2/06/2019, 19:19
Cuando la recepcionista entra a buscar las fichas que Samidare le pide, Galen sale disparado desde su escondite hacia el piso superior. Mientras se mueve susurra a su compañero de allanamiento.
— Hay que subir — señala las escaleras que dan al piso superior — ¡Despierta!, sígueme — el encapuchado sube por las escaleras mientras examina el rastro de sangre que señala al objetivo.
Una vez arriba, la disposición es muy diferente a la del primer piso. La sala está abarrotada de gente de diferentes edades y etnias, ninguno de ellos parecía tener mucho dinero a excepción de un grupo que andaba jugando en una gran ruleta que preside el centro del salón. Uno de ellos porta una katana y está fumando un cigarrillo, los otros dos parecen ser su escolta personal. Al final del salón hay una sala más pequeña resguardada por un matón aún mas alto y fuerte que los de la entrada. Desde ahí no puede ver ni una gota de sangre más en el suelo, todo está mojado y la suciedad de las pisadas oculta el rastro.
«Esto se empieza a complicar.»
Todavía bajo la capucha, se dirige a una mesa que hay en un rincón del piso superior. El sitio es perfecto para permanecer ignoto ante la seguridad del casino y poder hablar con Samidare. Dos bancos con capacidad para unas tres personas rodean a la mesa, y uno le ofrece la cobertura perfecta para que nadie en resto de la sala pueda verle. Galen toma asiento y espera a que Samidare se siente junto a él, también se quita la capucha.
— Mierda, no pensaba que esto iba a ser tan complicado... Tendremos que poner en práctica lo que hemos aprendido en la academia si queremos cazar al ladrón — hace un ademán de golpear la mesa pero en el último momento frena en seco el movimiento — Me da rabia tener que andar escondiéndome como si fuera un criminal... Pero no deben descubrirnos, colega.
El marionetista se gira y mira por encima de su asiento para ver el panorama.
— Hay que subir — señala las escaleras que dan al piso superior — ¡Despierta!, sígueme — el encapuchado sube por las escaleras mientras examina el rastro de sangre que señala al objetivo.
Una vez arriba, la disposición es muy diferente a la del primer piso. La sala está abarrotada de gente de diferentes edades y etnias, ninguno de ellos parecía tener mucho dinero a excepción de un grupo que andaba jugando en una gran ruleta que preside el centro del salón. Uno de ellos porta una katana y está fumando un cigarrillo, los otros dos parecen ser su escolta personal. Al final del salón hay una sala más pequeña resguardada por un matón aún mas alto y fuerte que los de la entrada. Desde ahí no puede ver ni una gota de sangre más en el suelo, todo está mojado y la suciedad de las pisadas oculta el rastro.
«Esto se empieza a complicar.»
Todavía bajo la capucha, se dirige a una mesa que hay en un rincón del piso superior. El sitio es perfecto para permanecer ignoto ante la seguridad del casino y poder hablar con Samidare. Dos bancos con capacidad para unas tres personas rodean a la mesa, y uno le ofrece la cobertura perfecta para que nadie en resto de la sala pueda verle. Galen toma asiento y espera a que Samidare se siente junto a él, también se quita la capucha.
— Mierda, no pensaba que esto iba a ser tan complicado... Tendremos que poner en práctica lo que hemos aprendido en la academia si queremos cazar al ladrón — hace un ademán de golpear la mesa pero en el último momento frena en seco el movimiento — Me da rabia tener que andar escondiéndome como si fuera un criminal... Pero no deben descubrirnos, colega.
El marionetista se gira y mira por encima de su asiento para ver el panorama.