12/06/2019, 23:44
En lo que el pelirrojo había retomado la posición, el combate entre el gordo y Geki había comenzado también. Geki fue rápido y eficiente, buscando entre sus pertenencias un afilado metal, que sin titubear arrojó hacia el tipo que lo amenazaba. El lanzamiento fue rápido aunque poco preciso, pero con semejante blanco en frente, era casi imposible fallar. De hecho, alguien que hubiese fallado en semejantes condiciones, debería retirarse de shinobi, o al menos descartar dedicarse a especializarse en shurikenjutsu. Pero lo extraño fue lo que el arma hizo, rebotó literalmente en la barriga del hombre, saliendo despedida hacia el cielo. No tardaría demasiado en caer, pero la misma acción había sido de lo mas... irregular.
Geki corrió a toda velocidad hacia la casa que tenía a su flanco, en lo que el gordo intentaba alcanzarlo, obviamente sin conseguirlo. El shinobi no se detuvo con las mismas al topar con la pared, si no que tomó impulso y corrió hacia un lateral, buscando flanquear al tipo. El hombre se dispuso a darle un manotazo para tirarlo al suelo con las mismas, pero antes de que eso llegase siquiera a suceder, el genin lanzó un potente chorro de agua directo a los pies del gordo. El hombre se detuvo por un instante, extrañado ante el claro fallo de objetivo, e intentó avanzar para proseguir con sus intenciones —machacar de un manotazo al chico— pero algo fallaba. Se dio cuenta en ese instante, que sus piernas no respondían. Lo intentó un par de veces mas, pero no pudo levantar sus enormes pies. Tanta fue su frustración, que intentó solucionar la situación agarrando sus propias piernas y jalando de ellas. Pero no, no podía separarlas de ese campo de agua gelatinosa.
—¿¡Pe-pero qué cohone!? ¡Hijoeputa! ¿¡que cohone...!?
Entre tanto, Etsu pudo observar que el pelirrojo sacaba una navaja del kimono, al parecer la tenía guardada para casos como en el que se encontraba. No era un mero ladrón, si no que estaba dispuesto a todo al parecer. Fuese como fuese, Etsu no le tenía miedo a la situación. Tan solo tenía en frente a un maleante del tres al cuarto con un pequeño cuchillo.
—Yo en tu lugar dejaría eso a un lado. Jugar con cosas que cortan está mal. —amenazó Etsu.
Pero el pelirrojo, ni corto ni perezoso se rio —jajajaja... pobre niñato, que quiere ir a visitar el hospital de gratis.
El tipo lanzó levemente la navaja al aire, tomándola con la misma mano pero en un agarre reverso. Acto seguido, la lanzó de nuevo al aire, y la tomó con su zurda, de nuevo a la inversa y ésta vez enfrentando en una posición de combate medio decente al Inuzuka. Sonrió, y corrió hacia el genin. Apenas con unos pasos en carrera, el tipo casi topó con el Inuzuka, lanzando una rápida cuchillada de derecha a izquierda en oblicuo hacia abajo, buscando herir de gravedad al de rastas. Etsu, bastante más habilidoso que el tipo al que se enfrentaba, saltó hacia detrás, dejando que la cuchillada pasase a unas decenas de centímetros de él, y con las mismas, se impulsó apenas plantar el pie en el asfalto hacia su oponente. Un saltó casi a ras de suelo, como el previo, pero que en ésta ocasión en vez de hacerlo salir del peligro, lo metía de lleno en la defensa del pelirrojo. Lanzó un puñetazo directo hacia el rostro del tipo, que lo hizo retroceder de nuevo. Realmente no fue solo eso, si no que tras un par de pasos desequilibrado, terminó por caer al asfalto.
¡clink! ¡clanki! ¡clink!
El metal rebotó varias veces en el suelo, en lo que el tipo intentaba recuperar la compostura y su guardia. Quizás ahora, el enaltecimiento y la chulería se le hubiese acabado.
Por suerte o por desgracia, no eran lo únicos habitantes en toda la aldea. Para cuando ya llevaban ahí unos cuantos golpes, pasaba por uno de los extremos un grupo de niños, que rápidamente corrieron en dirección contraria. Por otra de las calles había asomado también un abuelo que paseaba junto a su nieta, o junto a una señorita de buenas intenciones para con el anciano, o a saber... en fin, cuestión, que también salieron de lugar rápidamente, y seguramente sin ser vistos por la mayoría de los allí presentes.
