7/11/2015, 23:58
Reiji había tardado mas tiempo del requerido para llegar a la ciudad de Tanzaku Gai, se había detenido varias veces a lo largo del camino y le había tomado un par de días mas llegar a su destino, y no solo eso, sino que había llegado al atardecer, y justo unos minutos antes de que la tienda donde tenia que entregar los rubíes cerrara. Y aquel retraso conllevo otra cosa: tendría que pasar la noche en la ciudad, pues no era seguro atravesar los bosques por la noche, por muy shinobi que fuera.
No tardo mucho en encontrar un lugar que fuera de su agrado. Era cierto que en la calle había algunos locales llenos de borrachos y algunas mujeres que intentaban ganarse la vida de manera indecente, pero la mayoría de las calles eran así por la noche, y eran mucho mas tranquilas y seguras que las de Shinogi-To. Ademas, la posada era bastante acogedora y tenían buena comida para cenar. Al menos el olor era bueno.
Reiji se encontraba terminando de pagar cuando ocurrió todo. Un hombre bastante corpulento, de enorme barriga y tan lleno de alcohol como el barril al que se asemejaba acaba de entrar por la puerta del local hacia unos segundos. Era algo frecuente que un borracho entrara a las posadas en busca de una cama en la que desmayarse, lo que no era tan común es que alguien entrara de golpe a la posada y golpeara sin querer al borracho. Pese a todo, la chica pareció disculparse con una leve reverencia, pero al señor barril no le hizo mucha gracia todo aquel asunto, y tardo muy poco en agarrarla por el cuello con violencia.
—Quien te has creído que eres muchacha?! —Gritó —Aunque estas bastante buena, podría perdonarte si pasaras la noche conmigo
El hombre recorría a la muchacha de arriba a abajo con una mira lasciva mientras se relamía y apretaba el cuello de la joven, que solo había intentado disculparse. Pero entonces un chasquido resonó por todo el lugar con fuerza. Los únicos presentes, la recepcionista y el grandullón giraron su mirada en dirección a Reiji, la muchacha apenas podía mover su cabeza por la fuerza de la mano que amenazaba con ahogarla.
Y es que Reiji no podía quedarse quieto ante tal situación. Había hecho una extraño sello manual, que solo se utilizaba para las técnicas de su propia naturaleza, luego chasqueo los dedos con fuerza y unas extrañas espadas de color azul, tan brillantes como el zafiro, se habían formado flotando a su alrededor. Los ojos del muchacho ardían de ira mientras observa al borracho.
—Quien os creéis que sois vos para poner vuestra mano sobre esa mujer? —Su voz sonaba con firmeza, pero su forma de hablar era extraña para quienes lo escuchaban —Vil rufián, si no la soltáis ahora mismo no tendré mas remedio que manchar este hermoso lugar con vuestra sucia sangre
El hombre estaba perplejo ante las palabras del joven. Tal vez por que su borrachera no le permitía entender ni la mitad de lo que el muchacho había dicho, o tal vez por que no sabia si estaba viendo doble cuando mientras miraba a las dos relucientes espadas apuntándole. Pero los ojos del muchacho le decían que iba muy enserio, y que si no soltaba a la joven, este no dudaría ni un segundo en atravesarlo. Por ello, y por que no era mas que un hombre común armado nada mas que con un diminuto cuchillo que nada podría haber echo contra aquello, el borracho soltó a la muchacha de golpe y se marcho del lugar. Reiji deshizo las espadas y se acerco a la muchacha sin reparo.
—Os encontráis bien hermosa dama? —Dijo tendiéndole su mano y ayudandola a levantarse si la aceptaba, una vez en pie, el joven le haría una ligera reverencia mientras le entregaba a la muchacha una pieza de esmeralda con la forma de una rosa —Espero que aceptéis este presente a modo de disculpa por le mal rato que habéis pasado, aunque esta joya no alcanza ni por asomo la hermosura de vuestros ojos
No tardo mucho en encontrar un lugar que fuera de su agrado. Era cierto que en la calle había algunos locales llenos de borrachos y algunas mujeres que intentaban ganarse la vida de manera indecente, pero la mayoría de las calles eran así por la noche, y eran mucho mas tranquilas y seguras que las de Shinogi-To. Ademas, la posada era bastante acogedora y tenían buena comida para cenar. Al menos el olor era bueno.
Reiji se encontraba terminando de pagar cuando ocurrió todo. Un hombre bastante corpulento, de enorme barriga y tan lleno de alcohol como el barril al que se asemejaba acaba de entrar por la puerta del local hacia unos segundos. Era algo frecuente que un borracho entrara a las posadas en busca de una cama en la que desmayarse, lo que no era tan común es que alguien entrara de golpe a la posada y golpeara sin querer al borracho. Pese a todo, la chica pareció disculparse con una leve reverencia, pero al señor barril no le hizo mucha gracia todo aquel asunto, y tardo muy poco en agarrarla por el cuello con violencia.
—Quien te has creído que eres muchacha?! —Gritó —Aunque estas bastante buena, podría perdonarte si pasaras la noche conmigo
El hombre recorría a la muchacha de arriba a abajo con una mira lasciva mientras se relamía y apretaba el cuello de la joven, que solo había intentado disculparse. Pero entonces un chasquido resonó por todo el lugar con fuerza. Los únicos presentes, la recepcionista y el grandullón giraron su mirada en dirección a Reiji, la muchacha apenas podía mover su cabeza por la fuerza de la mano que amenazaba con ahogarla.
Y es que Reiji no podía quedarse quieto ante tal situación. Había hecho una extraño sello manual, que solo se utilizaba para las técnicas de su propia naturaleza, luego chasqueo los dedos con fuerza y unas extrañas espadas de color azul, tan brillantes como el zafiro, se habían formado flotando a su alrededor. Los ojos del muchacho ardían de ira mientras observa al borracho.
—Quien os creéis que sois vos para poner vuestra mano sobre esa mujer? —Su voz sonaba con firmeza, pero su forma de hablar era extraña para quienes lo escuchaban —Vil rufián, si no la soltáis ahora mismo no tendré mas remedio que manchar este hermoso lugar con vuestra sucia sangre
El hombre estaba perplejo ante las palabras del joven. Tal vez por que su borrachera no le permitía entender ni la mitad de lo que el muchacho había dicho, o tal vez por que no sabia si estaba viendo doble cuando mientras miraba a las dos relucientes espadas apuntándole. Pero los ojos del muchacho le decían que iba muy enserio, y que si no soltaba a la joven, este no dudaría ni un segundo en atravesarlo. Por ello, y por que no era mas que un hombre común armado nada mas que con un diminuto cuchillo que nada podría haber echo contra aquello, el borracho soltó a la muchacha de golpe y se marcho del lugar. Reiji deshizo las espadas y se acerco a la muchacha sin reparo.
—Os encontráis bien hermosa dama? —Dijo tendiéndole su mano y ayudandola a levantarse si la aceptaba, una vez en pie, el joven le haría una ligera reverencia mientras le entregaba a la muchacha una pieza de esmeralda con la forma de una rosa —Espero que aceptéis este presente a modo de disculpa por le mal rato que habéis pasado, aunque esta joya no alcanza ni por asomo la hermosura de vuestros ojos