20/06/2019, 21:50
El peliverde escuchó la reflexión del Inuzuka con plena atención, tras la cuál terminó por soltar un suspiro. Sin demasiado apuro, afirmó que se estaba volviendo demasiado fuerte, refiriéndose al rastas. Etsu no pudo evitar que sus mejillas tomasen el color de la sangre, el ruborizado de su rostro se hizo más que evidente. Tanta fue su sorpresa que tuvo que desviar la mirada hacia Daigo, algo cohibido por las palabras del mismo. Bajo su punto de vista, quizás el resto de personas que asistían al dojo de su abuelo estaban logrando sus objetivos, pero el Inuzuka podía estar destacando porque su objetivo estaba a otro nivel. A decir verdad, si que era cierto que el de rastas tenía puesto el listón bien alto.
Etsu volvió a retomar la compostura, meditando sobre lo que decía Daigo. El peliverde tenía un punto de vista externo, y quizás mas acertado que el propio. Pero es que claro, era difícil contra-argumentar lo que el otro genin decía, normalmente la gente entrenaba unas horas al día y lo dejaba de lado, porque seguramente tenían otros intereses y cosas que hacer. Él solo tenía el dojo, el entrenamiento, y a su abuelo diciéndole que entrenase más; todo ello aderezado con un gran chorro de propósito, lograr convertirse en el mejor shinobi de todos los tiempos. La mezcla sin duda era explosiva.
Tras unos segundos en que el Inuzuka andaba reflexionando, su compañero volvió a hablar. Daigo no era un alumno del dojo familiar, pero le ofrecía al Inuzuka el reto siempre que quisiese. Aun así, también sentenció que él no planteaba dejar de hacerse mas fuerte. Etsu volvió a sacar esa sonrisa que bien le caracterizaba.
—¡No esperaba menos! —aclaró el rastas —Siempre serás bienvenido en el dojo, todo buen luchador lo es. Además, siendo amigos, casi seguro que el abuelo te querrá entre sus filas... quizás sería una buena oportunidad para fortalecerte aún mas.
»En fin, si has tomado ya un poco de fuerzas... me debes un refresco —se burló sacando la lengua a Daigo, obviamente tan solo bromeaba —jajajaja.
Etsu volvió a retomar la compostura, meditando sobre lo que decía Daigo. El peliverde tenía un punto de vista externo, y quizás mas acertado que el propio. Pero es que claro, era difícil contra-argumentar lo que el otro genin decía, normalmente la gente entrenaba unas horas al día y lo dejaba de lado, porque seguramente tenían otros intereses y cosas que hacer. Él solo tenía el dojo, el entrenamiento, y a su abuelo diciéndole que entrenase más; todo ello aderezado con un gran chorro de propósito, lograr convertirse en el mejor shinobi de todos los tiempos. La mezcla sin duda era explosiva.
Tras unos segundos en que el Inuzuka andaba reflexionando, su compañero volvió a hablar. Daigo no era un alumno del dojo familiar, pero le ofrecía al Inuzuka el reto siempre que quisiese. Aun así, también sentenció que él no planteaba dejar de hacerse mas fuerte. Etsu volvió a sacar esa sonrisa que bien le caracterizaba.
—¡No esperaba menos! —aclaró el rastas —Siempre serás bienvenido en el dojo, todo buen luchador lo es. Además, siendo amigos, casi seguro que el abuelo te querrá entre sus filas... quizás sería una buena oportunidad para fortalecerte aún mas.
»En fin, si has tomado ya un poco de fuerzas... me debes un refresco —se burló sacando la lengua a Daigo, obviamente tan solo bromeaba —jajajaja.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~