4/07/2019, 00:04
El músico no tardó en mostrarse, saliendo de detrás de la roca. Un peliazul muy sorprendido, ataviado solo con una prenda inferior.
—¿K-Kingu-san? —reaccionó la chica, entre asombro y alegría. Era bastante coincidencia que ambos encuentros sucedieran en el País del Rayo, cerca de roca y agua —. D-digo… ¿Rōga-san?
Quiso apresurarse para ponerse de pie, pero Rōga se acercó rápidamente para tenderle la mano. La chica aceptó el gesto y se levantó. Sin embargo, no tardó en alejarse un paso de él debido a sus comentarios.
”¿Autógrafo? ¿Jamones de pierna? ¿Bunny?” pensó, recogiendo sus brazos. Lo único que no era coincidencia era la actitud del Amejin hacia sus miembros inferiores.
—¡N-no intentaba…! Ahm… No intentaba conseguir su autógrafo, Rōga-san. ¡Y-y no me gustan s-sus comentarios sobre mis… sobre mis…! —Intentó cubrir su muslos, pero su falda era demasiado veraniega como para ello. Soltó un “jum”, un gesto que no habría podido hacer contra nadie antes. Comenzaba a recordar lo trabajoso que era el choque de su personalidad contra la del cantante —. A-aunque… Aunque es bueno ver que esté bien. Creo, —Se corrigió al ver las cicatrices en sus brazos. No recordaba haberlas notado en su primer encuentro.
La chica miró alrededor, pasando sus ojos del mar a las rocas, a Rōga y al final a los árboles que se veían detrás de los dos chicos, y repitiendo el recorrido visual. Se sentía un poco más madura desde esa vez, y más fuerte, tanto física como mentalmente, al menos un poco. Claro, no había dominado ni de cerca aquello que quería mostrarle a Rōga (y a todos), pero sí había avanzado un par de pasos en su camino.
—¿K-Kingu-san? —reaccionó la chica, entre asombro y alegría. Era bastante coincidencia que ambos encuentros sucedieran en el País del Rayo, cerca de roca y agua —. D-digo… ¿Rōga-san?
Quiso apresurarse para ponerse de pie, pero Rōga se acercó rápidamente para tenderle la mano. La chica aceptó el gesto y se levantó. Sin embargo, no tardó en alejarse un paso de él debido a sus comentarios.
”¿Autógrafo? ¿Jamones de pierna? ¿Bunny?” pensó, recogiendo sus brazos. Lo único que no era coincidencia era la actitud del Amejin hacia sus miembros inferiores.
—¡N-no intentaba…! Ahm… No intentaba conseguir su autógrafo, Rōga-san. ¡Y-y no me gustan s-sus comentarios sobre mis… sobre mis…! —Intentó cubrir su muslos, pero su falda era demasiado veraniega como para ello. Soltó un “jum”, un gesto que no habría podido hacer contra nadie antes. Comenzaba a recordar lo trabajoso que era el choque de su personalidad contra la del cantante —. A-aunque… Aunque es bueno ver que esté bien. Creo, —Se corrigió al ver las cicatrices en sus brazos. No recordaba haberlas notado en su primer encuentro.
La chica miró alrededor, pasando sus ojos del mar a las rocas, a Rōga y al final a los árboles que se veían detrás de los dos chicos, y repitiendo el recorrido visual. Se sentía un poco más madura desde esa vez, y más fuerte, tanto física como mentalmente, al menos un poco. Claro, no había dominado ni de cerca aquello que quería mostrarle a Rōga (y a todos), pero sí había avanzado un par de pasos en su camino.
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