8/06/2019, 18:15
(Última modificación: 8/06/2019, 18:16 por Inuzuka Etsu.)
Etsu tenía claras las intenciones, y quisiese o no, tenía una gran ventaja sobre su oponente; trabajaba día a día el combate cuerpo a cuerpo en el dojo familiar, y tenía demasiada experiencia peleando de esa manera. En última instancia, desvió el golpe de su antagonista, sorprendiendo al peliverde con ello y lanzando un doble puñetazo directo al pecho del joven. El impacto fue todo lo que había esperado, duro y rápido, como bien la doctrina familiar lo exija.
«Bien... a ver qué haces ahora...»
Apenas habiéndose recuperado, el chico alzó de nuevo la guardia. El Inuzuka, ni corto ni perezoso, también mantenía bien atenta la vista en los movimientos del peliverde, así como su guardia. Su oponente, amenazó con que todavía no había visto todo, y de nuevo sus extremidades se envolvieron en un chakra de color verdoso. Casi parecían estar ardiendo en puro fuego, salvo porque normalmente dicho elemento no torna de ese color.
Avanzó un paso, aparentemente aún dolorido, pero eso no lo detuvo. Tras el primer paso, avanzó un segundo paso, y se lanzó al ataque de nuevo con el tercer paso. Daigo lanzó un golpe directo al rostro del Inuzuka, y éste reaccionó dejando caer su peso hacia el lado derecho. Un mero contrapeso para hacer que el puñetazo del chico pasase de largo por su flanco. Pero, la verdad es que no esperó que el peliverde fuese capaz de lanzar un segundo golpe tan rápido... quizás por efecto de ese fuego verdoso, o por mera cabezonería de ganar... fuese lo que fuese, algo lo motivaba y forzaba a dar el 100%, sobrepasando las fuerzas mostradas hasta el momento.
«Mierda...»
El Inuzuka tuvo que torcer el torso para afrontar el movimiento de Daigo, y alzar recogido su brazo diestro para evitar el impacto directo por parte de un gancho bien dirigido hacia su hígado. El impacto le hizo retroceder un paso, aunque... la verdad, no había sido tan fuerte como podía haber previsto.
Daigo continuó moviéndose a una velocidad que para nada era habitual en él, buscando encontrar la espalda del Inuzuka. Tras el impacto, le costaría un poco seguir el movimiento del genin, pero con un mero salto a ras del suelo podría evitar un golpe directo en su espalda, a la par que buscaba afrontar de nuevo el peligro. Sin embargo, el cuarto golpe lanzado por parte del peliverde sí que lo tomaría por sorpresa...
El chico, pese a no ser de lo más ágil, había mostrado tener una destreza muy elevada con el uso de esa habilidad. Se movía que daba envidia, y hasta le había acertado de lleno. El Inuzuka no pudo evitar alzar por un instante el rostro con el propio golpe, retrocediendo con ello un par de pasos.
Escupió al suelo, y pasó su diestra rápidamente por sus labios, retirando un poco de sangre de los mismos —¡woau! ¡casi parece que seas más ágil ahora!
Alzó ambas manos en dirección a su oponente, tomando una posición ofensiva del estilo familiar. Ambas manos estiradas y abiertas, y sendas piernas a la anchura de los hombros y semiflexionadas. Entonces, sonrió.
—Lo único malo, es que han perdido fuerza tus golpes...
Era su turno para atacar, era hora de ponerse un poco más serio. Con la velocidad que le caracterizaba, y la fiereza de un león, el Inuzuka avanzó los dos pasos que había tenido que retroceder, y lanzó una patada frontal directa hacia el pecho de su oponente. No esperaba acertar por completo, pero no era mas que una finta. Al lanzarla, giraría su pierna de apoyo, y terminaría convirtiendo la patada frontal en una lateral dirigida sin dilaciones hacia el rostro del peliverde. No obstante, tras la patada tendría que continuar la acometida. Sería tras la patada que lanzaría un puñetazo con su diestra buscando reiterar en el rostro del chico, o si así lo tenía mas cercano y certero, buscaría acertar en el costillar. El puñetazo iría con fuerza, con demasiada fuerza. Al menos eso parecería, pues terminaría hincando el puño casi en el suelo, en una estratagema para sorprender de nuevo o buscar sorprender a su oponente... impulsandose con la mano en el suelo, terminaría retirándose con una voltereta hacia detrás, en la cuál intentaría acertar con la pierna a Daigo.
