19/06/2019, 23:27
—Bas...tar...dos— Dijo con esfuerzo mientras recuperaba el aliento al tiempo que era sometida por el ex-jounin.
Rōga se mantenía estoico hasta cierto punto mientras observaba. ¿Por qué se sentía tan distinto? Era un dèja vú imperfecto, pues aunque ya hubiese vivido una situación así con anterioridad, la forma de proceder se le antojaba incómoda. Estaba acostumbrado a un trabajo limpio pero sentía que algo iba mal.
—Oh fantástico— Rodó los ojos ante la negativa de Akame sobre el método para forzarla a hablar.
"Yo sólo sé que lobo no va a estar presente." Independientemente de lo poco práctico y tardado que era un interrogatorio improvisado en medio de la nada, no tenía el corazón para atestiguar algo como eso.
—¡MI HERMANA ESTÁ MUERTA! PAGARÁN POR ELLO
El genin suspiró mientras cortaba un trozo de la vieja sábana con un kunai para amordazar a la mujer según las indicaciones de Akame y así ya no tener que seguir soportando sus gritos.
—¡NO IMPORTA CÓMO PERO PAGARÁN! !PAG-!— la tela terminó por ahogar los gritos mientras ella se sacudía.
"Puta vida" El Yotsuki no tenía tanta fuerza bruta, al punto que era equiparable a la de la mujer que quería retener. Simplemente la forzó a sentarse en el piso, amenazándola con el mismo kunai para que recostara la espalda en el lateral de la cama.
Afuera, Akame decidió otear la zona en búsqueda de alguien más que pudiese interferir con sus planes, pero su sharingan no distinguiría nada anormal en los alrededores.
Kiyoshi asintió y emprendieron la marcha a toda la velocidad posible, aunque el ruido llegó rápidamente a los oídos de la cuarentona que no dudó en alzar la voz en un esfuerzo por dar con ellos.
—¿¡Ōkawa!? ¿¡Kiyoshi¡?— Gritó desde la lejanía. —¿Quién más anda ahí? No sé qué planes tienes, pero debes devolver a la décimo cuarta. No permitiré que le hagas más daño. ¡Ya hirieron mucho a mis demás hermanas!— Intentó persuadirlos.
La niña cayó en cuenta de algo y trató de dirigirse a Akame en voz baja.
—Ella cree que eres de los que asaltaron el templo la primera vez— Era un dato irrelevante, ¿o no? —No piensan que esté huyendo por mi propia cuenta.
Cómo fuese, ninguno de los dos muchachos iba a quedarse a platicar. El asunto estaba, en que a la ciega le costaba tomar velocidad en lo empinado.
La certeza es el peor enemigo de la mente, pues engaña al cerebro haciéndole creer que conoce la verdad. Las variables del mundo son tan impredecibles cómo para que algo tan inútil como las precauciones puedan calcular el destino. Nuevamente, sedientos de razón, anhelan que la lógica les de respuestas y luego tachan de faltos de cordura a los que sueñan con la pasión cuando ambas añoranzas son igual de improbables.
Pero la humanidad debe seguir mintiéndose a sí misma o si no el mundo como lo conocemos colapsará.
Shinobi.
«¿Qué excusa tienen para su locura?»
Ni el Yotsuki ni el Uchiha tenían la más remota idea de que en aquel juego de ajedrez, un tercero actuaba como juez de la partida, decidiendo quién merecía ganar. Quedaba mucho menos tiempo en el reloj.
Rōga se mantenía estoico hasta cierto punto mientras observaba. ¿Por qué se sentía tan distinto? Era un dèja vú imperfecto, pues aunque ya hubiese vivido una situación así con anterioridad, la forma de proceder se le antojaba incómoda. Estaba acostumbrado a un trabajo limpio pero sentía que algo iba mal.
—Oh fantástico— Rodó los ojos ante la negativa de Akame sobre el método para forzarla a hablar.
"Yo sólo sé que lobo no va a estar presente." Independientemente de lo poco práctico y tardado que era un interrogatorio improvisado en medio de la nada, no tenía el corazón para atestiguar algo como eso.
—¡MI HERMANA ESTÁ MUERTA! PAGARÁN POR ELLO
El genin suspiró mientras cortaba un trozo de la vieja sábana con un kunai para amordazar a la mujer según las indicaciones de Akame y así ya no tener que seguir soportando sus gritos.
—¡NO IMPORTA CÓMO PERO PAGARÁN! !PAG-!— la tela terminó por ahogar los gritos mientras ella se sacudía.
"Puta vida" El Yotsuki no tenía tanta fuerza bruta, al punto que era equiparable a la de la mujer que quería retener. Simplemente la forzó a sentarse en el piso, amenazándola con el mismo kunai para que recostara la espalda en el lateral de la cama.
Afuera, Akame decidió otear la zona en búsqueda de alguien más que pudiese interferir con sus planes, pero su sharingan no distinguiría nada anormal en los alrededores.
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Kiyoshi asintió y emprendieron la marcha a toda la velocidad posible, aunque el ruido llegó rápidamente a los oídos de la cuarentona que no dudó en alzar la voz en un esfuerzo por dar con ellos.
—¿¡Ōkawa!? ¿¡Kiyoshi¡?— Gritó desde la lejanía. —¿Quién más anda ahí? No sé qué planes tienes, pero debes devolver a la décimo cuarta. No permitiré que le hagas más daño. ¡Ya hirieron mucho a mis demás hermanas!— Intentó persuadirlos.
La niña cayó en cuenta de algo y trató de dirigirse a Akame en voz baja.
—Ella cree que eres de los que asaltaron el templo la primera vez— Era un dato irrelevante, ¿o no? —No piensan que esté huyendo por mi propia cuenta.
Cómo fuese, ninguno de los dos muchachos iba a quedarse a platicar. El asunto estaba, en que a la ciega le costaba tomar velocidad en lo empinado.
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La certeza es el peor enemigo de la mente, pues engaña al cerebro haciéndole creer que conoce la verdad. Las variables del mundo son tan impredecibles cómo para que algo tan inútil como las precauciones puedan calcular el destino. Nuevamente, sedientos de razón, anhelan que la lógica les de respuestas y luego tachan de faltos de cordura a los que sueñan con la pasión cuando ambas añoranzas son igual de improbables.
Pero la humanidad debe seguir mintiéndose a sí misma o si no el mundo como lo conocemos colapsará.
Shinobi.
«¿Qué excusa tienen para su locura?»
Ni el Yotsuki ni el Uchiha tenían la más remota idea de que en aquel juego de ajedrez, un tercero actuaba como juez de la partida, decidiendo quién merecía ganar. Quedaba mucho menos tiempo en el reloj.