29/05/2019, 15:20
(Última modificación: 29/05/2019, 15:21 por Aotsuki Ayame.)
—No lo sé —respondió él, para su congoja—. Probablemente sería más fácil si lo echamos a suertes o si tienes alguna preferencia... adelante, yo te sigo.
«Genial... Elecciones, mi peor enemigo...» Pensó, con una sonrisilla nerviosa.
—Me pones en un verdadero aprieto... —musitó, mientras daba unos pasos al frente.
Derecha o izquierda, esas eran sus únicas dos opciones. Cincuenta por ciento de probabilidad de acierto. ¿Pero de acierto de qué? ¿Adónde conducirían aquellos dos pasillos? Ayame ladeó la cabeza, pensativa.
—Si alguno de estos pasillos condujera al exterior debería salir una corriente de aire de uno de ellos... ¡Ey, al menos eso es lo que dicen en las películas! —añadió, encogiéndose de hombros—. Pero no siento nada... quizás estemos lejos aún. —Cualquier cosa antes de admitir que habían terminado sepultados en una tumba sin salida.
Al final, lanzó un pesado suspiro y rebuscó en uno de sus bolsillos para sacar...
Una moneda.
—Si sale cara vamos a la derecha, si sale cruz, a la izquierda —resolvió—. Así si nos equivocamos la culpa no será ni tuya ni mía, será del azar.
—Vamos allá.
«Genial... Elecciones, mi peor enemigo...» Pensó, con una sonrisilla nerviosa.
—Me pones en un verdadero aprieto... —musitó, mientras daba unos pasos al frente.
Derecha o izquierda, esas eran sus únicas dos opciones. Cincuenta por ciento de probabilidad de acierto. ¿Pero de acierto de qué? ¿Adónde conducirían aquellos dos pasillos? Ayame ladeó la cabeza, pensativa.
—Si alguno de estos pasillos condujera al exterior debería salir una corriente de aire de uno de ellos... ¡Ey, al menos eso es lo que dicen en las películas! —añadió, encogiéndose de hombros—. Pero no siento nada... quizás estemos lejos aún. —Cualquier cosa antes de admitir que habían terminado sepultados en una tumba sin salida.
Al final, lanzó un pesado suspiro y rebuscó en uno de sus bolsillos para sacar...
Una moneda.
—Si sale cara vamos a la derecha, si sale cruz, a la izquierda —resolvió—. Así si nos equivocamos la culpa no será ni tuya ni mía, será del azar.
—Vamos allá.