10/07/2019, 03:56
(Última modificación: 10/07/2019, 05:14 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Aquello no podía ser casualidad, aunque aún así, con todas posibilidades encima, seguía sorprendiéndose de las cosas que llegaba a avistar en esta vida. Aún cuando estas fueran en su mayoría bestias sobrenaturales poco más que irreales.
—WHAT THE HECK!?— Exclamó estupefacto ante la extraña criatura marina que acababa de emerger para volver presa a Ranko.
Rōga ya estaba más que acostumbrado a cosas raras. Primero, el jodido hombre tiburón de piel azul llamado Kaido, luego, Shiro Shinigami el dios imperfecto. Añadir un tercero ya era un mal chiste. Mucha mala suerte debía tener él para toparse con todos los adefecios raros del mundo, pero por ello sabía mantenerse calmado ante las situaciones. "Ah shit, here we go again..." Le daba igual que clase de cosa fuese aquel monstruo, su prioridad acaba de pasar a salvar a la kunoichi de la hierba de las manos de aquel espeluznante ser.
—¡Suéltala!— Ordenó, mucho después de que su cuerpo ya estuviese en movimiento.
No podía emplear algo eléctrico estando la castaña tan cerca, en cuyo caso optó por adelantarse rápidamente de un corto salto y emplear la posición de garra con la diestra y tomar las extrañas plantas que tenía por pelo. Si lo lograba, intentaría darle luego un sonoro cabezazo. "¿Por qué siempre a mí?" Quizás estaba pagando los crímenes de otra vida.
—WHAT THE HECK!?— Exclamó estupefacto ante la extraña criatura marina que acababa de emerger para volver presa a Ranko.
Rōga ya estaba más que acostumbrado a cosas raras. Primero, el jodido hombre tiburón de piel azul llamado Kaido, luego, Shiro Shinigami el dios imperfecto. Añadir un tercero ya era un mal chiste. Mucha mala suerte debía tener él para toparse con todos los adefecios raros del mundo, pero por ello sabía mantenerse calmado ante las situaciones. "Ah shit, here we go again..." Le daba igual que clase de cosa fuese aquel monstruo, su prioridad acaba de pasar a salvar a la kunoichi de la hierba de las manos de aquel espeluznante ser.
—¡Suéltala!— Ordenó, mucho después de que su cuerpo ya estuviese en movimiento.
No podía emplear algo eléctrico estando la castaña tan cerca, en cuyo caso optó por adelantarse rápidamente de un corto salto y emplear la posición de garra con la diestra y tomar las extrañas plantas que tenía por pelo. Si lo lograba, intentaría darle luego un sonoro cabezazo. "¿Por qué siempre a mí?" Quizás estaba pagando los crímenes de otra vida.