15/06/2019, 23:34
¿Qué especie de broma desagradable era aquella?
Ahora que me fijaba, estábamos en alguna especie de edificio ¿religioso? o sucedáneo. Era un lugar muy amplio y grande. Tanto allí en medio sujetando el techo y, a su alrededor, nueve estatuas con nueve dibujos distintos. La forma de lo que parecían ser 9 animales. Si la memoria no me fallaba...
—¡CHAKA CHAKA CHAKA CHAKA CHAKA CHAKA! ¡El momento al fin llegar! ¡UN! ¡EL MOMENTO AL FIN LLEGAR! ¡UN!
El tipo había alzado los brazos, como si se hubiese chutado algo directamente al riego sanguíneo. No era algo que debiera descartar. Se dio la vuelta y nos encaró. A Ayame y a mí. Empezaba a temer por mi vida de verdad.
¡Un Padre por año! ¡Un padre por año! ¡¡¡Nueve ser Padre Nuestro este año!!! ¡Vosotros considerar muy muy afortunados!
No pude evitarlo, mi mirada se cruzó con la de Ayame. Además, echaba de menos algo, pero la confusión me impedía discernir el qué.
—¿Tú entiendes algo de todo esto...?
— ¿Quién, yo? — pregunté totalmente sorprendido — Qué narices iba a entender yo de todo esto.
Kumopansa. No estaba y no había hecho comentarios inoportunos. Demasiado sospechoso como para ser verdad. Volví a mirar al chamán aunque esta vez con cierta furia.
— Eh, tú, gilipollas, ¿dónde está Kumopansa?— le dije con un tono seco — ¡¿DONDE ESTÁ MI PUTA ARAÑA?!
Ahora que me fijaba, estábamos en alguna especie de edificio ¿religioso? o sucedáneo. Era un lugar muy amplio y grande. Tanto allí en medio sujetando el techo y, a su alrededor, nueve estatuas con nueve dibujos distintos. La forma de lo que parecían ser 9 animales. Si la memoria no me fallaba...
—¡CHAKA CHAKA CHAKA CHAKA CHAKA CHAKA! ¡El momento al fin llegar! ¡UN! ¡EL MOMENTO AL FIN LLEGAR! ¡UN!
El tipo había alzado los brazos, como si se hubiese chutado algo directamente al riego sanguíneo. No era algo que debiera descartar. Se dio la vuelta y nos encaró. A Ayame y a mí. Empezaba a temer por mi vida de verdad.
¡Un Padre por año! ¡Un padre por año! ¡¡¡Nueve ser Padre Nuestro este año!!! ¡Vosotros considerar muy muy afortunados!
No pude evitarlo, mi mirada se cruzó con la de Ayame. Además, echaba de menos algo, pero la confusión me impedía discernir el qué.
—¿Tú entiendes algo de todo esto...?
— ¿Quién, yo? — pregunté totalmente sorprendido — Qué narices iba a entender yo de todo esto.
Kumopansa. No estaba y no había hecho comentarios inoportunos. Demasiado sospechoso como para ser verdad. Volví a mirar al chamán aunque esta vez con cierta furia.
— Eh, tú, gilipollas, ¿dónde está Kumopansa?— le dije con un tono seco — ¡¿DONDE ESTÁ MI PUTA ARAÑA?!
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa