11/07/2019, 06:35
La mente de Ranko entró en conflicto. Por un lado, su hermana desconfiaba tanto de Mei que había insinuado algo bastante degradante, en su opinión. Por otro lado, Mei acababa de atacar a su hermana. Por primera vez en mucho tiempo, Kuumi vio el ceño fruncido de su hermana. No era una molestia o un inconveniente.
Era ira pura.
—¿¿¡Pero qué estás haciendo!?? —dio un paso hacia Kuumi. Ésta se tallaba la mejilla. Se había puesto de pie para lanzarse contra Mei, pero el grito de su hermana la paró en seco —¡¡No entiendo!! ¿¿Tanto te cuesta confiar…??
—¡La acabas de conocer! ¿Cómo…?
—¡En mí, Kuumi! ¡En mí! ¡Mei-san no ha hecho más que ser gentil! ¡Y amable! ¡Conmigo! —Ranko dio otro paso hacia la pelirroja. La mirada de Kuumi parecía estar entre poseída por la rabia o la tristeza. O ambas al mismo tiempo —. ¡Ella entendió mi… problema! ¡Por eso vinimos aquí!
La chica había avanzado hasta estar frente a su hermana. Aunque Ranko no se veía realmente intimidante, la diferencia de altura con Kuumi era suficiente para que ésta retrocediera.
—Yo… ¡Yo sólo…!
—¡Pues no todo se trata de Kuumi, la maravillosa! —Ranko le lanzó a la cara la toalla que tenía en la cabeza.
Hubo un momento de silencio entre las hermanas. La pelirroja parecía aterrada, molesta en demasía. La castaña resollaba y sus ojos amenazaban llanto.
—Bi… Bien —Kuumi se irguió, lanzó la toalla al suelo y comenzó a retroceder hacia la puerta —. ¡Bien! Pues… ¡Pues quédate con ella!
—¡Bien!
Ranko la vio salir del cuarto y azotar la puerta. Su corazón latía veloz y dolorosamente. ¿Qué había pasado con su hermana? ¿Era Kuumi tan testaruda? Ranko se convenció de no ir tras ella.
"No soy… No soy su sombra. Ya no."
Y estalló en lágrimas.
Era ira pura.
—¿¿¡Pero qué estás haciendo!?? —dio un paso hacia Kuumi. Ésta se tallaba la mejilla. Se había puesto de pie para lanzarse contra Mei, pero el grito de su hermana la paró en seco —¡¡No entiendo!! ¿¿Tanto te cuesta confiar…??
—¡La acabas de conocer! ¿Cómo…?
—¡En mí, Kuumi! ¡En mí! ¡Mei-san no ha hecho más que ser gentil! ¡Y amable! ¡Conmigo! —Ranko dio otro paso hacia la pelirroja. La mirada de Kuumi parecía estar entre poseída por la rabia o la tristeza. O ambas al mismo tiempo —. ¡Ella entendió mi… problema! ¡Por eso vinimos aquí!
La chica había avanzado hasta estar frente a su hermana. Aunque Ranko no se veía realmente intimidante, la diferencia de altura con Kuumi era suficiente para que ésta retrocediera.
—Yo… ¡Yo sólo…!
—¡Pues no todo se trata de Kuumi, la maravillosa! —Ranko le lanzó a la cara la toalla que tenía en la cabeza.
Hubo un momento de silencio entre las hermanas. La pelirroja parecía aterrada, molesta en demasía. La castaña resollaba y sus ojos amenazaban llanto.
—Bi… Bien —Kuumi se irguió, lanzó la toalla al suelo y comenzó a retroceder hacia la puerta —. ¡Bien! Pues… ¡Pues quédate con ella!
—¡Bien!
Ranko la vio salir del cuarto y azotar la puerta. Su corazón latía veloz y dolorosamente. ¿Qué había pasado con su hermana? ¿Era Kuumi tan testaruda? Ranko se convenció de no ir tras ella.
"No soy… No soy su sombra. Ya no."
Y estalló en lágrimas.
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