que está jodidamente cerca.