El muchacho esta totalmente sumido en su música, tanto que en ningún momento prestaba atención a sus alrededores. Nunca de los nuncas se habría esperado un ataque, o la intervención de un fanático hipnotizado por su música. Sin embargo, las situaciones nunca pueden predecirse. Por inverosímil que fuese, una roca terminó desprendiéndose y cayendo, que por suerte fue la de al lado y no la que tenía encima. ¿¡Qué demonios fue eso!? No se movió de su sitio, pero aunque sus manos se mantuvieron sujetando la guitarra, esta ya no sonaba.
El genin de la lluvia entonces giró su mirada, dándose cuenta de que no estaba tan sólo cómo creía.
Durante unos instantes sus ojos parecían dos huevos estrellados, posados sobre la persona que había osado interrumpir su presentación.
—¿¡Sa-sagisō!?— No tenía nada más que decir, pues su cabeza aún estaba procesando lo ocurrido.
Su mirada escudriñó a la muchacha de arriba para abajo, más abajo que arriba. "Joder, esta chica no pierde el tiempo." Se dijo clavando su mirada en las extremidades inferiores de la chica, las cuales ahora lucían más marcadas y musculosas de lo que él recordaba tras su último combate.
—Oye, si lo que querías era un autógrafo hay maneras más apropiadas de llamar mi atención— Bromeó al ver la actitud nerviosa de la chica. —No le voy a decir que no a esos jamones de pierna~
El muchacho dejó la guitarra y se quitó el kasa, lanzándolo al lado de su instrumento mientras sus orbes dorados observaban a la chica mientras él empezaba a caminar hasta ella con el fin de extenderle la mano para ayudarla a levantarse.
—Nos volvemos a ver, bunny— Dijo coqueto con su filosa mirada mientras esperaba la reacción de la chica.
Al contrario que la kunoichi, él no tenía una diferencia física demasiado apreciable para que ella pudiese decir que había cambiado o mejorado en sus entrenamientos, salvo por las claras cicatrices de explosivos que recorrían ambos brazos y parte de sus manos. Normalmente solía ocultarlas, más no por vergüenza sino porque creía que se veían mal.
El genin de la lluvia entonces giró su mirada, dándose cuenta de que no estaba tan sólo cómo creía.
Durante unos instantes sus ojos parecían dos huevos estrellados, posados sobre la persona que había osado interrumpir su presentación.
—¿¡Sa-sagisō!?— No tenía nada más que decir, pues su cabeza aún estaba procesando lo ocurrido.
Su mirada escudriñó a la muchacha de arriba para abajo, más abajo que arriba. "Joder, esta chica no pierde el tiempo." Se dijo clavando su mirada en las extremidades inferiores de la chica, las cuales ahora lucían más marcadas y musculosas de lo que él recordaba tras su último combate.
—Oye, si lo que querías era un autógrafo hay maneras más apropiadas de llamar mi atención— Bromeó al ver la actitud nerviosa de la chica. —No le voy a decir que no a esos jamones de pierna~
El muchacho dejó la guitarra y se quitó el kasa, lanzándolo al lado de su instrumento mientras sus orbes dorados observaban a la chica mientras él empezaba a caminar hasta ella con el fin de extenderle la mano para ayudarla a levantarse.
—Nos volvemos a ver, bunny— Dijo coqueto con su filosa mirada mientras esperaba la reacción de la chica.
Al contrario que la kunoichi, él no tenía una diferencia física demasiado apreciable para que ella pudiese decir que había cambiado o mejorado en sus entrenamientos, salvo por las claras cicatrices de explosivos que recorrían ambos brazos y parte de sus manos. Normalmente solía ocultarlas, más no por vergüenza sino porque creía que se veían mal.