18/06/2019, 18:54
El Uchiha retiró su brazo de dentro del cuerpo de aquella mujer antes de que la capa de vibrante charka carmesí llegara a disiparse. Cuando el cadáver cayó con un golpe seco, aquel sonido tan característico inundó los oídos de Akame y le taladró la cabeza. El sonido de la muerte. Apenas le dedicó una mirada a la mujer que acababa de asesinar antes de acercarse a su aparente gemela con dos pasos rápidos, a la que Rōga había reducido con gran habilidad.
—Buen trabajo —masculló al pasar junto al joven King—. Me temo que no. Habrá que hacer esto al viejo estilo... Dame un momento.
Con un movimiento rápido, Akame sacó unas esposas supresoras de chakra y, tras colocarle violentamente los brazos en la espalda a la mujer de pelo azabache, engrilletó sus muñecas. «Estas malditas son ninjas, no podemos confiarnos», se dijo el Uchiha. Tal y como había previsto en sus peores escenarios, sus enemigos conocían las artes del Ninjutsu. «Joder, esto lo complica todo. ¿Habrá alguien más en los alrededores?» El Uchiha se incorporó tras esposar a la mujer de cabello negro, dirigiéndose a Rōga.
—Ayúdala a ponerse cómoda y amordázala —le pidió, sin abandonar su actitud calmada—. Voy a dar una vuelta rápida por los alrededores para asegurarme de que estaban solas.
Dispuesto a cumplir con su palabra, Akame saldría de la casa con cuidado, vigilando siempre a su alrededor, para dar una breve vuelta por el perímetro circundante.
El Kage Bunshin chasqueó la lengua, molesto, pero entonces también cayó en la cuenta de algo. «Si Okawa no puede obtener tanta información de las monjas con su habilidad, puede que ellas tampoco de nosotros.» La perspectiva era alentadora, sobre todo cuando su objetivo inmediato era huir a través de una montaña con una ciega y un niño, en mitad de la noche. Y él era tan sólo un clon, con pocas limitaciones pero muy críticas. «Si algo me pasa... Estos chicos pueden darse por perdidos. Me cago en todo», maldijo para sus adentros el Kage Bunshin.
—No perdamos más tiempo entonces. Kiyoshi, guíanos a alguno de tus otros escondites... Tenemos que darle esquinazo a estas viejas chotas.
Akame lo tenía claro; no iba a dejar que las chamanas capturasen a Okawa. No después de lo que ya habían hecho por ella. No después de que su verdadero yo y Rōga probablemente se estaban enfrentando a otros enemigos en ese mismo momento. El Uchiha estaba decidido a cargar con Okawa a sus propias espaldas si era necesario.
—Buen trabajo —masculló al pasar junto al joven King—. Me temo que no. Habrá que hacer esto al viejo estilo... Dame un momento.
Con un movimiento rápido, Akame sacó unas esposas supresoras de chakra y, tras colocarle violentamente los brazos en la espalda a la mujer de pelo azabache, engrilletó sus muñecas. «Estas malditas son ninjas, no podemos confiarnos», se dijo el Uchiha. Tal y como había previsto en sus peores escenarios, sus enemigos conocían las artes del Ninjutsu. «Joder, esto lo complica todo. ¿Habrá alguien más en los alrededores?» El Uchiha se incorporó tras esposar a la mujer de cabello negro, dirigiéndose a Rōga.
—Ayúdala a ponerse cómoda y amordázala —le pidió, sin abandonar su actitud calmada—. Voy a dar una vuelta rápida por los alrededores para asegurarme de que estaban solas.
Dispuesto a cumplir con su palabra, Akame saldría de la casa con cuidado, vigilando siempre a su alrededor, para dar una breve vuelta por el perímetro circundante.
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El Kage Bunshin chasqueó la lengua, molesto, pero entonces también cayó en la cuenta de algo. «Si Okawa no puede obtener tanta información de las monjas con su habilidad, puede que ellas tampoco de nosotros.» La perspectiva era alentadora, sobre todo cuando su objetivo inmediato era huir a través de una montaña con una ciega y un niño, en mitad de la noche. Y él era tan sólo un clon, con pocas limitaciones pero muy críticas. «Si algo me pasa... Estos chicos pueden darse por perdidos. Me cago en todo», maldijo para sus adentros el Kage Bunshin.
—No perdamos más tiempo entonces. Kiyoshi, guíanos a alguno de tus otros escondites... Tenemos que darle esquinazo a estas viejas chotas.
Akame lo tenía claro; no iba a dejar que las chamanas capturasen a Okawa. No después de lo que ya habían hecho por ella. No después de que su verdadero yo y Rōga probablemente se estaban enfrentando a otros enemigos en ese mismo momento. El Uchiha estaba decidido a cargar con Okawa a sus propias espaldas si era necesario.