8/07/2019, 21:23
—Pueees… —La chica se rascó la mejilla —. He-hemos entrenado desde pequeñas. E-entrenado juntas. Algún día le ganaré. Yo… —Miró su brazo derecho y recordó la mano de Kuumi descendiendo sobre él, rompiendo sus huesos como en un trance de un segundo —. Tuve un… incidente en un combate. De entrenamiento. Hace mucho. Y… Y no podía usar mi brazo. Por ello madre me… Me enseñó, entre otras cosas, el Hakuto no Mai, que se enfoca en patadas.
"Aunque pierda no significa que sea más débil…" La frase reverberó en la mente de Ranko por un largo tiempo. Era algo contradictorio, pero en el fondo sintió que aquella frase estaba dirigida a ella. Inclinó la cabeza un poco, con expresión comprensiva. Entonces, Rōga dijo algo que detuvo el tren del pensamiento de Ranko.
—Un… derrotar a… ¿Un dios? No entiendo —Colocó sus manos en las caderas, pensando en si el peliazul hablaba figurativa o literalmente —. ¿¡Q-qué!? ¿Un… shinigami? ¿Cómo?
Ranko retrajo las manos contra el pecho, incrédula y curiosa a la vez. Aunque no alcanzaba a creerlo del todo, quería que Rōga le contase todo lo posible.
—Y… ¿Y qué pasó, Rōga-san?
—Bueno, si me disculpan, me bañaré un poco.
—Madre, no lo hagas.
—¿Kuu-chan? ¿Acaso le estás prohibiendo a tu madre que disfrute del mar?
—No, no es eso… Madre… Sólo no molestes a Ranko.
—Qué hermoso sentimiento el que las hijas de una se quieran proteger tanto. ¡Pero una madre las protege más!
—¡Madre!
Si Ranko y Rōga volvían a dirigir la mirada hacia la familia Sagisō, verían a una mujer pelirroja quitarse el kimono de encima y correr hacia el mar para echarse un clavado.
—Ella sabe lo que hace, hija. Tranquila. —Pero el comentario de su padre no tranquilizó a Kuumi.
"Aunque pierda no significa que sea más débil…" La frase reverberó en la mente de Ranko por un largo tiempo. Era algo contradictorio, pero en el fondo sintió que aquella frase estaba dirigida a ella. Inclinó la cabeza un poco, con expresión comprensiva. Entonces, Rōga dijo algo que detuvo el tren del pensamiento de Ranko.
—Un… derrotar a… ¿Un dios? No entiendo —Colocó sus manos en las caderas, pensando en si el peliazul hablaba figurativa o literalmente —. ¿¡Q-qué!? ¿Un… shinigami? ¿Cómo?
Ranko retrajo las manos contra el pecho, incrédula y curiosa a la vez. Aunque no alcanzaba a creerlo del todo, quería que Rōga le contase todo lo posible.
—Y… ¿Y qué pasó, Rōga-san?
—Bueno, si me disculpan, me bañaré un poco.
—Madre, no lo hagas.
—¿Kuu-chan? ¿Acaso le estás prohibiendo a tu madre que disfrute del mar?
—No, no es eso… Madre… Sólo no molestes a Ranko.
—Qué hermoso sentimiento el que las hijas de una se quieran proteger tanto. ¡Pero una madre las protege más!
—¡Madre!
Si Ranko y Rōga volvían a dirigir la mirada hacia la familia Sagisō, verían a una mujer pelirroja quitarse el kimono de encima y correr hacia el mar para echarse un clavado.
—Ella sabe lo que hace, hija. Tranquila. —Pero el comentario de su padre no tranquilizó a Kuumi.
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