9/06/2019, 18:58
A cada réplica, Ayame se tomaba todavía peor lo que trataba de hacerle entender.
—¡Deja de decir eso! ¡Ni tú eres un maldito peón, ni yo soy un maldito jarrón ornamentado! ¡Me niego a aceptar eso! ¡Y me niego a abandonarte aquí! ¡Los dos somos igual de importantes en este m...!
—¡Claro que soy un peón, y claro que eres alguien importante! Más de lo que crees...
Pero la muchacha había caído como si su vida se hubiera desvanecido producto de algo o de que alguien o algo le arrebatase la vida. Como si de un truco de un General se tratase y entonces...
— Joder... Ayame, ¡Ayame!
Se me congeló el corazón cuando sentí que algo verdoso rodeaba mi cuello. Estaba completamente acojonado. Hacía una tristes minutos casi pierdo mi carné de padre y ahora... ¿iba a ser ahorcado? Sin saber exactamente lo que sucedió en aquel lugar, yo también perdí cualquier tipo de conciencia. Pero Kumopansa iba a correr peor suerte todavía.
De pronto, desperté, como si me hubieran pegado una soberana paliza. Como en aquellas misiones que te das de tortas con varios de los malos. La cabeza también dolía, pero no en el aspecto físico, era distinto... Cómo si me hubiera pegada una fiesta en al que me hubiese ventilado como dos o tres litronas de sake yo solo. Retumbaba como mil demonios con la fuerza de un vendaval.
— Joder... ¿qué coño ha pasado? ¿estoy muerto?
Lanzaba preguntas al aire, como si estuviese esperando la respuesta de algún ser superior o qué sé yo, Rikudou Sennin en persona. O mejor dicho, en divinidad. Pero no llegó respuesta alguna y encima me di cuenta de que no podía siquiera moverme. Todo mi cuerpo estaba atado a una especie de tronco o tabla.
Moví mi cabeza observando a mi alrededor. Lo primero que vi es que Ayame se encontraba en la misma situación.
— ¡Oh, mierda! Me van a cortar las pelotas por dejar que te capturasen... — me maldije a mi mismo nada más ver el lio en el que estábamos — ¿Estás bien, Ayame-san?
—¡¡CHAKA CHAKA UN!!
El grito de alguien que teníamos delante captó mi atención e hizo agudizar aquella horrible jaqueca en mi cabeza. Tan solo pude apreciar una imagen de una silueta de un tipo que sujetaba una lanza o algo así.
— Oh, joder, esto no me gusta una mierda
—¡Deja de decir eso! ¡Ni tú eres un maldito peón, ni yo soy un maldito jarrón ornamentado! ¡Me niego a aceptar eso! ¡Y me niego a abandonarte aquí! ¡Los dos somos igual de importantes en este m...!
—¡Claro que soy un peón, y claro que eres alguien importante! Más de lo que crees...
Pero la muchacha había caído como si su vida se hubiera desvanecido producto de algo o de que alguien o algo le arrebatase la vida. Como si de un truco de un General se tratase y entonces...
— Joder... Ayame, ¡Ayame!
Se me congeló el corazón cuando sentí que algo verdoso rodeaba mi cuello. Estaba completamente acojonado. Hacía una tristes minutos casi pierdo mi carné de padre y ahora... ¿iba a ser ahorcado? Sin saber exactamente lo que sucedió en aquel lugar, yo también perdí cualquier tipo de conciencia. Pero Kumopansa iba a correr peor suerte todavía.
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De pronto, desperté, como si me hubieran pegado una soberana paliza. Como en aquellas misiones que te das de tortas con varios de los malos. La cabeza también dolía, pero no en el aspecto físico, era distinto... Cómo si me hubiera pegada una fiesta en al que me hubiese ventilado como dos o tres litronas de sake yo solo. Retumbaba como mil demonios con la fuerza de un vendaval.
— Joder... ¿qué coño ha pasado? ¿estoy muerto?
Lanzaba preguntas al aire, como si estuviese esperando la respuesta de algún ser superior o qué sé yo, Rikudou Sennin en persona. O mejor dicho, en divinidad. Pero no llegó respuesta alguna y encima me di cuenta de que no podía siquiera moverme. Todo mi cuerpo estaba atado a una especie de tronco o tabla.
Moví mi cabeza observando a mi alrededor. Lo primero que vi es que Ayame se encontraba en la misma situación.
— ¡Oh, mierda! Me van a cortar las pelotas por dejar que te capturasen... — me maldije a mi mismo nada más ver el lio en el que estábamos — ¿Estás bien, Ayame-san?
—¡¡CHAKA CHAKA UN!!
El grito de alguien que teníamos delante captó mi atención e hizo agudizar aquella horrible jaqueca en mi cabeza. Tan solo pude apreciar una imagen de una silueta de un tipo que sujetaba una lanza o algo así.
— Oh, joder, esto no me gusta una mierda
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa