6/06/2019, 15:58
Tres veces tuvo la pelirroja que contar hasta diez, y hasta veinte para evitar dar un ladrido a alguno de los descorteses comerciantes que apenas habían respondido a su pregunta “Ni con todo el oro del mundo en el bolsillo les compraría nada a semejantes lerdos” pensó resoplando saliendo de la última de esas tiendas. Por suerte, casi el más humilde de los puestos de la calle le dio la ansiada respuesta, haciendo que la joven se apoyara de manera casi ansiosa sobre el pequeño mostrador mientras anotaba mentalmente la información que el amable viejecito le proporcionaba, conteniendo sus pies para no salir corriendo en aquel mismo instante, sin dejar acabar la explicación al hombre.
- Mil millones de gracias señor. Prometo devolverle en favor en cuanto pueda. – si el pobre hombre tenía algún problema de oído debido a la avanzada edad es complicado que hubiera escuchado la última palabra de la frase pues la impaciente kunoichi ya se había lanzado al tejado de un salto para llegar lo más rápido posible a su destino.
Atravesó las calles que faltaban hasta el barrio alto tan rápido como pudo, deteniéndose sentada sobre un póster de la luz para orientarse y visualizar la casa. Sacó el pergamino para comprobar el nombre de la hacienda jadeando debido al esfuerzo, dejando que el aire que corría a aquella altura refrescara su espalda mientras mantenía su melena alejada de la misma con una mano. Sin embargo al continuar leyendo el pergamino casi se cae del póster de la impresión -¡No puede ser! – gritó todo lo bajo que pudo, saltando en ese mismo instante a otor tejado, en dirección a la Academia de las olas con toda la prisa que podía, dejando que su creciente enfado le permitiera ir más rápido.
Llegó a la academia con la misma suavidad que un árbol viejo desplomándose, aunque tampoco era la primera vez. Jadeando fuertemente se acercó a al lugar donde debía recibir la dichosa información ”¿Qué les costaba dar la información directamente en el pergamino?” se pregunto mientras más que esperar pacientemente a que la atendieran aprovechaba para recuperar un ritmo de jadeo más o menos normal.
- Mil millones de gracias señor. Prometo devolverle en favor en cuanto pueda. – si el pobre hombre tenía algún problema de oído debido a la avanzada edad es complicado que hubiera escuchado la última palabra de la frase pues la impaciente kunoichi ya se había lanzado al tejado de un salto para llegar lo más rápido posible a su destino.
Atravesó las calles que faltaban hasta el barrio alto tan rápido como pudo, deteniéndose sentada sobre un póster de la luz para orientarse y visualizar la casa. Sacó el pergamino para comprobar el nombre de la hacienda jadeando debido al esfuerzo, dejando que el aire que corría a aquella altura refrescara su espalda mientras mantenía su melena alejada de la misma con una mano. Sin embargo al continuar leyendo el pergamino casi se cae del póster de la impresión -¡No puede ser! – gritó todo lo bajo que pudo, saltando en ese mismo instante a otor tejado, en dirección a la Academia de las olas con toda la prisa que podía, dejando que su creciente enfado le permitiera ir más rápido.
Llegó a la academia con la misma suavidad que un árbol viejo desplomándose, aunque tampoco era la primera vez. Jadeando fuertemente se acercó a al lugar donde debía recibir la dichosa información ”¿Qué les costaba dar la información directamente en el pergamino?” se pregunto mientras más que esperar pacientemente a que la atendieran aprovechaba para recuperar un ritmo de jadeo más o menos normal.