Para casi todos, pues el Inuzuka tenía un olfato impecable, así como una vista propia de un halcón... sabía que tarde o temprano, llegarían allí unos cuantos chunin, o incluso algún jounin.
Geki corrió a toda velocidad hacia la casa que tenía a su flanco, en lo que el gordo intentaba alcanzarlo, obviamente sin conseguirlo. El shinobi no se detuvo con las mismas al topar con la pared, si no que tomó impulso y corrió hacia un lateral, buscando flanquear al tipo. El hombre se dispuso a darle un manotazo para tirarlo al suelo con las mismas, pero antes de que eso llegase siquiera a suceder, el genin lanzó un potente chorro de agua directo a los pies del gordo. El hombre se detuvo por un instante, extrañado ante el claro fallo de objetivo, e intentó avanzar para proseguir con sus intenciones —machacar de un manotazo al chico— pero algo fallaba. Se dio cuenta en ese instante, que sus piernas no respondían. Lo intentó un par de veces mas, pero no pudo levantar sus enormes pies. Tanta fue su frustración, que intentó solucionar la situación agarrando sus propias piernas y jalando de ellas. Pero no, no podía separarlas de ese campo de agua gelatinosa.
—¿¡Pe-pero qué cohone!? ¡Hijoeputa! ¿¡que cohone...!?
Entre tanto, Etsu pudo observar que el pelirrojo sacaba una navaja del kimono, al parecer la tenía guardada para casos como en el que se encontraba. No era un mero ladrón, si no que estaba dispuesto a todo al parecer. Fuese como fuese, Etsu no le tenía miedo a la situación. Tan solo tenía en frente a un maleante del tres al cuarto con un pequeño cuchillo.
—Yo en tu lugar dejaría eso a un lado. Jugar con cosas que cortan está mal. —amenazó Etsu.
Pero el pelirrojo, ni corto ni perezoso se rio —jajajaja... pobre niñato, que quiere ir a visitar el hospital de gratis.
El tipo lanzó levemente la navaja al aire, tomándola con la misma mano pero en un agarre reverso. Acto seguido, la lanzó de nuevo al aire, y la tomó con su zurda, de nuevo a la inversa y ésta vez enfrentando en una posición de combate medio decente al Inuzuka. Sonrió, y corrió hacia el genin. Apenas con unos pasos en carrera, el tipo casi topó con el Inuzuka, lanzando una rápida cuchillada de derecha a izquierda en oblicuo hacia abajo, buscando herir de gravedad al de rastas. Etsu, bastante más habilidoso que el tipo al que se enfrentaba, saltó hacia detrás, dejando que la cuchillada pasase a unas decenas de centímetros de él, y con las mismas, se impulsó apenas plantar el pie en el asfalto hacia su oponente. Un saltó casi a ras de suelo, como el previo, pero que en ésta ocasión en vez de hacerlo salir del peligro, lo metía de lleno en la defensa del pelirrojo. Lanzó un puñetazo directo hacia el rostro del tipo, que lo hizo retroceder de nuevo. Realmente no fue solo eso, si no que tras un par de pasos desequilibrado, terminó por caer al asfalto.
¡clink! ¡clanki! ¡clink!
El metal rebotó varias veces en el suelo, en lo que el tipo intentaba recuperar la compostura y su guardia. Quizás ahora, el enaltecimiento y la chulería se le hubiese acabado.
Por suerte o por desgracia, no eran lo únicos habitantes en toda la aldea. Para cuando ya llevaban ahí unos cuantos golpes, pasaba por uno de los extremos un grupo de niños, que rápidamente corrieron en dirección contraria. Por otra de las calles había asomado también un abuelo que paseaba junto a su nieta, o junto a una señorita de buenas intenciones para con el anciano, o a saber... en fin, cuestión, que también salieron de lugar rápidamente, y seguramente sin ser vistos por la mayoría de los allí presentes.
Para casi todos, pues el Inuzuka tenía un olfato impecable, así como una vista propia de un halcón... sabía que tarde o temprano, llegarían allí unos cuantos chunin, o incluso algún jounin.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~