25/06/2019, 21:08
(Última modificación: 25/06/2019, 21:09 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
—Realmente no quiero, así que me largaré afuera para disque vigilar, que tampoco creo que venga alguien— ¿Para qué iba a mentir? Caminó hasta la puerta. —Cualquier cosa vendré corriendo— Finalmente cruzó el portal de la habitación y prosiguió a salir de la casa.
El Yotsuki estaba acostumbrado a la eficiencia, pero hasta ahora todo había ido de forma muy atropellada. No quería ser testigo ni enterarse de nada de lo que fuese a sufrir la muchacha. Si mucho esperaría a que Akame terminara con el trabajo sucio y ya luego compartiera la información revelada. Eliminar los posibles cabos sueltos era la máxima prioridad sin saber realmente con quién se habían metido.
Mientras la mujer no pudo sino abrir los ojos al ver el kunai aproximarse hasta sus dedos. ¿Debería aguantar todo eso hasta su suspiro final? El dolor le invadió, pero hizo amago de soportarlo mordiéndose los labios. No iban a dejarla morir hasta que hablase, pero ella no podía traicionar a su hermana, y menos a su amado señor. Él estaría muy triste por ella.
—¡ERES UNA MIERDA!— Vociferó. Insultarlo era lo poco que le servía por ahora para distraerse. ¿Pero por cuanto tiempo iba a poder aguantar aquello?
—¡Confundes la libertad con el libertinaje!— La mujer estaba enfureciendo. —Si todos hacemos lo que querramos, el mundo sería un caos. Las leyes que los shinobi han plantado en el mundo atentan en contra de la moral, disfrazándola de un permiso para matar. Aquí estará aislada de la maldad, lo hacemos para protegerla a ella del mundo, y al mundo de ella si se aleja del mal camino.
»¡Déjame pasar!
El Yotsuki estaba acostumbrado a la eficiencia, pero hasta ahora todo había ido de forma muy atropellada. No quería ser testigo ni enterarse de nada de lo que fuese a sufrir la muchacha. Si mucho esperaría a que Akame terminara con el trabajo sucio y ya luego compartiera la información revelada. Eliminar los posibles cabos sueltos era la máxima prioridad sin saber realmente con quién se habían metido.
Mientras la mujer no pudo sino abrir los ojos al ver el kunai aproximarse hasta sus dedos. ¿Debería aguantar todo eso hasta su suspiro final? El dolor le invadió, pero hizo amago de soportarlo mordiéndose los labios. No iban a dejarla morir hasta que hablase, pero ella no podía traicionar a su hermana, y menos a su amado señor. Él estaría muy triste por ella.
—¡ERES UNA MIERDA!— Vociferó. Insultarlo era lo poco que le servía por ahora para distraerse. ¿Pero por cuanto tiempo iba a poder aguantar aquello?
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—¡Confundes la libertad con el libertinaje!— La mujer estaba enfureciendo. —Si todos hacemos lo que querramos, el mundo sería un caos. Las leyes que los shinobi han plantado en el mundo atentan en contra de la moral, disfrazándola de un permiso para matar. Aquí estará aislada de la maldad, lo hacemos para protegerla a ella del mundo, y al mundo de ella si se aleja del mal camino.
»¡Déjame pasar!