3/07/2019, 14:42
El vaivén de los pies de Ranko rompía la sombra que un oleaje insistente dejaba sobre la arena. No pensaba en mucho, tal vez en el calor que lentamente perlaba su piel, o en lo refrescante que era poner sus plantas en la arena húmeda, o tal vez en la comida que disfrutaría dentro de un poco con su familia. O tal vez en la suave y relajante guitarra que sonaba cerca de allí.
"¿Guitarra?" Ranko ralentizó sus pies para escuchar con detenimiento. "¡Sí, guitarra!"
Por un segundo se preguntó por qué sonaría una guitarra en la playa, mas apenas hubo pensado tal interrogante, se respondió a sí misma. Era una playa, y una muy hermosa. ¿Qué mejor lugar para dejarse llevar por la música?
Con pasos cuidadosos, Ranko se acercó a la escollera, y notó que la música aumentaba su volumen cada vez más. El intérprete de aquella melodía tan amena se encontraba detrás de alguna roca. Su corazón se aceleró brevemente, como cuando uno se asoma al abismo desde la cima de un risco. Sintió un levísimo aire de familiaridad, como si ya hubiese estado allí, o si ya hubiese vivido algo similar.
Pronto no estaría a más de algunos metros de distancia. Ranko se preguntaría qué hacer.
"Sería de mala educación interrumpir. Pero realmente quiero seguir escuchando. Si tan solo esta persona me viera acercarme…"
Decidió entonces acercarse lo más silenciosamente posible a las rocas y sentarse en una, de su lado, sin asomarse para ver al músico. Así, escucharía, muda, todo lo que quisiera, y cuando aquella persona dejase de tocar, sería por volición propia y no porque le interrumpió.
"El plan perfecto~"
Sin embargo, Ranko no tuvo en cuenta el estado de las rocas. No llevaba ni un minuto sentada en el pedrusco cuando éste cedió bajo el peso de la chica, haciéndola caer sobre su trasero contra la arena. Segundos después, temería haber provocado un derrumbe (aunque la disque escollera no era muy alta, podría haber roto alguna que otra zona), mas solo había caído la roca sobre la cual estaba sentada y una pequeña a su lado. Afortunadamente no le habían caído encima.
—¡Aay! —No pudo evitar soltar un quejido.
"Oh. OH NO" pensó, mientras su mente se ponía en modo pánico inicial.
"¿Guitarra?" Ranko ralentizó sus pies para escuchar con detenimiento. "¡Sí, guitarra!"
Por un segundo se preguntó por qué sonaría una guitarra en la playa, mas apenas hubo pensado tal interrogante, se respondió a sí misma. Era una playa, y una muy hermosa. ¿Qué mejor lugar para dejarse llevar por la música?
Con pasos cuidadosos, Ranko se acercó a la escollera, y notó que la música aumentaba su volumen cada vez más. El intérprete de aquella melodía tan amena se encontraba detrás de alguna roca. Su corazón se aceleró brevemente, como cuando uno se asoma al abismo desde la cima de un risco. Sintió un levísimo aire de familiaridad, como si ya hubiese estado allí, o si ya hubiese vivido algo similar.
Pronto no estaría a más de algunos metros de distancia. Ranko se preguntaría qué hacer.
"Sería de mala educación interrumpir. Pero realmente quiero seguir escuchando. Si tan solo esta persona me viera acercarme…"
Decidió entonces acercarse lo más silenciosamente posible a las rocas y sentarse en una, de su lado, sin asomarse para ver al músico. Así, escucharía, muda, todo lo que quisiera, y cuando aquella persona dejase de tocar, sería por volición propia y no porque le interrumpió.
"El plan perfecto~"
Sin embargo, Ranko no tuvo en cuenta el estado de las rocas. No llevaba ni un minuto sentada en el pedrusco cuando éste cedió bajo el peso de la chica, haciéndola caer sobre su trasero contra la arena. Segundos después, temería haber provocado un derrumbe (aunque la disque escollera no era muy alta, podría haber roto alguna que otra zona), mas solo había caído la roca sobre la cual estaba sentada y una pequeña a su lado. Afortunadamente no le habían caído encima.
—¡Aay! —No pudo evitar soltar un quejido.
"Oh. OH NO" pensó, mientras su mente se ponía en modo pánico inicial.
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