24/06/2019, 17:37
Akame hizo caso omiso a los insultos de la mujer, y aunque sintió ciertas ganas de patearla en la boca —para obligarla a dejar de gritar, no fuese a alertar a alguien en los alrededores—, se contuvo cuando Rōga la amordazó. No tenía necesidad de malgastar energías. Así pues, el Uchiha abandonó momentáneamente la casucha para dar un breve reconocimiento por la zona, pero de forma idéntica a cuando los dos ninjas habían llegado para preparar su trampa, no encontró a nadie. Parecía que estaban solos.
«Bien.»
El renegado se metió de nuevo a la casa y volvió a la habitación donde Rōga retenía a la asaltante. Inclinándose sobre ella, con los ojos inyectados en el Sharingan y expresión insondable, Akame la observó durante unos momentos. «Claramente es una kunoichi. ¿Será de alguna Aldea? Joder, espero que no. Ya sería demasiada mala suerte», se dijo el Uchiha. Así pues, procedió a expresar su demanda, clara y firme.
—Escúchame atentamente, mujer. Ahora te voy a quitar esta mordaza, y como des un solo grito, te arranco las muelas —ni la víctima de aquella amenaza ni el propio Rōga podrían advertir falsedad en las palabras de Akame, ni en su voz, sino la más fría sinceridad. El muchacho cumplió la primera parte de su enunciado, sacándole la tela de la boca a la kunoichi—. Te haré algunas preguntas, y me las vas a responder. Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, pero como ya te habrás imaginado, escogí este lugar por su adecuada... Localización. Nadie va a venir a ayudarte, así que piensa muy bien si es que quieres que esto acabe rápido o lento para ti. ¿Quiénes sois y qué queréis con esa niña?
La voz de la anciana sobresaltó al Uchiha, que entendió lo cerca que estaban de sus perseguidoras. «Y Okawa apenas puede caminar por este terreno escarpado, mierda. Tengo que conseguir algo de tiempo, si no tenemos más margen, no lograremos dejar atrás a estas viejas...» Apretó los dientes. Sus manos se entrelazaron en un sello y un Kage Bunshin idéntico a él mismo surgió de la nada.
—Danos algo de tiempo.
La copia asintió mientras el creador —y sombra a su vez— instaba a Okawa a subirse a su espalda, agarrándola con ambos brazos para llevarla a cabritillo por el bosque. Mientras, el tercer Kage Bunshin se dirigió hacia las tres ancianas, o al menos al lugar del que provenía la voz de la chamana mayor. Si daba con ellas, las confrontaría de frente. Tenía un objetivo claro.
—¡Si estoy aquí, anciana, es precisamente para proteger a Okawa! —vociferó, férreo—. Tú y las de tu calaña ya la habéis maltratado bastante, el destino que le reserváis no es muy distinto, sospecho, del que quieren para ella esa gente que la anda buscando... Y que mató a algunas de tus hermanas en el Templo. ¡Todo esto se acabó! Vosotras no pasaréis de aquí, y los que la persiguen probablemente estén ya muertos mientras hablamos. El tormento de esa niña acaba esta noche.
«Bien.»
El renegado se metió de nuevo a la casa y volvió a la habitación donde Rōga retenía a la asaltante. Inclinándose sobre ella, con los ojos inyectados en el Sharingan y expresión insondable, Akame la observó durante unos momentos. «Claramente es una kunoichi. ¿Será de alguna Aldea? Joder, espero que no. Ya sería demasiada mala suerte», se dijo el Uchiha. Así pues, procedió a expresar su demanda, clara y firme.
—Escúchame atentamente, mujer. Ahora te voy a quitar esta mordaza, y como des un solo grito, te arranco las muelas —ni la víctima de aquella amenaza ni el propio Rōga podrían advertir falsedad en las palabras de Akame, ni en su voz, sino la más fría sinceridad. El muchacho cumplió la primera parte de su enunciado, sacándole la tela de la boca a la kunoichi—. Te haré algunas preguntas, y me las vas a responder. Podemos hacer esto por las buenas o por las malas, pero como ya te habrás imaginado, escogí este lugar por su adecuada... Localización. Nadie va a venir a ayudarte, así que piensa muy bien si es que quieres que esto acabe rápido o lento para ti. ¿Quiénes sois y qué queréis con esa niña?
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La voz de la anciana sobresaltó al Uchiha, que entendió lo cerca que estaban de sus perseguidoras. «Y Okawa apenas puede caminar por este terreno escarpado, mierda. Tengo que conseguir algo de tiempo, si no tenemos más margen, no lograremos dejar atrás a estas viejas...» Apretó los dientes. Sus manos se entrelazaron en un sello y un Kage Bunshin idéntico a él mismo surgió de la nada.
—Danos algo de tiempo.
La copia asintió mientras el creador —y sombra a su vez— instaba a Okawa a subirse a su espalda, agarrándola con ambos brazos para llevarla a cabritillo por el bosque. Mientras, el tercer Kage Bunshin se dirigió hacia las tres ancianas, o al menos al lugar del que provenía la voz de la chamana mayor. Si daba con ellas, las confrontaría de frente. Tenía un objetivo claro.
—¡Si estoy aquí, anciana, es precisamente para proteger a Okawa! —vociferó, férreo—. Tú y las de tu calaña ya la habéis maltratado bastante, el destino que le reserváis no es muy distinto, sospecho, del que quieren para ella esa gente que la anda buscando... Y que mató a algunas de tus hermanas en el Templo. ¡Todo esto se acabó! Vosotras no pasaréis de aquí, y los que la persiguen probablemente estén ya muertos mientras hablamos. El tormento de esa niña acaba esta noche.