25/06/2019, 19:33
Al contrario de lo que cabría esperar, Roga no protestó ni se enfrentó al encargado. Más bien al contrario, se inclinó hacia él con aquella sonrisa arrogante y le desafió con sus ojos de oro. Aceptaba la misión, decía. Sin poner ningún pero o siquiera una mala cara. Y el veterano espadachín respondió entrecerrando sus arrugados ojos.
Entonces se escuchó una estruendosa carcajada a la espalda del genin.
—¡Oh, vamos, no seas tan estricto Hida! —el hombre que hablaba era, ni más ni menos, que Yuki Yuko. O quizás era Yuki Yuji. Era difícil saberlo, pero era uno de los dos gemelos que se encargaba del turno de mañanas en la recepción. De tez morena, marcados músculos y chispeantes ojos azules que ahora contemplaban la escena con diversión nada disimulada—. Anda, dale esa misión que nos llegó ayer. Estoy seguro de que podrá con ella.
Bayashi Hida lanzó un largo suspiro y, con un gesto de mano, solicitó el pergamino de Roga de vuelta. Para cuando se lo diera, el espadachín ya habría sacado otro enrollado con una C luciendo en el sello de cera que lo contenía.
—Te recomiendo que lleves algo de abrigo. Dicen que por allí refresca.
Entonces se escuchó una estruendosa carcajada a la espalda del genin.
—¡Oh, vamos, no seas tan estricto Hida! —el hombre que hablaba era, ni más ni menos, que Yuki Yuko. O quizás era Yuki Yuji. Era difícil saberlo, pero era uno de los dos gemelos que se encargaba del turno de mañanas en la recepción. De tez morena, marcados músculos y chispeantes ojos azules que ahora contemplaban la escena con diversión nada disimulada—. Anda, dale esa misión que nos llegó ayer. Estoy seguro de que podrá con ella.
Bayashi Hida lanzó un largo suspiro y, con un gesto de mano, solicitó el pergamino de Roga de vuelta. Para cuando se lo diera, el espadachín ya habría sacado otro enrollado con una C luciendo en el sello de cera que lo contenía.
—Te recomiendo que lleves algo de abrigo. Dicen que por allí refresca.
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