12/06/2019, 19:53
Uchiha Akame esperó, paciente, al abrigo de su técnica de camuflaje. Allí, en una esquina de la habitación —desde la cual tenía una clara visual tanto de la puerta como de la cama donde aguardaba el cebo, Rōga, el renegado meditaba en silencio. Contemplaba todas las posibilidades, desde las más evidentes —el perseguidor era ninja o al menos tenía conocimientos de Ninjutsu, siendo que se había transformado para impersonar al sastre, en algún momento de la tarde—, hasta las más catastróficas. «¿Y si no es un solo enemigo, sino varios? ¿A cuántos ninjas sería capaz de enfrentarme?», se cuestionaba, juiciosamente, el Uchiha. Pese a que él había alcanzado el rango de jōnin, todo shinobi tenía sus limitaciones. Enfrentarse a varios oponentes de aceptable destreza era una forma muy rápida de morir.
De repente, unas pisadas —más sigilosas de lo normal, no obstante— alertaron al renegado. Akame dirigió la vista hacia la puerta, que en ese momento estaban atravesando dos mujeres rematadamente parecidas. Incluso la intensidad de su chakra era idéntica —cosa que, en la situación que les atañía, constituía un problema para los dos ninjas—. «Me cago en todo... Tengo que aprovechar el factor sorpresa, es la única ventaja que vamos a tener. Debería intentar matar rápidamente a una de ellas y coger a la otra viva... Espero que Rōga de la talla.»
Cuando la mujer alargó la mano para descubrir la sábana bajo la que se ocultaba el joven King, Akame dio un latigazo con su propio brazo y arrojó una bomba de luz directamente al medio de la estancia después de cerrar los ojos. El estallido de la hikaridama afectaría —presumiblemente— a las dos kunoichis; Akame esperaba que el destello cegase en menor medida a Rōga, quien se encontraba en una posición en la que sólo recibiría el fogonazo parcialmente. Sin esperar un segundo, el Uchiha recortó la distancia que le separaba de la mujer castaña con dos rápidos pasos al tiempo que retraía su brazo diestro y una capa de chakra carmesí lo recubría hasta el codo...
Akame trataría de atravesar directamente el torso de la mujer de pelo castaño con aquella garra bestial hecha de puro y vibrante chakra. Con suerte el ataque sería suficiente para inclinar la balanza a favor de los ninjas, pero también Akame había tenido en consideración no usar un jutsu más destructivo para no alcanzar, por accidente, a su compañero.
El Kage Bunshin chasqueó la lengua, molesto. Por si fuera poco con la inesperada llegada de aquellas invitadas, de lo más inoportunas, él acababa de notar a través de su enlace de chakra con el Akame original, que su creador acababa de gastar una buena cantidad de energía. «Parece que la fiesta ya ha empezado por allí», dedujo el clon de sombras. «Lo que significa que pronto tendremos respuestas... O todo se habrá solucionado. Tan sólo tenemos que no cagarla en este lado.»
Con movimientos rápidos y aspavientos, el Kage Bunshin le indicó a los chicos que se levantaran y le siguieran. Ni siquiera se molestó en tomar las provisiones; no había tiempo que perder. Al fin y al cabo, él era un simple clon, y no podría luchar contra tres oponentes. Ni siquiera aunque fuesen tres ancianas decrépitas que, su instinto le decía, no serían tan inofensivas como uno podía pensar.
—Teneis que largaros de aquí, y cagando ostias. Espero que tengas algún otro as en la manga —dijo a Kiyoshi, haciendo referencia a cualquier posible escondite adicional en el bosque—. Vamos, no hay tiempo que perder. Okawa, ¿puedes sentir en qué dirección vienen?
En caso de ser posible, el Uchiha trataría de buscar una ruta de escape en la dirección totalmente opuesta, poniendo tierra de por medio. Voluntariamente o no, Okawa acababa de revelarle un detalle crucial sobre aquel don; tenía un alcance limitado. Si conseguían alejarse lo suficiente, las chamanas no podrían encontrarles.
De repente, unas pisadas —más sigilosas de lo normal, no obstante— alertaron al renegado. Akame dirigió la vista hacia la puerta, que en ese momento estaban atravesando dos mujeres rematadamente parecidas. Incluso la intensidad de su chakra era idéntica —cosa que, en la situación que les atañía, constituía un problema para los dos ninjas—. «Me cago en todo... Tengo que aprovechar el factor sorpresa, es la única ventaja que vamos a tener. Debería intentar matar rápidamente a una de ellas y coger a la otra viva... Espero que Rōga de la talla.»
Cuando la mujer alargó la mano para descubrir la sábana bajo la que se ocultaba el joven King, Akame dio un latigazo con su propio brazo y arrojó una bomba de luz directamente al medio de la estancia después de cerrar los ojos. El estallido de la hikaridama afectaría —presumiblemente— a las dos kunoichis; Akame esperaba que el destello cegase en menor medida a Rōga, quien se encontraba en una posición en la que sólo recibiría el fogonazo parcialmente. Sin esperar un segundo, el Uchiha recortó la distancia que le separaba de la mujer castaña con dos rápidos pasos al tiempo que retraía su brazo diestro y una capa de chakra carmesí lo recubría hasta el codo...
«¡Oni no Tsume!»
Akame trataría de atravesar directamente el torso de la mujer de pelo castaño con aquella garra bestial hecha de puro y vibrante chakra. Con suerte el ataque sería suficiente para inclinar la balanza a favor de los ninjas, pero también Akame había tenido en consideración no usar un jutsu más destructivo para no alcanzar, por accidente, a su compañero.
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El Kage Bunshin chasqueó la lengua, molesto. Por si fuera poco con la inesperada llegada de aquellas invitadas, de lo más inoportunas, él acababa de notar a través de su enlace de chakra con el Akame original, que su creador acababa de gastar una buena cantidad de energía. «Parece que la fiesta ya ha empezado por allí», dedujo el clon de sombras. «Lo que significa que pronto tendremos respuestas... O todo se habrá solucionado. Tan sólo tenemos que no cagarla en este lado.»
Con movimientos rápidos y aspavientos, el Kage Bunshin le indicó a los chicos que se levantaran y le siguieran. Ni siquiera se molestó en tomar las provisiones; no había tiempo que perder. Al fin y al cabo, él era un simple clon, y no podría luchar contra tres oponentes. Ni siquiera aunque fuesen tres ancianas decrépitas que, su instinto le decía, no serían tan inofensivas como uno podía pensar.
—Teneis que largaros de aquí, y cagando ostias. Espero que tengas algún otro as en la manga —dijo a Kiyoshi, haciendo referencia a cualquier posible escondite adicional en el bosque—. Vamos, no hay tiempo que perder. Okawa, ¿puedes sentir en qué dirección vienen?
En caso de ser posible, el Uchiha trataría de buscar una ruta de escape en la dirección totalmente opuesta, poniendo tierra de por medio. Voluntariamente o no, Okawa acababa de revelarle un detalle crucial sobre aquel don; tenía un alcance limitado. Si conseguían alejarse lo suficiente, las chamanas no podrían encontrarles.