«Bien... a ver qué haces ahora...»
Apenas habiéndose recuperado, el chico alzó de nuevo la guardia. El Inuzuka, ni corto ni perezoso, también mantenía bien atenta la vista en los movimientos del peliverde, así como su guardia. Su oponente, amenazó con que todavía no había visto todo, y de nuevo sus extremidades se envolvieron en un chakra de color verdoso. Casi parecían estar ardiendo en puro fuego, salvo porque normalmente dicho elemento no torna de ese color.
Avanzó un paso, aparentemente aún dolorido, pero eso no lo detuvo. Tras el primer paso, avanzó un segundo paso, y se lanzó al ataque de nuevo con el tercer paso. Daigo lanzó un golpe directo al rostro del Inuzuka, y éste reaccionó dejando caer su peso hacia el lado derecho. Un mero contrapeso para hacer que el puñetazo del chico pasase de largo por su flanco. Pero, la verdad es que no esperó que el peliverde fuese capaz de lanzar un segundo golpe tan rápido... quizás por efecto de ese fuego verdoso, o por mera cabezonería de ganar... fuese lo que fuese, algo lo motivaba y forzaba a dar el 100%, sobrepasando las fuerzas mostradas hasta el momento.
«Mierda...»
El Inuzuka tuvo que torcer el torso para afrontar el movimiento de Daigo, y alzar recogido su brazo diestro para evitar el impacto directo por parte de un gancho bien dirigido hacia su hígado. El impacto le hizo retroceder un paso, aunque... la verdad, no había sido tan fuerte como podía haber previsto.
Daigo continuó moviéndose a una velocidad que para nada era habitual en él, buscando encontrar la espalda del Inuzuka. Tras el impacto, le costaría un poco seguir el movimiento del genin, pero con un mero salto a ras del suelo podría evitar un golpe directo en su espalda, a la par que buscaba afrontar de nuevo el peligro. Sin embargo, el cuarto golpe lanzado por parte del peliverde sí que lo tomaría por sorpresa...
El chico, pese a no ser de lo más ágil, había mostrado tener una destreza muy elevada con el uso de esa habilidad. Se movía que daba envidia, y hasta le había acertado de lleno. El Inuzuka no pudo evitar alzar por un instante el rostro con el propio golpe, retrocediendo con ello un par de pasos.
Escupió al suelo, y pasó su diestra rápidamente por sus labios, retirando un poco de sangre de los mismos —¡woau! ¡casi parece que seas más ágil ahora!
Alzó ambas manos en dirección a su oponente, tomando una posición ofensiva del estilo familiar. Ambas manos estiradas y abiertas, y sendas piernas a la anchura de los hombros y semiflexionadas. Entonces, sonrió.
—Lo único malo, es que han perdido fuerza tus golpes...
Era su turno para atacar, era hora de ponerse un poco más serio. Con la velocidad que le caracterizaba, y la fiereza de un león, el Inuzuka avanzó los dos pasos que había tenido que retroceder, y lanzó una patada frontal directa hacia el pecho de su oponente. No esperaba acertar por completo, pero no era mas que una finta. Al lanzarla, giraría su pierna de apoyo, y terminaría convirtiendo la patada frontal en una lateral dirigida sin dilaciones hacia el rostro del peliverde. No obstante, tras la patada tendría que continuar la acometida. Sería tras la patada que lanzaría un puñetazo con su diestra buscando reiterar en el rostro del chico, o si así lo tenía mas cercano y certero, buscaría acertar en el costillar. El puñetazo iría con fuerza, con demasiada fuerza. Al menos eso parecería, pues terminaría hincando el puño casi en el suelo, en una estratagema para sorprender de nuevo o buscar sorprender a su oponente... impulsandose con la mano en el suelo, terminaría retirándose con una voltereta hacia detrás, en la cuál intentaría acertar con la pierna a Daigo.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~