9/06/2019, 05:10
—Pues yo no sé— No entendía el porqué querían cambiar de sitio. ¿Que diferencia existía si les escuchaban o no le escuchaban? Por él, que el mundo lo supiese, que la sabiduría fluyese. Pero no, los de kusagakure tenían un complejo de modestia y recato que le resultaba hasta vomitivo. Lo que si entendió, fue el desafío que Daigo pareció lanzarle de nuevo —¡Entonces sí que te acuerdas!— sonrió y le señaló con el dedo índice. —Aunque no me esperaba que tuviésemos público.
Observó a Kazuma y luego pegó un par de saltitos hasta donde se encontraba el peliblanco.
—Espero que no te moleste que Tsukiyama y yo arreglemos una pequeña rivalidad en estos precisos momentos— sonrió siniestro. —No te sientas ignorado, es sólo una sana contienda entre colegas. Prometo trapear rápido el suelo con él para que no te sientas solito— Le dio unas tres palmadas en la espalda y se alejó riendo de forma sórdida.
—Bueno, tú di a dónde y yo te sigo. Más te vale que te hayas fortalecido, porque yo no me he quedado todo este tiempo de brazos cruzados viendo la lluvia caer. No quiero humillarte demasiado ante un novato que está aprendiendo a respetarte— dijo soberbio y provocador.
De hecho, en aspecto inicial ninguno de los dos se miraba realmente diferente. Quizás más confiados, pero físicamente estaban igual de flacuchos que cuando se vieron la primera vez.
Observó a Kazuma y luego pegó un par de saltitos hasta donde se encontraba el peliblanco.
—Espero que no te moleste que Tsukiyama y yo arreglemos una pequeña rivalidad en estos precisos momentos— sonrió siniestro. —No te sientas ignorado, es sólo una sana contienda entre colegas. Prometo trapear rápido el suelo con él para que no te sientas solito— Le dio unas tres palmadas en la espalda y se alejó riendo de forma sórdida.
—Bueno, tú di a dónde y yo te sigo. Más te vale que te hayas fortalecido, porque yo no me he quedado todo este tiempo de brazos cruzados viendo la lluvia caer. No quiero humillarte demasiado ante un novato que está aprendiendo a respetarte— dijo soberbio y provocador.
De hecho, en aspecto inicial ninguno de los dos se miraba realmente diferente. Quizás más confiados, pero físicamente estaban igual de flacuchos que cuando se vieron la primera vez.