10/06/2019, 01:44
La pelirroja tuvo que esperar poco tiempo antes de que la soberbia puerta se abriera, aún así había sido tiempo suficiente para que la joven repiqueteara con las sandalias ante la puerta en un claro gesto de impaciencia o nerviosismo, ni siquiera ella misma podría asegurar. Con lentitud, la puerta se abrió mostrando a un hombre bien vestido y demasiado estirado para mantener una postura natural, “Algo acorde con el resto de la casa sin duda ” rio en su interior poco acostumbrada a aquellos deslumbrantes detalles.
Con su mejor sonrisa y una ligera inclinación de cabeza para matizar la invitación del hombre procedió a seguirle. Si el exterior de la casa era opulento, el interior era directamente barroco. La mente de la pelirroja se imaginó rápidamente jugando a derrapar por aquellas baldosas extremadamente pulidas como si un estanque helado se tratara, mientras su curiosa mirada no dejaba de fijarse lo más discretamente que podía en cada adorno o detalle que se encontraba.
-Sin problema señor – volvió a sonreír sin saber exactamente que hacer, se situó en el medio de la habitación, permaneciendo los primeros instantes sin ni siquiera moverse de la tabla de madera donde la habían abandonado, pero el reposo no era un estado que pudiera perdurar mucho en Hikaru, por lo que dedicó el tiempo que la dejaron sola a inspeccionar cada rincón del cuarto con sus curiosos ojos, deteniéndose en las tétricas figuras que parecían adornar toda la casa - No es un motivo muy tranquilizador para decorar una casa – se susurró a sí misma observando aquellos retablos con curiosidad.
Así la encontró Yako Hayate, como se presentó aquel hombre. La pelirroja acudió a su encuentro con su sonrisa mejor preparada - Saludos, soy Sarutobi Hikaru. Me han encargo llevarme los archivos que tan generosamente ha donado a la Academia de las Olas. – Se presentó Hikaru con una reverencia mucho menos perfecta que la contraria, pero bastante más natural. Poco acostumbrada a que la gente la tratara con esa frialdad añadió -Perdone si me vio observando, pero me han llamado mucha atención esos dibujos y relieves, nunca los había visto como decoración. Están muy trabajados – continuó la pelirroja intentando evitar aquel ambiente que traía aquel señor.
Arrugó ligeramente la nariz ante el comentario “ Aún he tenido que esperar a que pudieras atenderme. ” comenzando a seguirlo igual de curiosa que en el primer paseo por la casa. Estaba claro que aquella habitación no era usada en absoluto según la gruesa capa de polvo. Al ver las cajas a la pelirroja le cambió ligeramente la cara antes de negar con la cabeza en un instante - Será mejor que empiece cuanto antes entonces. –respondió recuperando el aplomo con la intención de empezar a mover aquellas cajas cuanto antes. Con un ligero cálculo iba a acabar baldada, era casi una pequeña mudanza. Empezó a mover la primera de las cajas calculando mentalmente si unas veinte cajas cabrían en aquella carreta.
Con su mejor sonrisa y una ligera inclinación de cabeza para matizar la invitación del hombre procedió a seguirle. Si el exterior de la casa era opulento, el interior era directamente barroco. La mente de la pelirroja se imaginó rápidamente jugando a derrapar por aquellas baldosas extremadamente pulidas como si un estanque helado se tratara, mientras su curiosa mirada no dejaba de fijarse lo más discretamente que podía en cada adorno o detalle que se encontraba.
-Sin problema señor – volvió a sonreír sin saber exactamente que hacer, se situó en el medio de la habitación, permaneciendo los primeros instantes sin ni siquiera moverse de la tabla de madera donde la habían abandonado, pero el reposo no era un estado que pudiera perdurar mucho en Hikaru, por lo que dedicó el tiempo que la dejaron sola a inspeccionar cada rincón del cuarto con sus curiosos ojos, deteniéndose en las tétricas figuras que parecían adornar toda la casa - No es un motivo muy tranquilizador para decorar una casa – se susurró a sí misma observando aquellos retablos con curiosidad.
Así la encontró Yako Hayate, como se presentó aquel hombre. La pelirroja acudió a su encuentro con su sonrisa mejor preparada - Saludos, soy Sarutobi Hikaru. Me han encargo llevarme los archivos que tan generosamente ha donado a la Academia de las Olas. – Se presentó Hikaru con una reverencia mucho menos perfecta que la contraria, pero bastante más natural. Poco acostumbrada a que la gente la tratara con esa frialdad añadió -Perdone si me vio observando, pero me han llamado mucha atención esos dibujos y relieves, nunca los había visto como decoración. Están muy trabajados – continuó la pelirroja intentando evitar aquel ambiente que traía aquel señor.
Arrugó ligeramente la nariz ante el comentario “ Aún he tenido que esperar a que pudieras atenderme. ” comenzando a seguirlo igual de curiosa que en el primer paseo por la casa. Estaba claro que aquella habitación no era usada en absoluto según la gruesa capa de polvo. Al ver las cajas a la pelirroja le cambió ligeramente la cara antes de negar con la cabeza en un instante - Será mejor que empiece cuanto antes entonces. –respondió recuperando el aplomo con la intención de empezar a mover aquellas cajas cuanto antes. Con un ligero cálculo iba a acabar baldada, era casi una pequeña mudanza. Empezó a mover la primera de las cajas calculando mentalmente si unas veinte cajas cabrían en aquella carreta.