8/06/2019, 19:13
Geki tras la carrera en vertical hacia la posición de Etsu de nuevo perdió el aliento. El chico se podía prever bastante novicio, quizás un poco desentrenado. Fuese como fuese, tan solo esperaba el Inuzuka que no terminase mal en una confrontación directa con los maleantes. Lo último que quería es que saliese herido por defender a otro maleante...
Pero bueno, al menos al chico no le faltaba actitud. Concordaba en que debían luchar por evitar una muerte, y sugirió que lo primero que debían hacer era atrapar a los dos tipos que tenían ahora enfrente. El pelirrojo amenazó con que se fuesen a jugar a otro lado, pero carente de importancia, Geki inquirió que el Inuzuka eligiese oponente, dado que tenía un buen olfato.
En ese instante, Geki pareció confundir el tocino con la velocidad.
Etsu tuvo que mirar a su compañero, con una mueca de confusión que no pudo esconder. Rió levemente, dejándolo estar —e-entiendo...
Pero el gordo ya sabía de quienes se trataba, y no parecía temer —¡quitarse der medio! ¡ananoh!
El Inuzuka tomó su chaqueta por el hombro, y tras sacar un primer brazo, tiró de ésta y se la sacó de un jalón. Con el mismo gesto, terminó lanzando la misma a un lado de la calle. Alzó ambas manos hacia los maleantes, y tras ello las recogió en la guardia base del estilo de combate familiar.
—Si no os vais, os vais a llevar la paliza de vuestra vida. Avisados estáis —sentenció el rastas.
El silencio se hizo por un instante, y tras ello ambos ladrones empezaron a reír a todo pulmón. El pelirrojo avanzó un paso, con las manos en el estómago, y una risa casi propia de un demente.
—Eres muy divertido, rastafari —se burló —pero si no te quitas de en medio, vas a acabar con algo menos que unos ryos extraviados.
—Me pido al bocachancla, Geki.
El pelirrojo arqueó una ceja, no sabía ni que clase de insulto era ese. Pero tampoco le dio tiempo a mucho mas, antes de que se diese cuenta, tenía en pleno rostro el puño del Inuzuka. Éste se había lanzado en una frenética acometida, que solo se detuvo al golpear el mentón del maleante y hacerle caer de espalda varios metros atrás.
—!Tsk! —chasqueó la lengua —la madre que te trajo, niñato... —escupió sangre —ésta te la voy a devolver.
Pero Etsu estaba más que dispuesto a confrontar el tipo con todo lo que tenía, no pensaba contenerse.
Entre tanto, al gordo se le hinchó el pecho. Se sentía totalmente en ventaja de enfrentar al otro chico en uno contra uno, y alzó el rostro confiado en lo que se acercaba a Geki. El tipo tomó aire, y se hinchó aún mas —enano, ¡te viá comé! —amenazó en la que se golpeaba con ambas manos el estómago. El gran barrigón del hombre tembló cual gelatina con las mismas.
Pero bueno, al menos al chico no le faltaba actitud. Concordaba en que debían luchar por evitar una muerte, y sugirió que lo primero que debían hacer era atrapar a los dos tipos que tenían ahora enfrente. El pelirrojo amenazó con que se fuesen a jugar a otro lado, pero carente de importancia, Geki inquirió que el Inuzuka eligiese oponente, dado que tenía un buen olfato.
En ese instante, Geki pareció confundir el tocino con la velocidad.
Etsu tuvo que mirar a su compañero, con una mueca de confusión que no pudo esconder. Rió levemente, dejándolo estar —e-entiendo...
Pero el gordo ya sabía de quienes se trataba, y no parecía temer —¡quitarse der medio! ¡ananoh!
El Inuzuka tomó su chaqueta por el hombro, y tras sacar un primer brazo, tiró de ésta y se la sacó de un jalón. Con el mismo gesto, terminó lanzando la misma a un lado de la calle. Alzó ambas manos hacia los maleantes, y tras ello las recogió en la guardia base del estilo de combate familiar.
—Si no os vais, os vais a llevar la paliza de vuestra vida. Avisados estáis —sentenció el rastas.
El silencio se hizo por un instante, y tras ello ambos ladrones empezaron a reír a todo pulmón. El pelirrojo avanzó un paso, con las manos en el estómago, y una risa casi propia de un demente.
—Eres muy divertido, rastafari —se burló —pero si no te quitas de en medio, vas a acabar con algo menos que unos ryos extraviados.
—Me pido al bocachancla, Geki.
El pelirrojo arqueó una ceja, no sabía ni que clase de insulto era ese. Pero tampoco le dio tiempo a mucho mas, antes de que se diese cuenta, tenía en pleno rostro el puño del Inuzuka. Éste se había lanzado en una frenética acometida, que solo se detuvo al golpear el mentón del maleante y hacerle caer de espalda varios metros atrás.
—!Tsk! —chasqueó la lengua —la madre que te trajo, niñato... —escupió sangre —ésta te la voy a devolver.
Pero Etsu estaba más que dispuesto a confrontar el tipo con todo lo que tenía, no pensaba contenerse.
Entre tanto, al gordo se le hinchó el pecho. Se sentía totalmente en ventaja de enfrentar al otro chico en uno contra uno, y alzó el rostro confiado en lo que se acercaba a Geki. El tipo tomó aire, y se hinchó aún mas —enano, ¡te viá comé! —amenazó en la que se golpeaba con ambas manos el estómago. El gran barrigón del hombre tembló cual gelatina con las mismas.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~