3/07/2019, 16:49
Como esperaba, Kumopansa comenzó el relato, diciendo que ella lo había encontrado a él. Antes de que Ranko pudiese imaginar a la araña haciendo un jutsu para invocar a Yota, un par de manos se posaron en sus hombros.
"¿Qué?" No se alarmó mucho, pues no pensaba que un enemigo se hubiese infiltrado en la Aldea, pero sí le incomodó que alguien hiciera eso. Las únicas personas que podrían acercársele así eran su madre y su hermana, mas era imposible que fueran ellas: a la primera le hacía falta un brazo, y a la segunda le hacía falta estatura. Entonces escuchó cómo el rubio llamaba a aquella persona. "¿Sora-sensei?"
¿Era aquella mujer? ¿Aquella de la cual se había quejado Kumopansa? Yota le hizo señas en negativo a la mujer cuando ésta preguntó si interrumpía algo, mientras que le lanzaba una mirada a la genin para hacerle saber que era, en efecto, alguien conocido.
—E-eh… Ahm… E-e-esto… —Ranko viró su cabeza un poco y atisbó un rostro hermoso y una cabellera rosa. Pensó en que debería de presentarse con una reverencia, pero también pensó que sería de mala educación zafarse y alejarse de la mujer —. B-bu-buenas… Buenos días. M-me lla… Me llamo Sagi… Sagisō Ranko. M-mucho… Mucho gusto. —dijo tímidamente, casi sin moverse.
No sabía cómo reaccionaría la mujer, y si sería tan mala como había comentado Kumopansa, pero Ranko le debía respeto, pues era la maestra del chico rubio.
"¿Qué?" No se alarmó mucho, pues no pensaba que un enemigo se hubiese infiltrado en la Aldea, pero sí le incomodó que alguien hiciera eso. Las únicas personas que podrían acercársele así eran su madre y su hermana, mas era imposible que fueran ellas: a la primera le hacía falta un brazo, y a la segunda le hacía falta estatura. Entonces escuchó cómo el rubio llamaba a aquella persona. "¿Sora-sensei?"
¿Era aquella mujer? ¿Aquella de la cual se había quejado Kumopansa? Yota le hizo señas en negativo a la mujer cuando ésta preguntó si interrumpía algo, mientras que le lanzaba una mirada a la genin para hacerle saber que era, en efecto, alguien conocido.
—E-eh… Ahm… E-e-esto… —Ranko viró su cabeza un poco y atisbó un rostro hermoso y una cabellera rosa. Pensó en que debería de presentarse con una reverencia, pero también pensó que sería de mala educación zafarse y alejarse de la mujer —. B-bu-buenas… Buenos días. M-me lla… Me llamo Sagi… Sagisō Ranko. M-mucho… Mucho gusto. —dijo tímidamente, casi sin moverse.
No sabía cómo reaccionaría la mujer, y si sería tan mala como había comentado Kumopansa, pero Ranko le debía respeto, pues era la maestra del chico rubio.
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